España
Instituciones Penitenciarias

Interior convoca 40 plazas para ser médico en las cárceles pero sólo logra cubrir 7

La precariedad que este colectivo lleva denunciando desde hace años deja más de una treintena de vacantes en el sistema de salud penitenciaria.

  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

El Ministerio del Interior está teniendo serios problemas para hacer frente a la cada vez más preocupante situación sanitaria de las cárceles españolas, una responsabilidad estrictamente de Fernando Grande-Marlaska a través de su mandato delegado en la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Si el sistema penitenciario español ya es de por sí complicado – hablamos del equivalente a gestionar una población de unas 100.000 personas, entre personal e internos, repartidas en más de 80 instituciones-, más difícil es cuando ni siquiera se consigue atraer a los profesionales necesarios para mantener cubierta una necesidad tan básica como la salud de los presos. El problema es tan sencillo como grave: la cárceles se están quedando sin médicos y no llega personal nuevo.

En las últimas horas hemos sabido que cárceles como la de Estremera, en Madrid, buscan desesperadamente a médicos que suplan la baja de los dos últimos que quedaban en activo y que ahora mismo están de baja. Sólo a esa cárcel le corresponden nueve doctores para trabajar en diferentes turnos. Picassent, en Valencia, y Villena, en Alicante, no están mucho mejor, y menos ahora con la incidencia del Covid dentro de las prisiones: casi 200 positivos confirmados en la cárcel valenciana y casi 90 en la alicantina. ¿Qué ocurre con el sistema Sanitario Penitenciario? Que no es atractivo, está mal pagado, exige un nivel de sacrificio personal importante y además viene aderezado con la convivencia de una población reclusa que en ocasiones amenaza al médico que lo atiende si su tratamiento no se corresponde con lo que ellos esperan. Ese es el resumen de lo que cuentan los doctores en activo a los que ha consultado este periódico y que como siempre deben permanecer en el anonimato si no quieren ser expedientados.

En enero de 2020, ha hecho ahora un año, se publicó la convocatoria de un proceso selectivo para la selección y nombramiento de personal para el Cuerpo Facultativo de Sanidad Penitenciaria. Pasado un año desde aquella convocatoria y después de haber realizado los procesos de selección OKDIARIO ha sabido que el resultante de aquella convocatoria de 40 plazas es que hay 7 médicos nuevos en el Sistema Penitenciario que empezarán a hacer prácticas en diferentes cárceles. 33 plazas se han quedado sin cubrir, y la pregunta es por qué. ¿Acaso los procesos de selección son demasiado duros y el nivel que exige Instituciones Penitenciarias está fuera del alcance los aspirantes?, ¿tal vez en un país que va camino de los cuatro millones de parados lo que faltan son Licenciados en Medicina que reúnan los requisitos exigidos por Interior? La asociación profesional Tu Abandono Me Puede Matar revela que lamentablemente los motivos son mucho más prosaicos: poco dinero, agotamiento y sensación de inseguridad.

20.000 euros menos al año

El sueldo medio de un médico de prisiones ronda los 2.900 euros brutos, cantidad que no compite con la media de los médicos que trabajan fuera del sistema penitenciario y que se mueve en los 4.300 euros mensuales. Para colmo, en Cataluña, donde las competencias en materia penitenciaria están transferidas, ese sueldo dentro de una prisión catalana se va a los casi 5.000 euros brutos mensuales. Los doctores de prisiones consultados por OKDIARIO lo resumen de manera muy gráfica: “Se trabaja dentro de la cárcel cuando no hay más remedio. Solamente en el aspecto económico un médico penitenciario pierde 20.000 euros al año frente a los que trabajan en el Sistema de Salud ordinario”.

Pero la falta de incentivo económico trae otros problemas. La ratio de médicos no se está cumpliendo ni renovando, lo que ha traído un envejecimiento sobrevenido de los facultativos en prisión. A estos doctores y doctoras además se les está exigiendo cubrir turnos de guardia presencial de hasta 15 jornadas por mes y el agotamiento al final les pasa factura. De hecho, para elaborar este artículo has sido complicado cuadrar agenda con las fuentes médicas penitenciarias de las que se ha obtenido la información porque estaban prácticamente siempre dentro de prisión.

Al final es el interno, el preso, el que paga esta situación. Si no hay médicos suficientes, si están mal pagados y agotados muchas patologías se quedan sin tratar, dependen del servicio de urgencias del 112 y poco más. Y cuando no se tratan enfermedades en las cárceles las consecuencias no son las mismas que en la calle.

Para empezar, ¿qué enfermedades se encuentra un médico en prisión de forma recurrente? Drogodependencia, enfermedades mentales e infecto contagiosas forman el preocupante pódium de las patologías penitenciarias. No es difícil imaginar las situaciones a las que se ven expuestos estos doctores cuando los reclusos no están satisfechos con su atención: amenazas, autolesiones, gritos, golpes, lanzamiento de objetos…

Sin embargo los profesionales consultados por este diario hacen un relato de otras circunstancias que hacen que su trabajo sea más complicado dentro que fuera de la cárcel «Desde lo más básico que es no tener acceso a Internet o ni siquiera poder compartir información con la Sanidad Pública. En una cárcel prima el criterio regimental sobre el médico y eso afecta a todo nuestro trabajo. Así es imposible plantearse una carrera profesional dentro así que es lógico que nadie quiera venir aquí». Casi nadie. A partir de hoy ya hay 7 médicos más sometidos a este día a día dentro de prisión.