Grifols promete la venta de «uno o dos activos» y la refinanciación de su deuda sin convencer al mercado
Grifols intentó calmar este jueves los miedos del mercado por su situación financiera y consiguió todo lo contrario: provocar un nuevo pánico vendedor. La compañía prometió la venta de activos para reducir su deuda y la refinanciación de la misma, así como medidas para mejorar su gobernanza como la pérdida de los poderes ejecutivos del presidente o el fin de las operaciones vinculadas con Scranton. Pero su decepcionante previsión de cash flow anuló todos estos anuncios, según fuentes del mercado.
La acción de Grifols se desplomó ayer el 34,93% -la mayor caída de su historia- hasta 7,58 euros, con lo que perforó los mínimos de enero marcados tras el informe de Gotham City que cuestionaba sus cuentas y aseguraba que la compañía valía cero. De hecho, este fondo bajista se mofó en las redes sociales de la conferencia con analistas en la que hizo todos estos anuncios.
El director financiero de Grifols, Alfredo Arroyo, anunció que el endeudamiento bajará a entre 4 y 4,5 veces el Ebitda (beneficio operativo bruto) de forma orgánica, pero que se puede reducir más con la venta de «uno o dos activos» que están analizando, aunque no identificó cuáles. Asimismo, aseguró que en este semestre se ocupará de los vencimientos de deuda previstos para 2025, que intentará refinanciar.
Sin embargo, los argumentos negativos superaron con creces los positivos. El principal fue su previsión de cash flow (entrada de caja) libre para 2024, que es de cero, lo que se conoce como break even. Este es un tema muy sensible porque Grifols viene de años con flujo de caja negativo, como alertó OKDIARIO en su día, y el mercado esperaba que ya fuera positivo en 2024.
Así lo destacan analistas como Jaime Escribano, de Banco Santander, que esperaba una generación de caja de entre 300 y 400 millones. Peter Verdult, de Citigroup, añade que «lo que no se esperaba era el comentario de que el free cash flow de 2024 fuera cercano a cero». Cuando se le preguntó por tercera vez durante la conferencia por esta previsión, Arroyo respondió que se debía a «cosas contables» (accounting stuff), expresión que sentó muy mal a los analistas por la inconcreción.
Tampoco gustaron mucho otras previsiones para 2024, como la de crecimiento de los ingresos, según destaca Patricia Cifuentes de Bestinver.
Fuera de las cifras, decepcionó también que no se anunciara ninguna medida para deshacer las oscuras relaciones de Grifols con el holding de la familia fundadora, Scranton, que es donde se centran las críticas de Gotham. El presidente de la empresa, Thomas Glanzmann, simplemente hizo una promesa genérica de acabar con las operaciones vinculadas, sin concretar detalles ni fechas.
Por el contrario, en el informe anual de 2023 remitido a la CNMV recoge que estas relaciones se incrementaron con nuevos créditos de Grifols a Scranton, con lo que la deuda total alcanza 115,2 millones. Asimismo, una de las filiales que la farmacéutica vendió a la familia (pero que Grifols sigue consolidando), BPC Plasma, pagó un dividendo de 266,4 millones de euros a Scranton en 2023, en vez de hacerlo a la cotizada.
En este sentido, el mercado considera «insuficientes» las medidas para mejorar la gobernanza, como la reciente salida de Raimon Grífols y Víctor Grífols Deu (hermano e hijo del fundador, respectivamente) de sus puestos como director corporativo y director de operaciones para pasar a ser consejeros dominicales, en un intento de separar la propiedad de la gestión.
También se ha producido el fichaje de Nacho Abia como consejero delegado y ahora llega la renuncia de Glanzmann a sus poderes ejecutivos, si bien aplazada hasta 2025. «Son cambios que van en la buena dirección pero se quedan en la superficie, sin atacar el verdadero problema que son las relaciones con Scranton», según una de las fuentes.
Ya por la mañana había provocado la alerta que Grifols presentara las cuentas sin auditar por KPMG y sin la firma de uno de los miembros del consejo. Algo absolutamente inusual y que trae a la memoria del mercado otros casos de cuentas sin el visto bueno del auditor, como las de Bankia de 2011 por Deloitte (aquello provocó el hundimiento y el rescate de la entidad).
Los responsables de la empresa dieron unas explicaciones muy difusas en las que achacaban esta circunstancia a «problemas administrativos», lo que no consiguió calmar la inquietud y sumó una incertidumbre más a la delicadísima situación de la compañía.
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