Investigadores desarrollan un nuevo método para almacenar CO2 en el subsuelo
Reducir el impacto de los gases contaminantes y mitigar así el avance de la crisis climática en clave para avanzar en los objetivos de sostenibilidad. Por este motivo, investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), de la Universidad Técnica de Freiberg han propuesto un método innovador para almacenar CO2 en el subsuelo de forma viable y segura.
El trabajo, que publica la revista ‘Geophysical Research Letters’, propone capturar y almacenar dióxido de carbono (CO2), un gas de efecto invernadero, con una tecnología que el IDAEA lleva desarrollando desde hace 25 años.
«En torno al 20% de las emisiones de CO2 provienen de procesos industriales, como la producción de cemento, acero o etanol, que seguirán generando CO2 aunque toda la energía que consuman provenga de fuentes renovables», ha explicado el investigador y autor del estudio, Víctor Vilarrasa.
Para alcanzar la neutralidad de carbono, esta tecnología plantea capturar el CO2 y almacenarlo en el subsuelo, aunque es un proceso con un riesgo elevado de fuga ya que, tal y como se hace actualmente en rocas porosas y permeable situadas a entre 1 y 3 kilómetros de profundidad, el CO2 es menos denso que el agua y, por lo tanto, flota.
Almacenamiento seguro
Este estudio demuestra mediante simulaciones computacionales que el CO2 podría ser almacenado de forma segura si se inyectara en pozos donde existen condiciones supercríticas, donde la temperatura y la presión son superiores a 374ºC y 218 atmósferas, respectivamente.
Estas condiciones se encuentran a unos 3-5 km de profundidad en zonas volcánicas, y por debajo de los 13 kilómetros en otras zonas. El investigador señala que perforar a 13 kilómetros no es técnicamente posible en la actualidad, por lo que las zonas volcánicas son una opción más factible. Descubrimos que cada pozo podría almacenar las emisiones equivalentes a las emitidas entre 75.000 y 1,1 millones de personas
Vilarrasa ha apuntado que países como España, Italia o Turquía, cuyos territorios tienen zonas volcánicas, tienen un gran potencial para desarrollar esta tecnología. No obstante, el investigador ha admitido que quedan muchos interrogantes por resolver, como el desarrollo de técnicas para detectar las zonas con condiciones supercríticas, la evaluación de riesgos inherentes a zonas volcánicas, la mejora de las técnicas de perforación.