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Una lluvia de sapos irrumpe en un pueblo de Valladolid: por qué se produce este fenómeno meteorológico

Siempre se ha vinculado con profecías, aunque tiene una explicación científica increíble, propia de la ciencia ficción

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Sapo similar a la especie caída en Wamba.
Paula M. Gonzálvez

Como si de un reventón térmico se tratara, una lluvia de sapos ha irrumpido bruscamente en Wamba, un pueblo de Valladolid. Podría ser el argumento de una película de ciencia ficción, incluso apocalíptica, pero es tan increíble como cierto. De hecho, estos vecinos son los primeros que se han quedado absortos con este extraño fenómeno meteorológico protagonizado por anfibios.

Aun con base científica, la razón por la que se producen las lluvias de sapos podría ser parte de una escena recogida en un guión de género fantástico: los anfibios han sido víctimas de una abducción por parte de un fenómeno meteorológico que ha tenido lugar previamente.

Por qué llueven sapos

Se trata de una tromba marina. Es decir, una manga de agua que se desplaza, a su vez, sobre un cuerpo acuático: una columna impulsada por un torbellino cuyo vórtice parte de la superficie de agua o de las costas y conecta con una nube. En definitiva, se puede entender como un tornado, aunque se diferencia en que estos se forman en la superficie de la tierra.

La tromba succiona agua del mar, del río o del lago, en función de dónde se produzca, y al hacerlo se lleva consigo también a cualquier animal acuático que esté a su paso. Lo normal, cuando ocurre, es que caiga del cielo una sola especie, principalmente peces o ranas, aunque también existe constancia de lluvias de aves.

Lo peor de las lluvias es que el impacto contra el suelo puede dejar destrozado al animal o aparecer congelados, incluso atrapados en un bloque de hielo. Las especies que muestran una mayor resistencia son los peces y las ranas -que en el caso de Wamba, parecían estar bien-. Se deduce, por tanto, que el tiempo transcurrido entre la succión y la lluvia es breve y, en cuanto a la congelación, que alcanzan una gran altura.

Lluvia de ranas

Desde luego no es lo habitual, aunque tampoco es único. De hecho, en España también ocurrió en 2007, año en el que cientos de ranas pequeñas cayeron en Rebolledo, una localidad de Alicante. Igualmente, es un fenómeno que se ha recogido en diferentes escritos, algunos de ellos de gran antigüedad. Incluso el Antiguo Testamento menciona una de estas precipitaciones, motivo por el que también se han relacionado históricamente con profecías bíblicas, a tenor de las siete plagas.

Las lluvias de ranas se conocen también como lluvias forteanas, un término que se utiliza para referirse a fenómenos extraños y honrar así al investigador Charles Fort (1874-1932). El estadounidense, autor de El libro de los condenados, era conocido por su dedicación al estudio de fenómenos anómalos que la ciencia no había podido explicar, al menos en su época.

Dado su carácter inusual, la lluvia de ranas no podía haberse producido en otro lugar que en este pueblo de Valladolid, si se tiene en cuenta la singularidad de Wamba, el único pueblo español con un nombre cuya inicial es la W y uno de los pocos lugares del mundo que ha sido testigo de cómo los anfibios -esta vez de un tamaño cercano a los 1,5 centímetros- pueden caer del cielo. Llegó junto a otras abundantes (y normales) precipitaciones.

Los sapos se convirtieron, por increíble que parezca, en una grata sorpresa para los más pequeños de la localidad vallisoletana, pero los adultos no vivieron la visita de estos animales con el mismo entusiasmo.

El alcalde, José Luis Álvarez, se pronunció al respecto, y recordó, precisamente, el relato del Antiguo Testamento. «Nunca había visto algo así en mi vida. Es algo increíble que también se menciona en la Biblia. No los vi caer, pero de repente aparecieron. Yo los vi por la tarde. De hecho, todavía hay unos cuantos en mi jardín», declaró, un día después del fenómeno.

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