Análisis

La gran asignatura pendiente de la economía española: la peculiaridad del empleo

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Magdalena Valerio, ministra de Trabajo del Gobierno de Pedro Sánchez.

En los últimos meses hemos visto a determinadas formaciones políticas hacer hincapié en algunos aspectos de la situación económica que atraviesa España. Según la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, la economía española se ralentiza pero sigue estando por encima de la media. Una apreciación que curiosamente compartían algunos diarios en nuestro país esta semana al ver que, durante el tercer trimestre, el país había registrado un crecimiento superior a la media de la OCDE.

Ahora bien, dado que lo que queremos es analizar la economía y no las tasas reales de crecimiento, este dato debería ponerse en contexto con otros en los que no estamos tan bien, por lo que tratan de mantenerse fuera del debate político. Es el caso del empleo.

Por ejemplo, si uno observa el crecimiento de Alemania, podemos ver como, pese a haber bordeado la recesión técnica tras la fuerte caída que vivía el sector exterior en el mundo, sus índices de desempleo seguían mostrando una gran fortaleza, marcando récords que situaban al país en parámetros de pleno empleo. En cambio, en España junto con Grecia seguimos liderando el desempleo a la vez que se está ralentizando la creación de empleo en el país.

Podemos decir públicamente que crecemos más que Alemania. Sin embargo, lo que debe preocupar no es la tasa de crecimiento sino cuánto debemos crecer para crear empleo de calidad y sostenible. De nada sirve estar creciendo a altas tasas de crecimiento si, posteriormente, países que crecen a niveles inferiores consiguen optimizar ese crecimiento y crear empleo de mayor calidad y menos vulnerable ante los shocks económicos. Es decir, con menor crecimiento están creando un empleo más estable y menos sensible a las variaciones que experimenta el crecimiento.

La Ley de Okun, la relación empírica que mide el impacto del crecimiento en materia de PIB en la tasa de desempleo en el país, muestra unos parámetros que reflejan la gran fragilidad del empleo en España. De acuerdo con los resultados obtenidos, en España con poco crecimiento creamos empleo de una forma más acelerada que otros países, pero ocurre a la inversa cuando decrecemos: la destrucción de empleo es mucho mayor.

España, pese a haber fortalecido su eficiencia para crear empleo con un menor crecimiento, sigue presentando una gran vulnerabilidad en la destrucción de puestos de trabajo. Cuando el Producto Interior Bruto decrece, España es un país que suele destruir mucho empleo. De hecho, es ahí donde se puede observar esa no linealidad que, sin embargo, sí poseen otros países como Alemania, Holanda o Francia. Por esta razón, España, a diferencia de Alemania, no puede permitirse, con una tasa de paro tan elevada, reducir sus crecimientos como si podrían hacerlo otros países.

Alemania, pese a haber reducido su crecimiento a niveles mínimos, ha seguido con la misma tasa de desempleo que en meses anteriores, no modificando su tasa de desempleo prácticamente. Si hacemos esa comparación con España, ya hemos observado que, pese a haber crecido un 0,4% intertrimestral, la creación de empleo se ha ralentizado bastante, frenando la reducción del desempleo más de lo esperado.

En resumen, la tasa de crecimiento no lo es todo: en España el desempleo es mucho más sensible a las variaciones que sufre el PIB que otros países homólogos. Por esta razón, sin más dilación, debemos adoptar las reformas oportunas para controlar el decrecimiento, sobre todo ante la «desaceleración sincronizada» que afronta el planeta.

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