El PSOE ‘podemiza’ su idea de España y deja solos a PP y C’s en la defensa de la nación del 78

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Pedro Sánchez jalea a los socialistas en la clausura del 39 Congreso del PSOE. (Foto: Francisco Toledo)
Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Madrid
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

Podemos concurrió a las elecciones con un programa electoral que, en el punto 277, se decantaba por “el derecho a decidir”, la necesidad de un “cambio constitucional” y el reconocimiento de “la naturaleza plurinacional de España”.

Año y medio después, el nuevo PSOE de Pedro Sánchez se sube a la ola y consagra que “una reforma constitucional federal” debe recoger “el carácter plurinacional del Estado”.

Primera consecuencia: el PSOE ha ‘podemizado’ su idea de España con la asunción de la plurinacionalidad. España como una nación de naciones, en palabras de Sánchez. Pablo Iglesias se ha felicitado por el giro socialista: “Abre caminos interesantes”, ha dicho.

Para Podemos, la plurinacionalidad significa que España está constituida por varias naciones y que cada una tiene “derecho a decidir”, a través de un referéndum, en el que ellos (dicen) votarían no. El nuevo PSOE ha dado el salto a la plurinacionalidad acotando a última hora, para apaciguar a los sectores más constitucionalistas, que “la soberanía reside en el conjunto del pueblo español”. Nótese que en la corrección de su ponencia, el PSOE no habla de soberanía nacional, como hace la Constitución, sino simplemente de soberanía. Esta ambigüedad es fruto de la dificultad que, como ha señalado Alfonso Guerra en este artículo, existe para compaginar que una nación pueda estar a su vez formada por otras muchas naciones. Si España es una nación a la vez que Cataluña o Extremadura también lo son ¿por qué la soberanía va a residir en el conjunto del pueblo español en vez de en cada uno de los territorios que se reconocen como nación y, seguramente también, como no españoles? Porque eso es precisamente lo que los independentistas catalanes reclaman en abierta insurrección. No el reconocimiento de una identidad cultural, sino el poder político de la soberanía.

Pero las dificultades no acaban ahí. Dice Miquel Iceta que la existencia de una nación viene determinada por el sentimiento ¿Reconocerá entonces Cataluña al Valle de Arán como nación? Porque si hay comarca catalana con acerado sentimiento de nación es ésta. ¿Quién marcará los límites al sentimiento nacional? ¿Por qué Cataluña sí y el Valle de Arán no? ¿Podrán declararse nación los badaloneses que se sienten españoles y se resisten a ser convertidos en extranjeros en su propia tierra?

PP y C’s se quedan en minoría

El giro hacia la plurinacionalidad del PSOE tiene otra segunda consecuencia: PP y Ciudadanos se han quedado en el Parlamento como únicas fuerzas en defensa de la nación española surgida del acuerdo constitucional de 1978. O dicho de otra manera aún más preocupante para el futuro que se avecina: las fuerzas políticas que defienden el modelo de España consagrado en el artículo 2 de la Carta Magna son ya minoría en el Congreso. Frente a PP y Ciudadanos ahora están quienes propugnan el reconocimiento constitucional de la plurinacionalidad (PSOE y Podemos), los que defienden la independencia de Cataluña y el País Vasco (ERC, PdCAT y Bildu), y un PNV que comparte objetivos, pero no procedimientos.

Este vuelco parlamentario se produce en pleno órdago secesionista en Cataluña. Pedro Sánchez ha garantizado a Rajoy que el PSOE estará en la defensa de la legalidad para abortar el referéndum unilateral. Más allá de ese trance, los socialistas no serán socios del PP. Sánchez ha decidido situar al PSOE entre el “engaño histórico” del independentismo y el “neocentralismo” del gobierno del PP. “Dos gobiernos que no desean iniciar ningún diálogo porque viven mejor en la confrontación”, ha dicho este domingo.

Algunos lo llamarán tercera vía entre la secesión y el inmovilismo; otros, equidistancia entre el independentismo y el Gobierno de España. Lo cierto es que el PSOE ha abrazado en su congreso que la defensa de la Constitución del 78 ya no es suficiente para enfrentarse al independentismo. “Es necesario transitar desde un clima de confrontación a un diálogo leal”. Y éste, asegura la dirección socialista, solo puede realizarse bajo una reforma constitucional que alumbre una España plurinacional.

Traje a la medida

El vocablo de marras, plurinacionalidad, es el traje a la medida que el nuevo PSOE ha encontrado en el mercadillo de baratijas de Podemos para no estar con los independentistas ni con el Gobierno de una nación que ya no reconoce y para la que tiene recambio. Responde a lo que el filósofo posmarxista Ernesto Laclau definió como ‘significantes  vacíos’. Conceptos que se acuñan para amplio uso social y alta carga afectiva, pero que en sí no quieren decir nada más allá de la definición del diccionario. Plurinacionalidad evoca, pero no explica. Porque primero habría que definir qué es una nación (“Pedro, ¿tú sabes qué es una nación?”) y después resolver cómo la pluralidad puede encajar con la unidad (“indisoluble” según la Constitución) de una nación española que la ponencia del PSOE no define y cómo este galimatías salvaguarda la igualdad de todos los españoles.

El documento político aprobado por el congreso socialista afirma que el reconocimiento de la plurinacionalidad en una reforma federal de la Constitución es el bálsamo que disolverá el independentismo. El federalismo acercará a España a otros países de su entorno, asegura. No cita a aquellos de los que nos alejará. En todo caso, olvida un dato excepcional. Solo existe una nación en el mundo que se atreve con el imposible de autodefinirse plurinacional en su Constitución: la Bolivia de Evo Morales.

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