El pequeño comercio alerta sobre la campaña de Navidad: «El inicio de diciembre ha sido aterrador»
Las ventas del comercio minorista frenan su crecimiento en septiembre hasta el 0,5%
Las quiebras de empresas se disparan un 22,5% en lo que va de año
El pequeño comercio está muy preocupado ante la que, en teoría, es la mejor época del año para su negocio: la campaña de Navidad. El inicio de diciembre ha sido «aterrador», según el sentir generalizado del sector, y, aunque espera un tirón de última hora, cree que no será suficiente para salvar un año que ha sido desastroso.
Todavía no hay datos oficiales y el comercio es algo muy heterogéneo. Pero el textil es el que está sufriendo más el impacto de la crisis: «Llevamos con caídas del 10%-15% cada mes desde el verano y diciembre ha empezado que da miedo. Habrá compras de última hora, pero otros años a estas alturas se había vendido mucho más», explica un empresario del sector.
Desde la Confederación Española de Comercio constatan que la facturación del textil sigue un 30% por debajo de los niveles prepandemia. La principal razón es la ralentización del consumo por la inflación, que reduce el poder de compra de los ciudadanos y éstos priorizan la compra de bienes de primera necesidad. «El dinero es el que es y, si las cosas cuestan más, no queda otra que comprar menos», señalan desde esta patronal.
Añaden que el Black Friday, lejos de ser un impulso para las ventas, sólo ha servido para adelantar las ventas de Navidad: «lo que se ha vendido en el Black Friday se restará de la campaña navideña». Y dado que la facturación de este día importado de EEUU en que se ofrecen descuentos especiales no ha sido especialmente elevada, los temores del sector se han acrecentado.
«El ticket medio va a estar por debajo del año pasado y de los niveles anteriores a la pandemia», predicen desde la Confederación. En septiembre, las ventas del pequeño comercio moderaron su crecimiento a un magro 0,5%, aunque ahí se incluye todo tipo de tiendas, no sólo del sector textil.
Subida de costes
Esta caída de las ventas agrava la situación de estos comercios, que tienen que hacer frente a una subida de los costes, tanto fijos como variables. En especial, a la factura energética, a los salarios y a los costes de los suministros. A diferencia de las grandes superficies, estas tiendas no tienen capacidad de asumir -total o parcialmente- estas subidas en sus márgenes, por lo que no pueden ofrecer grandes descuentos.
Menores ventas y mayores costes se traducen en serias dificultades para que muchos comercios se mantengan abiertos. El primer paso suele ser despedir a los empleados contratados (la mayoría son negocios familiares), a los que no pueden seguir pagando el salario en este entorno. Y, si con eso no es suficiente, muchos tendrán que ir a concurso de acreedores. Algo que ya se está notando desde hace meses: las insolvencias empresariales han crecido un 22,5% en lo que va de año.
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