Acoso escolar: qué hacer cuando tu hijo es el que hace bullying
Las pautas a seguir y el protocolo policial ante los niños que hacen acoso escolar
El ‘rostro’ actual del acoso escolar y el ciberacoso
Cómo saber que un menor está siendo víctima del bullying
El acoso escolar o bullying es una forma de violencia que afecta a muchos niños y adolescentes en el ámbito escolar. Se trata de un comportamiento agresivo, intencionado y repetido que busca intimidar, humillar o excluir a otro compañero. El acoso escolar puede tener graves consecuencias para la salud física y mental de las víctimas, pero también para los agresores, que pueden desarrollar problemas de conducta, autoestima o empatía. A continuación, todas las pautas sobre el acoso escolar y qué hacer cuando tu hijo es el que hace bullying.
Señales de alerta cuando es tu hijo quien hace bullying
Si sospechas que tu hijo es el que hace bullying a otros niños, es importante que actúes cuanto antes para frenar esta situación y ayudarle a cambiar su actitud. Para ello, resulta esencial detectar las señales de alerta, tratar el problema en la escuela y en casa, y conocer el protocolo policial con menores agresores.
Sin embargo, no siempre es fácil saber si tu hijo es el que hace bullying a otros niños, ya que puede ocultarlo o negarlo. Sin embargo, hay algunas señales que pueden indicarte que algo no va bien:
- Tiene un carácter dominante, impulsivo o intolerante.
- No respeta las normas ni la autoridad.
- Tiene problemas de convivencia con sus compañeros o profesores.
- Se burla, insulta o amenaza a otros niños.
- Tiene actitudes racistas, machistas u homófobas.
- Muestra indiferencia o falta de remordimiento por el daño que causa.
- Tiene objetos o dinero que no le pertenecen.
- Presenta rasguños, moratones o roturas en la ropa o el material escolar.
- Tiene un rendimiento académico bajo o irregular.
- Usa las redes sociales para difundir rumores, fotos o vídeos ofensivos.
Cómo tratarlo en la escuela
Si detectas alguna de estas señales en tu hijo, lo primero que debes hacer es hablar con él y tratar de averiguar qué le pasa y por qué actúa así. Es importante que le transmitas tu preocupación y tu desaprobación por su comportamiento, pero también que le ofrezcas tu apoyo y tu confianza para ayudarle a cambiar.
Además, debes contactar con el centro escolar y comunicarles la situación. La escuela tiene un papel fundamental para prevenir y abordar el acoso escolar, y debe aplicar las medidas educativas y disciplinarias que correspondan. Es conveniente que mantengas una comunicación fluida con los profesores y orientadores, y que colabores con ellos para seguir la evolución de tu hijo.
Puede ser bueno que el primer contacto con el colegio lo hagas al margen del niño. No le comuniques que vas a hablar con su tutor o con la dirección del centro. Mantén una reunión privada ya que no será bueno que el niño se sienta tampoco señalado. La escuela debe además dejar claro qué protocolo va a seguir en el caso de que se confirme que es tu hijo quien ejerce el acoso escolar.
En casa
En casa también puedes hacer mucho para ayudar a tu hijo a dejar de hacer bullying. Estas son algunas recomendaciones:
- Refuerza su autoestima y su seguridad. Reconoce sus logros y sus cualidades positivas, y ayúdale a superar sus dificultades y frustraciones.
- Fomenta su empatía y su respeto por los demás. Enséñale a ponerse en el lugar de las personas que sufre su acoso, y a valorar la diversidad y la tolerancia.
- Establece normas claras y coherentes. Marca los límites de lo que está bien y lo que está mal, y aplica las consecuencias adecuadas si los incumple. Evita los castigos físicos o verbales, y opta por medidas educativas que le hagan reflexionar sobre sus actos.
- Supervisa su uso de las nuevas tecnologías. Controla el tiempo que pasa conectado a internet o al móvil, y revisa los contenidos que consume o comparte. Explícale los riesgos del ciberacoso y las normas de convivencia digital.
- Fomenta su participación en actividades positivas. Anímale a practicar algún deporte, hobby o afición que le guste y le haga sentir bien. Favorece su relación con amigos sanos y respetuosos.
Protocolo policial con menores agresores
En algunos casos, el acoso escolar puede llegar a constituir un delito penal si se producen lesiones, amenazas, coacciones u otros hechos graves. En estos casos, la víctima o sus representantes legales pueden denunciar los hechos ante la policía o la fiscalía de menores.
El protocolo policial con menores agresores está regulado por la Instrucción 1/2017 de la Secretaría de Estado de Seguridad, que actualiza el protocolo de actuación policial con menores. En el apartado 7 de esta instrucción se establecen las pautas específicas para la actuación policial en los entornos escolares, y en particular, en los casos de acoso escolar.
Según este protocolo, la policía debe actuar con especial diligencia y sensibilidad en estos casos, y debe coordinarse con el centro escolar, los servicios sociales y la fiscalía de menores. La policía debe recabar toda la información posible sobre el acoso, identificar a los implicados, recoger las pruebas y testimonios pertinentes, y elaborar un informe detallado.
Si el agresor es menor de 14 años, no se le puede imputar ningún delito, pero se le puede aplicar alguna medida de protección o de reforma educativa. Si el agresor tiene entre 14 y 18 años, se le puede detener si hay indicios suficientes de su participación en un delito grave, y se le debe informar de sus derechos y garantías. En ambos casos, se debe comunicar la situación a sus padres, tutores o guardadores, y se debe poner al menor a disposición de la fiscalía de menores.
En el mencionado apartado 7 del protocolo que sigue la policía se específica:
«La respuesta policial debe ser individualizada para cada acosador, delimitando posibles delitos contra la integridad moral, amenazas, lesiones, homicidio, inducción al suicidio, delitos cometidos con ocasión del ejercicio de los derechos fundamentales y de las libertades públicas u otros», pero también deja claro que no solo se centra en la víctima y el acosador, sino que «deben esclarecerse posibles responsabilidades de adultos:educadores, padres, etc.»
Una vez realizada la investigación policial, con su protocolo de actuación y el informe que se elabore, la fiscalía de menores será la encargada de valorar la gravedad de los hechos y de solicitar al juez de menores las medidas oportunas. Estas medidas pueden ser de internamiento en un centro cerrado o semiabierto, de libertad vigilada, de prestación de servicios a la comunidad, de asistencia a programas formativos o terapéuticos, o de reparación del daño causado a la víctima.
El objetivo de estas medidas es que el menor agresor asuma su responsabilidad, repare el daño causado y se reeduque para evitar que vuelva a cometer actos violentos. Para ello, es fundamental el apoyo y la colaboración de su familia y de los profesionales que le atienden.
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