‘No’ definitivo y rotundo de Arrimadas a Sánchez
La investidura de Sánchez cada vez más difícil
Sánchez pudo exigir la devolución de los 680 millones robados en los ERE y no lo hizo
Tampoco, como en el caso de Redondo y el pacto con los leninistas golfos de Pablo Iglesias, hay marcha atrás. Inés Arrimadas, la nueva líder in pectore de Ciudadanos, no votará la investidura de Sánchez (si es que la hay, que está por ver) y ni siquiera se abstendrá con sus diez escaños en el Congreso para que el aún presidente del Gobierno lo pueda ser efectivamente la segunda decena del venidero diciembre. Hace unos días, la todavía vicepresidenta Carmen Calvo -al final fue ella y no el infortunado Abalos- telefoneó a Arrimadas para, dijo, una «primera toma de contacto». Aquello no pasó de ahí, pero Calvo debió quedarse con una mala impresión de la cortísima conversación, porque no le ha vuelto a repetir. Y a lo mejor, no lo hace nunca más.
Porque lo cierto es esto: Arrimadas y el escuálido equipo de resistencia que ha quedado en Ciudadanos tras el desastre de las elecciones, ya ha decidido textual y literalmente su postura: «Nunca vamos a apoyar, ni siquiera con la abstención, un Gobierno del PSOE con Podemos. Nunca». La decisión no será en ningún caso revisada. Las dirigentes del partido que son las que mandan, las que se han hecho con el poder residual que les han deparado las urnas, aseguran sin ambages, tampoco con matices, que Sánchez no les resulta un individuo fiable. Lo expresan incluso con mayar rotundidad según fuentes muy solventes: «Ni es auténtico, ni es creíble, ni es franco». Quizá una de las dirigentes que sí tienen espacio político propio, Begoña Villacís, puede aportar el recuerdo que, como concejal, dejó Sánchez en una concejalía del Ayuntamiento de Madrid en la que se mostró exactamente como ahora se le define en Ciudadanos: fatuo, altivo y mentiroso.
Pero, por encima de estas apreciaciones que, desde luego, invalidan cualquier colaboración con el aún presidente, existe una posición de principio: el «nuevo» Ciudadanos, el que está dispuesto a continuar en la brecha política, no quiere en absoluto contemporizar con un Sánchez que según dejan claro: «Se ha salido ya del marco constitucional». Descartado pues el apoyo a este PSOE enmerdado con leninistas y sediciosos, Ciudadanos ha urdido una propuesta política que consiste realmente en situar al Partido Popular, al que tantas veces ha intentado sustituir, en el centro de la responsabilidad política, de tal modo que pide a Pablo Casado un acuerdo para, conjuntamente, apoyar, casi patrióticamente, la investidura sin, claro está, compartir Gobierno con Sánchez. Defienden esta iniciativa utilizando, además, un dardo envenenado contra el PP: «Que Casado mire más a España y menos a Vox». Se trata, como puede fácilmente constatarse, de un trampa muy similar a las que solía tender Albert Rivera en sus múltiples cambios de posición. Una martingala que, de cumplirse, tendría un solo perdedor: el Partido Popular. Sánchez podría así desembarazarse del abrazo leninista de Iglesias, Ciudadanos quedaría como gestor de un acuerdo que impediría nuevas elecciones, y, al paso, VOX, se consagraría como única oposición al socialismo triunfante. O sea, un pan como unas tortas para el PP.
El «nuevo» Ciudadanos no se ha atrevido, y no es de extrañar, a presentar oficialmente al PP esta propuesta. El PP la ha conocido por los periódicos y, castizamente, como le gusta responder al secretario general, Teodoro García Egea, ya ha venido en contestar que «verdes las han ‘segao’». Es decir, que de ninguna manera. Arrimadas no puede, sentada al frente de la brevísima tropa que le ha quedado tras la hecatombe, erigirse en la muñidora de un gran acuerdo que, por lo demás, dejaría a Sánchez en la situación de seguir perpetrando desde La Moncloa todas las fechorías que se le ocurran a él y a su gurucillo Redondo, entre otras, la más grave, la de continuar flirteando con los sediciosos. Por eso, la idea de Ciudadanos no guarda la menor vocación de éxito, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que su decisión rotunda de no facilitar, ni con la abstención, el Gobierno de Sánchez, Iglesias, y la abusadora Montero pueda cambiar. Y finalmente: ¿qué tiene que pasar en este país para que una política así no vuelva a abrir el pico? ¿más clases de este dúo abyecto? ¡Por favor!.
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