Un impuesto a la banca disminuiría la liquidez en los mercados: sucedió en Francia en 2012
La introducción de un impuesto sobre los beneficios podría tener un impacto negativo sobre el sector y sobre la economía en su conjunto. Lo advierten todos y cada uno de los grandes bancos españoles, los expertos y hasta distintas instituciones. Sucedió en Francia en 2012, y volverá a pasar en España si Pedro Sánchez lo saca adelante, tal y como señalan a OKDIARIO varios portavoces de los grandes bancos de este país.
Una de las cuestiones más controvertidas y populistas que se debaten desde 2011 en Bruselas es, precisamente, la tasa a las transacciones financieras (ITF). Francia la aprobó en 2012 bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy y entró en vigor en agosto de ese año. En un ejercicio completo, en Francia se preveía, en 2012, que esa tasa aportaría a las arcas públicas unos 1.600 millones. Sin embargo, apenas se alcanzaron ingresos por valor de 900 millones en 2013, el primer año completo en que se aplicó. Conclusión: fue un auténtico fiasco.
El sector financiero galo, como no podía ser de otra manera, declaró la guerra a la subida. Paris Europlace, organización dedicada a la promoción de París como centro financiero, advirtió en una nota de prensa de que se “estigmatiza el mercado, esencial para financiar la economía real, al gravar operaciones imprescindibles para garantizar la liquidez”.
El impuesto a las transacciones financieras, así las cosas, tiene una eficiencia impositiva cuestionable, que podría traducirse también en un menor crecimiento económico. Esto se debe, entre otros motivos, a que los clientes bancarios acaban soportando parte de la carga, y a que disminuye la liquidez en los mercados, como sucedió en Francia tras la introducción de este impuesto en 2012. Las consecuencias se podrían percibir, por ejemplo, en el menor uso que se hiciera de algunos instrumentos financieros, o en la competitividad de las empresas que vieran dificultado su acceso a los mercados.
Un ‘castigo’ a la banca en un contexto como el actual, con una fuerte presión regulatoria y unos costes de capital todavía por debajo de la rentabilidad, podría, según varios expertos consultados por este periódico, reducir la competitividad de las entidades bancarias españolas e impulsar un aumento de los costes de financiación para empresas y hogares (vía aumento de comisiones y encarecimiento de los préstamos), así como en una reducción de la remuneración de los depósitos.
«Tampoco parece adecuado que esta medida se aplique en el terreno nacional, sino que debería aplicarse al menos en el área del euro. La progresiva integración de las economías europeas está facilitando los flujos entre países y, por tanto, la deslocalización del ahorro, por lo que sólo un impuesto a nivel europeo podría paliar este efecto negativo», señala un directivo de uno de los seis grandes bancos que cotizan en el Ibex 35. «España necesita un sistema eficiente de tributación, que no distorsione las transacciones económicas y que no perjudique especialmente a un sector o a un mercado», concluye el mismo.
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