Delgado y sus acólitos tratan de esconder a sus compañeros que la UPF apoyó al fiscal del 1-O Javier Zaragoza

dolores delgado
La fiscal general del Estado, Dolores Delgado, durante la apertura del año judicial. Foto: EP

El secretariado de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), órgano de gobierno de la asociación a la que pertenece la fiscal general del Estado Dolores Delgado, se reunió antes del último Consejo Fiscal para decidir a qué candidato apoyaban en cada plaza de las que se dieron la semana pasada. De los siete miembros del secretariado, seis apoyaron a Javier Zaragoza, fiscal del 1-O y miembro de la UPF, y la séptima, se abstuvo. Las actas de ese día deberían ser enviadas a los miembros de la asociación. Sin embargo, los cuatro miembros del Consejo Fiscal y la FGE están tratando de que la UPF no haga públicas las actas de la última reunión. El motivo es que no quieren que se filtre el contenido a los medios después de que, los consejeros se saltaran la decisión de la asociación tras recibir, presuntamente, presiones de Delgado.

Es cierto que el Estatuto Orgánico de la UPF otorga libertad de voto a los miembros del Consejo Fiscal, pero también lo es que en una plaza de tal calado, como la de jefe del Supremo, los miembros del Consejo Fiscal es más que raro que se salten, y menos todos en bloque, la disciplina de la asociación. El motivo, como ya publicó OKDIARIO es una vendetta personal de Delgado contra Zaragoza que viene de largo, de muy largo.

Vendetta personal

Para tener un candidato contra Zaragoza, tal como informó en exclusiva OKDIARIO el pasado día 22 de octubre, Dolores Delgado había llamado al hasta ahora fiscal de sala de Menores, Fernando Huete, para decirle: “Preséntate que la plaza es tuya”. Huete, fiscal sin asociar y con mucho menos escalafón que Zaragoza, se presentó y, pese a que en el Consejo Fiscal los cinco miembros de la Asociación de Fiscales, en vista de la jugada de Delgado, apoyaron a Zaragoza, finalmente Delgado le dio la plaza a Huete.

Todas las fuentes consultadas por este periódico, excepto los implicados de la UPF que niegan la mayor, coinciden en asegurar que la actitud de Dolores Delgado con Javier Zaragoza es “una vendetta personal que viene de largo, y tiene nombre y apellidos: Baltasar Garzón”.

Garzón

La bronca viene de hace años. Viene de cuando Javier Zaragoza era fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Fue él quien encumbró a Delgado, nombrándola portavoz de la Audiencia Nacional y fiscal de Antiterrorismo, lo que la hizo conocida. Y que ésta fue su mano derecha hasta que el ex magistrado Baltasar Garzón volvió de ser enlace en el extranjero y, presuntamente, se interpuso en la relación profesional Delgado-Zaragoza, lo que abrió una brecha insalvable entre ambos.

El motivo, según quienes vivieron aquellos momentos fue que el entonces jefe de la Fiscalía trató de explicarle al magistrado que “no podía investigar los crímenes del franquismo”. La prescripción y la Ley de Amnistía se lo impedían, pero Garzón hizo caso omiso a las múltiples advertencias de Zaragoza, lo que terminó con un enfrentamiento directo entre el Ministerio Público, que ha terminado por tener razón jurídicamente hablando, y el juez.

Esa guerra fría fue la que hizo que Delgado tomara parte por uno de los dos bandos. Una parte que, según varios fiscales consultados, “se ha servido la venganza en plato muy frío”.

Regalos

En cuanto a las presiones de Delgado, la actual FGE habría utilizado el hecho de que lo votado por el Consejo Fiscal no es vinculante, ya que la última decisión sobre cada nombramiento es suya, para forzar el vacío de la UPF a Javier Zaragoza. Así, varios de los que votaban tenían intereses en las plazas y, según las fuentes, “Lola les había dejado claro que si apoyaban a Javier, las plazas irían a otros candidatos”.

Pero la plaza de Huete no es la única que Delgado ha regalado.  La plaza más codiciada del Supremo, la perita en dulce, el caramelo, la plaza de Lo Togado, ha ido a para como informó este periódico días antes de las votaciones, a su amiga Esmeralda Rasillo, su acólita, la mujer que obtuvo un cargo en el Ministerio de Justicia mientras Delgado fue ministra, y que la siguió a la Fiscalía General del Estado cuando Pedro Sánchez la nombró.

Rasillo fue la elegida pese a que 13 de los 19 aspirantes tienen más escalafón y experiencia que ella, y dos de los 19, pese a tener menos escalafón, son los únicos que tienen experiencia en esta rama tan especializada, a la que habría que añadir un tercero que contaba con experiencia en internacional.

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