La firma de Warren Buffett cerró 2018 con una caída del 91%, su peor resultado desde 2001
Berkshire Hathaway, el vehículo inversor de Warren Buffett, cerró 2018 con un beneficio neto atribuible de 4.021 millones de dólares (3.542 millones de euros), lo que representa una caída del 91% en comparación con sus ganancias del año anterior y el peor resultado de la entidad desde 2001, según las cuentas publicadas por la compañía.
Estas cuentas reflejan un impacto negativo de casi 3.000 millones de dólares (2.642 millones de euros) por su exposición a Kraft Heinz, empresa en la que es el mayor accionista con una participación de alrededor del 27%, así como de 20.600 millones de dólares (18.138 millones de euros) por la aplicación de las nuevas normas contables.
La cifra de negocio de Berkshire Hathaway alcanzó el pasado ejercicio los 247.837 millones de dólares (218.321 millones de euros), un 3,3% más que un año antes, con un crecimiento del 2,1% de los ingresos del negocio asegurador, hasta 204.164 millones de dólares (179.849 millones de euros), mientras que el negocio ferroviario facturó 43.673 millones de dólares (38.472 millones de euros), un 9,2% más.
En el cuarto trimestre, Berkshire Hathaway registró pérdidas de 25.392 millones de dólares (22.367 millones de euros), frente al beneficio neto atribuible de 32.551 millones de dólares (28.673 millones de euros) del mismo periodo de 2017 como consecuencia principalmente del impacto de las nuevas normas contables que obligan a la compañía a contabilizar las ganancias o pérdidas latentes de sus inversiones y que costaron a la entidad unos 28.500 millones de dólares (25.094 millones de euros) en el cuarto trimestre y 20.600 millones de dólares (18.138 millones de euros) en el conjunto de 2018.
«Berkshire siempre será una fortaleza financiera», defendió Buffett en su tradicional carta a los inversores, donde apuntó que él mismo puede cometer «errores caros» o dejar pasar oportunidades de inversión que deberían haber sido obvias, pero nunca se arriesgará a verse pillado «corto de liquidez».
En este sentido, el ‘Oráculo de Omaha’ advierte de que las perspectivas de que la compañía pueda invertir parte de la liquidez que atesora «no son buenas», ya que los precios son muy altos para las empresas que ofrecen perspectivas decentes a largo plazo. «Seguimos, sin embargo, esperando una compra del tamaño de un elefante», bromea el inversor, señalando que esa posibilidad hace que se le acelere el pulso a él y a su veterano socio de inversiones, Charlie Munger, de 95 años.
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