Economía
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La crisis de suministros lastra al transporte por carretera: reducirá hasta un 15% sus beneficios en 2021

La palabra desabastecimiento comienza a copar todos los titulares de la prensa española. La demanda acumulada tras los distintos confinamientos ha disparado el precio del trasporte marítimo, generando una crisis de suministros a nivel global. En el caso del transporte por carretera, a los problemas anteriormente citados, se le suma el alza en los precios de los carburantes y la falta de conductores. Una coyuntura que amenaza con arruinar todo lo que se había podido recuperar durante los primeros meses de 2021 y que puede llevar al sector a acabar cerca de los resultados de 2020.

Esta situación agrava el impacto que sufrió el trasporte por carretera el pasado año como consecuencia de la crisis de Covid-19. Y es que, desde marzo de 2020, el sector aglutina demasiadas disrupciones que ya pasaron factura en sus cuentas del ejercicio anterior, cuando sufrieron una reducción media del 17% de sus ingresos. Sin embargo, el fin de las restricciones y la reactivación de la demanda hacía mejorar las previsiones para este 2021.

Hasta finales del tercer trimestre, el sector del trasporte por carretera se encontraba en plena recuperación de su volumen de actividad, pese al incremento del 22% del gasóleo y del gas natural -un tercio del coste fijo de un camión pesado- y la subida del AsBlue, un aditivo anticontaminación que ha doblado su precio durante las últimas cuatro semanas. Sin embargo, los malabarismos económicos que hacía el sector para mejorar las cuentas del pasado año parecen estar llegando a su fin.

La falta de suficientes conductores, los retrasos indefinidos en las entregas de camiones por los fabricantes y ahora, el enorme lío de las cadenas logísticas marítimas, vuelven a poner en jaque al transporte por carretera: rutas sin carga de retorno, camiones que han de salir sin completar su capacidad de carga, o camiones parados en espera de que llegue las mercancías previstas están haciendo mella en el sector, que puede volver a acabar cerca de los resultados de 2020, es decir, con una reducción de beneficios de hasta el 15% en comparación con el mismo periodo de 2019. «Un camión parado es un agujero en el bolsillo. Toda esta situación amenaza con arruinar todo lo que se había podido arreglar en 2021» lamenta Ramón Valdivia, director general de la Asociación de Transporte Internacional por Carretera (ASTIC).

Gran parte de los productos que llegan a Europa proceden de Asia y vienen por mar. Sin embargo, con el coronavirus, el coste del transporte marítimo se ha incrementado: el precio de enviar un contenedor con mercancías en barco se ha disparado más de un 300%, aumentando también los plazos de carga, que se han multiplicado por más de diez. Con el fin de los confinamientos emergió una demanda que había estado contenida durante esos meses, se dispararon las reservas y las actividades de transporte de mercancía. Una situación que comienza a azotar en estos momentos a todo tipo de industrias, pero que en algunos sectores, como es el caso de la automoción ya lleva presente más de un año.

El cierre de fábricas por falta de semiconductores procedentes de China ha tenido su repercusión también en el sector del trasporte por carretera. «Lógicamente esto es muy variable según el sector: la parada de las fábricas de automoción han golpeado muy fuerte a los transportistas de ese sector, que a más allá de hacer frente a al incremento de costes, perciben un importante descenso de la demanda» apunta Valdivia.