Economía
OK ANÁLISIS

Robots, la nueva excusa de los intervencionistas para reducir la libertad

No caben dudas de que el avance de la robótica implicará cambios en nuestra vida cotidiana que tendrán que tener su reflejo en las normas que regulan la vida en sociedad. Un ejemplo: la generalización de los vehículos autónomos (funcionan sin necesidad de conductor) hará necesaria una actualización de las normas de tráfico.

Sin embargo, las iniciativas que van apareciendo en diferentes niveles van mucho más allá de una actualización normativa. Un buen ejemplo es el informe “Normas de Derecho Civil sobre robótica”, presentado hace algunas semanas a la Comisión Europea y dirigido por la eurodiputada socialista Mady Delvaux. Me resulta llamativo que entre los 785 eurodiputados se haya elegido para esa tarea a la Sra. Delvaux, que fue profesora de literatura clásica, y no a alguien con un perfil más técnico. Tal vez el criterio fue escoger a quien más novelas de Isaac Asimov había leído.

El informe reconoce los múltiples efectos positivos de los robots (aumento de la eficiencia, ahorro de costes, mayor seguridad en tareas peligrosas, etc.), que permitirán en el largo plazo “una prosperidad virtualmente ilimitada”. Pese a ello, luego abraza todos los prejuicios habituales: que el trabajo humano será desplazado, que la sociedad puede “deshumanizarse”, que se corre el riesgo de que los robots superen en inteligencia a los humanos, que los sistemas de seguridad social podrían dejar de ser viables, etc.

¿Cómo se sugiere enfrentar esos retos? Del mismo modo que los socialistas de todos los partidos proponen resolver cualquier problema: con más impuestos, más gasto público y más burocracia. Aunque haya una contradicción entre fines y medios.

En efecto, al mismo tiempo que se admiten las ventajas derivadas de la robotización, se busca desincentivar su uso: se promueven impuestos especiales para las ganancias generadas por robots así como que éstos coticen a la Seguridad Social. Al mismo tiempo que se alerta sobre la viabilidad futura de los sistemas de seguridad social, se pide que se “considere seriamente” la puesta en marcha de una renta básica universal, cosa que no haría más que perjudicar esa misma viabilidad (el efecto de una renta básica sobre la economía española lo analizamos en un artículo anterior). Al mismo tiempo que Japón, Corea del Sur, Singapur, Alemania y EE.UU., entre otros países altamente tecnificados, están en pleno empleo (tasa de paro de 5% o menos), se insiste en asustar a la gente con un futuro de desempleo permanentemente alto por culpa de los robots. Además, como siempre, se propone la creación de un nuevo organismo (la “Agencia Europea para la robótica”).

Desde el inicio de la Revolución Industrial, con cada nueva innovación ha resurgido el temor a que las máquinas dejen sin empleo a los humanos. La historia ha demostrado una y otra vez que ese temor no tiene fundamento. Ahora no tiene por qué ser diferente.

Es probable que los socialistas de todos los partidos lo sepan. Así, los robots no serían más que una nueva excusa para justificar lo que a ellos en verdad les interesa: aumentar el espacio del sector público todo lo posible, aun a costa de arrinconar la libertad individual y cercenar las nuevas oportunidades de prosperidad.