Economía

El pesimismo se apodera de la economía española

El Banco de España se pronunciaba la mañana del martes para anunciar, de forma pública, los nuevos reajustes, a la baja, en los pronósticos sobre la economía española. De acuerdo con el Banco Central Nacional, las malas cosechas en materia de empleo y afiliación, así como la moderación en la reducción del desempleo muestran un mayor pesimismo sobre el futuro de nuestra economía; que además se enfrenta al mayor bloqueo político de la historia.

De acuerdo con el presidente, Hernández de Cos, la economía española muestra una mayor moderación de lo esperado, por lo que deben hacerse las revisiones pertinentes para reflejar la situación que atraviesa la economía española. De acuerdo con la última revisión, la economía española sufre un reajuste que sitúa la tasa de crecimiento en el 2%. Un -0,4% respecto a la tasa de crecimiento prevista a principio de año y un -0,2% respecto a la prevista por el propio Gobierno del PSOE.

Si miramos la economía española en el marco de los últimos tres años, así como los dos años posteriores de los que el Banco de España ya ha hecho su previsión, podemos observar como la economía española ha sufrido un fuerte deterioro, previendo uno más intenso en los próximos años sucesores. Mientras en 2017 estábamos creciendo a ritmos del 3,1%; para 2018, la tasa de crecimiento registró una fuerte caída que la situó en el 2,6%. Además, ahora, para 2019, de acuerdo con las previsiones, la tasa de crecimiento, como hemos indicado, se sitúa cercana al 2%.

Por otro lado, si cogemos las previsiones que también ha hecho públicas el organismo sobre los próximos 2 años, 2020 y 2021, la tasa de crecimiento prevista se sitúa en el 1,7% en 2020 y un 1,6% en 2021. Es decir, si las previsiones se cumpliesen, España cosecharía un lustro de moderaciones en las tasas de crecimiento del PIB, poniendo de manifiesto la realidad de una economía que, de acuerdo con los datos expuestos, muestran una clara tendencia subyacente de desaceleración económica.

Una tendencia que pretende moderar, prácticamente, la tasa de crecimiento del PIB español en aproximadamente un -50%. Es decir, estaríamos creciendo a ritmos muy inferiores en contraste con años anteriores, similares, por otro lado, a los ritmos que prevé la economía de la Zona Euro, hecha pública el lunes, en la comparecencia del Presidente del BCE, Mario Draghi, y que situaba la tasa de crecimiento prevista en el 1,1% para el próximo año, un  1% para el 2020, así como un 1,5% para el 2021.

Hablar de la economía española de una forma tan deliberada como lo hace el propio Gobierno en funciones es un auténtico sacrilegio económico. Estamos viendo como los Bancos Centrales advierten sobre la situación y trabajan en políticas que, de una forma u otra, traten de paliar la situación de la economía; a la vez que vemos a la Ministra de España, desmentir los comunicados del BCE en los que se advierte del margen de España para tomar decisiones, con afirmaciones del tipo: “la recuperación aún tiene recorrido para crecer y crear empleo”.

Por otro lado, pese a la discrepancias del Gobierno en funciones con el propio Banco de España, no solo es el banco central el que mantiene un mayor pesimismo sobre la economía española. La misma mañana del martes, desde el servicio de estudios de BBVA Research también se hacía hincapié en la desaceleración que arriba mencionamos. Una desaceleración que ha llevado a España a pasar de crecer a ritmos del 4% a finales de 2015, a cosechar un 2,1% en el segundo trimestre del año vigente.

Una desaceleración muy peligrosa y a tener muy en cuenta. El bloqueo parlamentario que representa este país puede costar muy caro a nuestra economía. Le costó a Italia y nos puede costar a nosotros, ya que la falta de reformas y pactos de estado que traten de liderar un proyecto económico de futuro, no progresista como dicen algunos, es una incapacidad, en estos momentos, para nuestro país. Reformas que, por otro lado, no solo repercutirán en el escenario a corto plazo, sino que serán fundamentales en el medio/largo plazo.

Creo que cogiendo este análisis de los últimos años de la economía española, está bastante claro que el ciclo expansivo que atravesaba la economía está llegando a una fase de madurez, donde los crecimientos pierden el dinamismo del que, a priori, gozaban; a la vez que, las políticas de estímulo aplicadas por el BCE, tienen un impacto cada vez menor, incidiendo con menor fuerza en la economía europea. Una situación complicada para países como España, donde los márgenes, en paralelo a las declaraciones emitidas desde el Ministerio de Economía, son bastante menores, en contraste con otras economías homólogas.

En resumen, ante la retahíla de datos expuestos y las declaraciones emitidas por los organismos y bancos centrales, está bastante claro que la economía española se está quedando sin combustible. Combustible que, por otro lado, amenaza gravemente por las grandes vulnerabilidades, tanto coyunturales como estructurales, que posee la economía española. La situación requiere de actuación inmediata, de incentivos que devuelvan el dinamismo perdido a la economía y que se disten, aunque sea levemente de los ya aplicados, pues ya hemos visto que su efecto en los crecimientos está siendo prácticamente nulo.