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Coronavirus; ¿pandemia bursátil?

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Técnicos de laboratorio manejan muestras de coronavirus (Afp)

“Si la historia nos ha enseñado algo, es que habrá otra pandemia mundial mortal. No podemos predecir cuándo. Pero dada la continua aparición de nuevos patógenos, el riesgo creciente de un ataque bioterrorista y la conexión de nuestro mundo a través del transporte aéreo, existe una gran probabilidad de que ocurra una pandemia grande y letal en nuestros días”.

Bill Gates

Últimamente, una de las preguntas que más nos realizan en nuestra mesa de operaciones de Blackbird Broker, está ligada al temor sobre el coronavirus. ¿Es fundado o infundado? A su vez, sobre la capacidad que tiene este virus de contagiar a los mercados. Para mí un buen analista bursátil debe construir su propia opinión en función de los datos y, obviamente, saber discernir si la afectación de un hecho puede tener un impacto coyuntural sobre los mercados o convertirse en un problema estructural que termine afectando de facto a la economía mundial.

En general, la economía global ha ido encadenando series de ciclos de desaceleración y recuperación sin que hayamos tenido ninguna etapa de sobrecalentamiento ni tampoco de recesión. Esta secuencia bianual, ha estado claramente marcada por las decisiones de los Bancos centrales y sus políticas monetarias acomodaticias. El acuerdo comercial y la resolución definitiva sobre una versión pactada del Brexit, deberían allanar el camino para un 2020 de recuperación económica, tras la desaceleración cíclica que vivimos especialmente en Europa.

La estabilización moderada del crecimiento en China resulta insuficiente como para pensar que las empresas opten por reestablecer sus inventarios, y ello siempre supone un freno para la inflación y a la vez un alivio para los Bancos centrales y los mercados. China ha optado por renunciar a un plan de expansión monetario al estilo occidental, proponiendo la contención del crecimiento y del endeudamiento privado para garantizar la estabilidad de los flujos de capital. El acuerdo comercial con EEUU ayudará a China a llevar a cabo minuciosamente un programa económico moderado, lo cual considero una decisión práctica, inteligente y muy eficaz para evitar los desequilibrios vividos en 2007.

Ante esta situación, es fácil suponer que la inflación seguirá contenida y que los principales Bancos centrales seguirán con su política monetaria acomodaticia. Sin ir más lejos, en 2019 la FED inyectó más de 400.000 billones de dólares, y el BCE ya sabemos que terminó el mandato de Draghi con toda la carne en el asador. El descarado chantaje repetido de los mercados a los Bancos centrales obliga a ser comedidos con la relajación monetaria, puesto que está claro que la volatilidad es una clara amenaza para una economía que ha sido apuntalada y levantada durante los últimos 10 años mediante la manipulación continuada del efecto riqueza. La FED, como sucedió en 2018, sabe que existe una imposibilidad técnica de reducir su apoyo a los mercados sin provocar notables turbulencias.

El ‘efecto coronavirus’ en este escenario macroeconómico está teniendo severas complicaciones en el mercado de commodities. China es una economía principalmente industrial y es el principal consumidor de materias primas del planeta. Las medidas de cuarentena adoptadas por causa mayor, han afectado a un mercado de materias primas ya de por sí muy debilitado.

La renuncia a evitar los desequilibrios en contra del crecimiento es una medida que ha afectado, y afecta a los sectores cíclicos y a las principales materias primas del globo. Sin embargo, tras la amenaza de pandemia del coronavirus, los precios de las materias primas industriales como por ejemplo el cobre, el hierro, el aluminio y el gas licuado se han desplomado en torno a un 10% de media. Junto a ellos, las monedas de los principales países exportadores tales como Brasil, Sudáfrica y Australia. A su vez, las compañías productoras, mineras e industriales del sector basic materials están advirtiendo sobre una rebaja en la producción para evitar saturar sus inventarios.

La industria automovilística también ha sufrido el contagio del coronavirus, puesto que las industrias chinas han reducido notablemente la producción. Sin ir más lejos, BHP Billiton, una de las compañías mineras más grandes del mundo, ya advirtió que está monitorizando sus clientes de cobre para reducir la producción. Y ya sabemos que el precio del cobre es considerado por el mercado como un indicador clave de la producción industrial y por ende, de la economía mundial.

Me considero sumamente pragmática, aunque en este caso y recurriendo a la fe, podríamos ser positivos y pensar que en el momento en que el contagio del coronavirus sea contenido, se verá una recuperación en V de unos precios que sufren en el corto plazo, pero no serán tumbados, más bien aplazarán la recuperación industrial. Creo firmemente que la presión del coronavirus sobre los indicadores de inflación podría incitar a los Bancos centrales a seguir haciendo de las suyas… Pero está claro que el dinamismo de la economía global se debate de manera anémica entre recuperación y desaceleración, lo que de alguna manera me resulta significativo, ¿no les parece?

Aunque estemos a mitad de camino de lo que supone la recesión de un sobrecalentamiento, las bases sobre las que se sujeta la economía hace más plausible pensar que cualquier situación no contemplada en los escenarios macroeconómicos podría llevarnos a una recesión global, que no a lo contrario. Como predijo Gates, existe una gran probabilidad de que ocurra una pandemia grande y letal en nuestros días, por ello es crucial que el coronavirus se contenga, primero porque no debería haber nada más importante a proteger que una vida, y segundo porque será la única manera de evitar que el contagio pase de la salud pública a nuestra economía.

Gisela Turazzini

CEO, Blackbird Broker

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