Pánico en el PP por un ‘efecto arrastre’ en las elecciones del 26-M
Batacazo del PP, el gran perdedor de la noche del 28-A. Una derrota histórica. Génova nunca había vivido una jornada tan dura, como reconocían trabajadores del partido. Caras largas, poca exposición y un mensaje: toca levantarse para otras elecciones en menos de un mes. Pero hay auténtico pánico a un 'efecto arrastre'.
El peor resultado de toda su historia. Sin paliativos. El PP ha vivido la jornada electoral más dura de todas las que ha disputado, perdiendo en las urnas más de la mitad de los 137 escaños que había obtenido en 2016. Caras muy largas en Génova y absoluto pánico a lo que viene: en menos de un mes, municipales y autonómicas. En el partido insisten en que la figura de Casado no está en entredicho.
A nueve escaños de Ciudadanos y con casi la mitad de diputados que el PSOE. Nunca el PP había afrontado una legislatura en una posición tan debilitada. A pocos minutos de las doce de la noche, la sala de prensa de la sede de Génova estaba abarrotada de periodistas y militantes esperando la comparecencia de Casado.
Llegó el momento y el líder ‘popular’ hizo aparición, flanqueado por Teodoro García Egea y Adolfo Suárez Illana, y rodeado por toda la dirección del partido. Tras dar las gracias a todos los apoderados y militantes, Casado admitió que había hablado con Sánchez para felicitarle. Confió en que los socialistas «lleguen a pactos de gobernabilidad sin necesitar a los independentistas».
«Al PP le gusta ganar» aseguró Casado cariacontecido mientras culpaba de la debacle a la «fragmentación del centro derecha». Reclamó que, de cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales, el partido debe «volver a unirse» para afrontar la cita. Sin embargo, de puertas para adentro, en la formación admiten que hay auténtico pánico a repetir una debacle como la del 28-A en menos de un mes.
Casado abandonó la sala de prensa aplaudido por los suyos, abrazando a algunos de los candidatos que le acompañaban y sin responder preguntas de los periodistas. Tras él, las luces prácticamente se apagaron en Génova. No hubo balcón. Fin a la peor noche que recuerdan en el PP, como admitían a medianoche trabajadores del partido. Empleados que ahora se plantean si los resultados afectarán a su futuro.
Una tarde dura
Pablo Casado llegaba a Génova minutos antes de las siete de la tarde para seguir el desarrollo de la noche electoral en directo desde la planta noble de la sede ‘popular’. A partir de ese momento, la llegada de dirigentes fue un constante goteo: García Egea, Isabel Díaz Ayuso, Miguel Abellán…
A las ocho de la tarde comenzaron a aparecer los primeros sondeos, y el miedo a un posible sorpasso de Vox comenzó a disiparse. Pero comenzó a vislumbrarse un posible batacazo histórico. Nervios en la última planta de Génova. Pero desde la dirección de los ‘populares’ se trasladaba el mensaje de que aún es pronto, y que se iba a producir un vuelco conforme avanzase el escrutinio.
A las nueve de la noche comparecía Teodoro García Egea y pronosticaba un escenario de “ingobernabilidad”. El secretario general del PP, cariacontecido, advertía que la alta participación era una “buena noticia para la democracia”, aunque no quiso responder a preguntas de los periodistas tras su alocución. Abandonó la sala de prensa a toda prisa.
A partir de ahí comenzaron a llegar las malas noticias para el PP, pero ninguna cara del partido se dejó ver por las plantas bajas de Génova. Calma dentro, pero más calma fuera. Apenas unos pocos militantes del partido en la puerta. Alguno incluso pidió un taxi y decidió irse cuando apenas se había escrutado un 25 por ciento.
Las banderas, a Vox
No pintaba bien la noche. Un vendedor ambulante que ofrecía banderas de España no había colocado ni una sola enseña. Las rojigualdas que se veían las portaban quienes desfilan Génova abajo, rumbo al cuartel general de Vox que estaba apenas a unos minutos a pie. Hacia allí acabó yendo también el vendedor de banderas.
Conforme fue avanzado la noche, las caras en Génova iban reflejando más y más la tensión de la derrota. Al 80 por ciento escrutado, la debacle estaba confirmada: el peor resultado de la historia del PP. Rumores de pasillo sobre el futuro del partido. Reproches a Vox, a quien se señalaba como culpable de la ruptura de la derecha. Y sobre todo, un miedo atroz a lo que se avecina. El próximo 26 de mayo, España vota unas municipales y unas autonómicas en las que la sangría puede ser aún mayor.
Se acercaban las once de la noche y no se sabía nada aún de los dirigentes ‘populares’ ni de Pablo Casado. Fuera, los pocos militantes que quedaban iban poco a poco marchándose. Las cámaras de televisión tenían problemas para encontrar gente que quisiera hablar. Había prácticamente el mismo número de periodistas a la caza de declaraciones que simpatizantes.
El mensaje que a esas horas se trataba de trasladar desde el PP era que el proyecto seguía en pie de cara a las próximas elecciones del 26-M. Que Casado era “un líder como la copa de un pino” y que su futuro no estaba en entredicho.
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