Macroeconomía

España no puede seguir con parches: precisa de políticos valientes que apliquen reformas

Entre las declaraciones más irresponsables que, bajo mi criterio, se podían haber emitido, esta ha sido, sin lugar a dudas, la de “España carece de riesgos que acechen a su economía".

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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

Ya en el mismo día de las votaciones del 10 de noviembre, España sigue cosechando registros que vuelven a mostrar, nuevamente, las vulnerabilidades de una economía acechada por las tensiones externas, la desaceleración y la inacción política. Ante esto, hemos visto declaraciones de todos los sentidos: desde el típico «crecemos más que los países de la Unión Europea”, hasta el más extremista «España se encuentra inmersa en una gran recesión». Sin embargo, entre las declaraciones más irresponsables que, bajo mi criterio, se podían haber emitido, esta ha sido, sin lugar a dudas, la de “España carece de riesgos que acechen a su economía».

Y es que, aunque parezca mentira, este tipo de declaraciones han sido emitidas por miembros en activo del vigente gobierno en funciones. Unas declaraciones manifestadas en diversos medios, negando una realidad tan evidente que hasta el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución bastante conservadora, la ha reconocido, confirmando esa desaceleración sincronizada en la economía mundial. Una desaceleración que sigue acechando a los crecimientos, precipitándolos a nuevos reajustes a la baja en sus previsiones.

España siempre ha sido muy partidaria de la autocomplacencia. Bueno, creo que esta afirmación es bastante errónea. Determinados partidos políticos son muy autocomplacientes con la economía nacional. Ya vimos la situación con el ex presidente Zapatero, el cual negó la realidad que atravesaba la economía española hasta que la crisis le estalló en la propia cara. Ahora, la situación, pese a carecer de los grandes riesgos que, en esos momentos, poseía la economía española, esta manía de seguir negando la existencia de riesgos nos transporta hasta esos duros momentos en los que se hablaba de los famosos “brotes verdes”.

Una situación que cabrea a una población, cansada de una política inservible ante la falta de consenso parlamentario. Una situación que, ante lo sucedido con Zapatero, ha incentivado un comportamiento más cauteloso por parte de una población que sigue castigando al consumo con nuevos incrementos en la tasa de ahorro, ante la incertidumbre de una posible nueva recesión en la economía. Razón por la que se debería comenzar a pensar si la autocomplacencia de un gobierno en contra de la realidad económica es rentable para un país que sigue viendo moderaciones en los crecimientos.

La economía española, aunque a determinados detractores de las políticas socialistas no nos guste, se está comportando mejor que otras economías de la zona euro, tal y como dice el reiterado discurso socialista. Sin embargo, esta situación no viene precedida necesariamente por un mejor funcionamiento de la economía española, sino por un mayor margen de crecimiento del que poseen otras economías como Alemania, por ejemplo. Hablamos de una economía que, como Alemania, se encuentra en situación de pleno empleo, mientras que la tasa en el caso de España está liderando el desempleo de la Unión Europea. Una situación que ocurre de manera similar en otros factores de la economía alemana, en contraste con la española.

Particularidades de España

Es decir, la economía española posee un mayor margen para crecer que el resto de economías de la zona euro. A su vez, España también es conocida por ser un país que, al igual que sale más tarde de los ciclos recesivos, también se integra de manera postergada a otros países homólogos europeos. Por último, la economía española es una economía que, pese al mejor comportamiento dada la exposición de Alemania a unos factores externos muy malos para su economía, posee una gran vulnerabilidad de cara a entrar en un entorno recesivo que nos debería llevar a repensar si la autocomplacencia ejercida está justificada.

La elevada tasa de paro, la situación de las pensiones, los salarios, el déficit, la deuda, así como toda una serie de indicadores que miden la sanidad de la economía española, se encuentran muy deteriorados. Tan deteriorados que, a diferencia de Alemania, se encuentran a años luz de otras economías, impidiendo compararse con ellas en términos de crecimiento. Además, la debilidad de la economía española ante los abruptos cambios en los crecimientos, identificados por la propia ley de Okun, muestra que seguimos sin poseer una economía robusta, que nos dote de crecimientos sostenibles en el largo plazo.

Ha habido un fuerte crecimiento del gasto público para maquillar el consumo, incentivando la demanda interna

Unos crecimientos sostenibles en los que no entra el fuerte incremento del gasto público que se ha ejercido para maquillar el consumo, incentivando la demanda interna. Unos crecimientos en los que no deberíamos ver como el grueso en la creación de empleo proviene de un sector público cada vez más deficitario y endeudado. Unos crecimientos que, en general, deberíamos orientarlos como una propia medida estructural, y no como una medida coyuntural y partidista. Medidas que, como suele ocurrir, acaban siendo insuficientes; pues el efecto deseado se lastra con el deterioro que sufren otros indicadores como los niveles de deuda, o el incremento del gasto público que ha bloqueado Bruselas ante la insostenibilidad del mismo.

Y es que, en resumen, España necesita comenzar a adoptar reformas que traten de paliar la situación, sí. Pero no debemos dejar de pensar en que los grandes problemas que posee la economía española ya son estructurales y no coyunturales. Aplicar políticas en concepto de «parcheo» solo generan la postergación de los problemas para que las generaciones venideras se encarguen de ello. No podemos seguir postergando situaciones que, tarde o temprano, tendremos que asumir sin más remedio. España necesita políticos valientes, políticos que busquen el verdadero bienestar del país y no la retención del sillón el mayor tiempo posible.

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