Los escándalos financieros a los que todavía se enfrenta el Vaticano tras la muerte del Papa
El Papa Francisco trató de sanear las cuentas pero ¿continuará el próximo Papa con esta labor?
El IOR (Istituto per le Opere di Religione), también conocido como el Banco del Vaticano, ha sido protagonista de numerosos escándalos desde los 80. Su opacidad, debido a que no rinde cuentas a ningún banco central y que tiene secreto absoluto (no revela clientes, balances ni operaciones) le ha dado vía libre para ejercer como plataforma para la ejecución de operaciones turbulentas en las que la que se ha visto implicada la mafia siciliana. Francisco, durante su papado, trató de sanear las cuentas y funcionamiento del banco, aunque aún queda mucho por hacer. ¿Continuará el próximo Papa con esta labor?
El Instituto para las Obras de Religión, que en la práctica actúa como el Banco del Vaticano, fue fundado en 1942 por el Papa Pío XII. Debido a su estructura, su historia, y su sede, ha sido muy polémico a lo largo de décadas y reformarlo es una tarea muy difícil que sólo el Papa Francisco ha intentado implementar.
Si bien, el objetivo del IOR es, sobre el papel, gestionar distintos fondos destinados a obras de caridad o actividades religiosas de la Iglesia católica, de facto, ha funcionado como un banco privado con sin apenas supervisión externa y amparado por el estatus de Estado soberano del Vaticano.
Una de sus características más llamativas es que no responde ante ningún banco central. Además, el Vaticano no forma parte del sistema financiero europeo ni internacional, y durante años su banco funcionó fuera de los estándares de transparencia.
Igualmente, disfruta del secreto absoluto, es decir, no revela ni clientes, ni balances, ni operaciones. Sus cuentas son nominativas, pero muchos de los nombres quedan ocultos tras fundaciones o instituciones.
Sus clientes son miembros de la Iglesia católica como clérigos, congregaciones religiosas, o fundaciones de caridad, pero también personajes ajenos a la Iglesia como políticos, empresarios e incluso personas de perfil delictivo.
Así, en la década de los 80, el IOR protagonizó el escándalo del Banco Ambrosiano. El Banco del Vaticano, dirigido por el arzobispo Paul Marcinkus, fue acusado de estar vinculado al colapso del banco de Milán.
El presidente del Banco Ambrosiano, Roberto Calvi, conocido como “el banquero de Dios” por sus estrechos vínculos con el IOR, era uno de los principales accionistas indirectos del banco vaticano.
Presuntamente, Calvi, con el apoyo del IOR, movió cientos de millones de dólares a través de empresas fantasmas fuera de Italia a paraísos fiscales (Panamá, Bahamas, etcétera.).
Se sospecha que ese dinero financiaba operaciones políticas y mafiosas. En 1982, el banco de Milán colapsa a causa de un agujero financiero de más de 1.300 millones de dólares (unos 1.209 millones de euros).
Ese mismo año el magistrado de Milán Pier Luigi dell’Osso notificó la apertura de un proceso judicial contra el presidente del banco Ambrosiano y Paul Marcinkus, aunque finalmente la Corte de Apelaciones de Roma absolvió a los acusados por falta de pruebas.
Dos años después, el IOR, pagó 241 millones de dólares a los acreedores del Banco Ambrosiano, lo que se interpretó como un reconocimiento indirecto de responsabilidad.
Por otro lado, en la década de 2010, el banco del Vaticano se enfrentó a varios escándalos de lavado de dinero. Las investigaciones revelaron transferencias sin justificar, cuentas abiertas por laicos sin vinculación religiosa y movimientos entre paraísos fiscales. La Fiscalía italiana incautó hasta 23 millones de euros del Instituto por sospechas de blanqueo.
El Papa y los escándalos del Vaticano
El Papa Francisco, a lo largo de sus 12 años como líder de la Iglesia católica, implementó una serie de medidas para reformar el IOR. En su primer año como Papa, nombró una comisión que se encargaría específicamente de auditar el IOR.
Un año después, en 2014, el Vaticano contrata la firma estadounidense Promontory Financial Group para llevar a a cabo una revisión de todas sus cuentas. Además, se cerraron de 4.614 cuentas sospechosas. Finalmente, en 2019, aprobó una nueva constitución económica del Vaticano Praedicate Evangelium, que tenía como fin ejercer más control sobre el instituto.
La medidas establecidas durante el papado de Francisco han hecho del IOR una organización más transparente. En el año 2022, el banco registró unos beneficios netos de 29 millones de euros, cifras que pudo alcanzar tras poner fin a distintas operaciones dudosas. Igualmente, en la actualidad, el IOR publica ahora un informe anual con auditorías externas.
No obstante, tras los avances del Papa Francisco, se plantea un desafío ¿podrá o querrá el próximo Papa mantener los cambios? Son muchos los sectores dentro del Vaticano que percibieron estas reformas como una intromisión que podía beneficiar a muchos, y perjudicar a otros.
Con el cónclave a la vuelta de la esquina, el proceso al cardenal Becciu evidencia que las tramas económicas siguen ocurriendo dentro del Vaticano, y que una sucesión papal podría cambiar la voluntad de mantener la vigilancia financiera.
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