¿Qué es una licitación pública?

Inversión
Obras del AVE. (Foto: Ministerio de Fomento)

Una licitación es el proceso por el cual empresas privadas se postulan para ser contratadas por la Administración pública. Su finalidad es proveer de un determinado servicio público. Se pueden presentar aquellas empresas del sector concreto sobre el cual recae la licitación, siempre y cuando cumplan con todos los requisitos marcados.

¿Cómo es una licitación pública?

En una licitación, todas las compañías que entran en concurso deben participar en igualdad de oportunidades. Para asegurarlo, la Administración debe seguir los siguientes principios:

– Libertad de concurrencia: toda aquella empresa que considere que tiene los recursos y habilidades, puede presentarse a la licitación.

– Transparencia: desde la Administración hay que mostrar todos los pasos que se realizan de forma clara.

– Publicidad: se da a conocer la licitación en el lugar que hay habilitado para ello para que pueda ser conocido por todas las empresas en el mismo momento.

– Objetividad: se tratarán a todas las empresas por los mismos parámetros, sin ningún tipo de favoritismo.

¿Qué requisitos debe mostrar una empresa?

Para poder ser tenidas en cuenta, las empresas deben demostrar lo siguiente:

– Solvencia económica y financiera: que disponen de los recursos necesarios para realizar la obra o servicio. Para ello, se examinan sus cuentas anuales y cuál es su volumen de negocio.

– Solvencia profesional y técnica: demostrar que la empresa es capaz de realizar aquel servicio. La mejor forma de mostrarlo es realizando una relación completa de aquellos trabajos que se han desempeñado en los últimos años. Así, la Administración tiene una vía clara donde poder comprobar el trabajo y su calidad.

¿Qué factores se tienen en cuenta?

Una vez reunida toda la información, la Administración se encarga de revisarlo todo y, mediante ponderaciones propias, escoger aquella empresa que creen que mejor será capaz de prestar el servicio que se pide. Para ello, se fijan en los siguientes aspectos:

– Precio: hay que tener en cuenta que toda licitación supone una movilización de recursos públicos, que son el resultado del esfuerzo fiscal de personas y empresas que operan en el país. Por lo tanto, se querrá que sea el menor posible, siempre dentro de unos estándares de calidad.

– Calidad: al tratarse de una obra pública, tendrá un gran impacto e incidencia en la vida de las personas. Así pues, existe preocupación para que se haga de la mejor forma posible. Para ello, se analizan de forma exhaustiva los informes técnicos que se han elaborado y se tiene en cuenta el resultado final de obras parecidas.

– Experiencia: aquellas empresas que lleven más tiempo realizando obras similares tienen más probabilidades de ser escogidas. Ello deja en situación de gran dificultad a empresas que empiezan, que deberán presentar un proyecto muy sólido y creíble para ser las seleccionadas.

– Solvencia: lo peor que le puede pasar a una obra pública es quedarse a medias. Las consecuencias las paga directamente la población, que es a la vez el beneficiario de ellas. Por lo tanto, la empresa debe mostrar solvencia y que será capaz de invertir la cantidad demandada y que seguirá funcionando durante todo el periodo que dure la obra.

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