¿Cómo determinar las necesidades de financiación a corto plazo?

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Morosidad bancaria. (Foto: GETTY/ISTOCK)

Hacer frente a las obligaciones de la actividad del día a día es una de las principales preocupaciones de toda empresa. Aunque realmente no haya problemas en referencia a la capacidad de generar ingresos o número de clientes, si se cobra de éstos a un plazo mayor al de pago a proveedores o se opera en un sector con una alta estacionalidad, puede haber dificultades, en determinados momentos, para afrontar determinados gastos.

Del mismo modo, la empresa pude sufrir un cierto desajuste entre la deuda a corto plazo y a largo. Entonces, aunque en teoría no debería de haber problemas para afrontar la deuda total, la dificultad reside en la más inmediata.

¿Cómo calcular las necesidades financieras a corto plazo?

Existen distintos mecanismos para determinar cuáles son las necesidades de la empresa en un plazo menor a un año:

  • Fondo de maniobra: se trata de calcular la diferencia entre el activo corriente y el pasivo corriente. El primer punto hace referencia a todos aquellos bienes y derechos que se espera convertir en líquido en un periodo menor a un año. Se incluyen, básicamente, las existencias pendientes de vender; aquellas deudas que clientes y otros tienen con la empresa; y el efectivo que se dispone en caja y cuenta corriente. El pasivo corriente, en cambio, son las deudas a afrontar a corto plazo. Si el resultado es negativo, por lo tanto, implicará que no existen suficientes recursos a corto plazo para afrontar los pagos en este periodo. Por lo tanto, será necesario tomar medidas correctoras.
  • Ratio de tesorería inmediata: consiste en dividir el disponible de la empresa (dinero en caja y bancos) entre el pasivo corriente. De esta forma, se determina, de toda la deuda a corto plazo, qué porcentaje se puede afrontar solamente con el efectivo que se dispone. Se recomienda un valor entre el 0,1 y 0,3. Ello significa que con este efectivo se puede pagar entre el 10 y el 30% de la deuda a corto.
  • Acid test: es otra ratio que, en este caso, se calcula mediante la división entre el disponible más el realizable y el pasivo corriente. El valor recomendado en este caso es de 1. Implica, pues, que se pueda hacer frente a toda la deuda con aquello que se tiene en efectivo más las deudas que se esperan cobrar a corto plazo. Por lo tanto, no se tienen en cuenta las existencias en almacén que corren el riesgo de no poder venderse.
  • Coeficiente de solvencia corriente: se trata de dividir el activo corriente entre el pasivo corriente. Se busca un valor entre 1,5 y 2. De esa forma, la empresa dispondrá de más bienes y derechos a corto plazo que no deudas a afrontar. Igualmente, como se ha visto en los casos anteriores, es importante determinar la liquidez de estos recursos. No es lo mismo tener un alto importe de existencias que de dinero en el banco.
  • Endeudamiento a corto plazo: es la división entre el pasivo corriente y el patrimonio neto. Su valor ideal se sitúa por debajo del 0,5. Implicará que la empresa dispone de, como mínimo, el doble de recursos propios que de deudas a corto plazo.

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