Bankia, ¡el fin de una gran mentira!
“Más vale ser vencido por la verdad, que triunfar por la mentira” Mahatma Gandhi.
Imponente lucía este fin de semana la Torre Kio de Madrid con el logotipo de la estrella de CaixaBank coronando una de las primeras noches primaverales de este convulso 2021. Para los anales históricos quedará aquél verde Caja Madrid, dejando atrás un reinado poco ético como el que fuera de ‘La Caixa’ y de ‘Caja Madrid’ que vio, creó y vivió la peor burbuja financiera de España, sin volver a mencionar y por hacerles un favor hoy; su falacia moral, su corrupción, sus tratos de favor y sus sobornos variopintos.
El paso del tiempo no implica olvido, más bien perspectiva. Y el circo en el que se convirtió la salida a bolsa de Bankia, con su ‘archiconocido’ eslogan “todos podemos ser Bankeros”, ¡tuvo tela! paupérrima argucia marketiniana para endosar a millones de ahorradores españoles, y a la vez clientes de la tradicional y “segura” caja de ahorros, cantidades ingentes de acciones de Bankia a un precio no solamente surrealista, sino más bien de atraco.
En mi opinión, La Caixa supo esconder mejor en el fin de la burbuja inmobiliaria sus desperdicios tóxicos, usando como todos los curiosos sabemos, su holding de participaciones como cortina de humo para proteger algo que pasó a llamarse Criteria, ¿recuerdan? un envenenado caramelo que otorgaba participaciones a las grandes empresas de España a cambio de activos contaminados. Como siempre, La Caixa de pensiones optó por una prudencia que no imitó Caja Madrid, muy apresurada por la peligrosa urgencia que sufría por salvar su balance.
Descontaminación de las cajas de ahorro
Doy gracias por haber aprendido que el tiempo es el mejor justiciero en esta vida, siempre y cuando la memoria sea legado y nos ayude a comprender que toda mentira es desvestida más pronto que tarde, y la paciencia en este caso, nos brinda un regalo muy valioso; conocer el precio que en su día pagamos por la verdad de hoy. CaixaBank nos recordará siempre que lleva tatuada bajo su propio nombre la transición de la burbuja inmobiliaria, esa que nos costó a los contribuyentes nada menos que un 30% del PIB español.
La necesaria descontaminación que vivieron las cajas de ahorro, fusionadas, empaquetadas y vaciadas para ser absorbidas o convertidas en bancos privados, no es más que el traslado del poder financiero público a manos privadas. Banco Popular al margen, el desastre de la burbuja inmobiliaria queda en el desmantelamiento de las insisto, “seguras” cajitas de ahorro, que seducidas por el dinero fácil, incumplieron todo compromiso moral a cambio de burdas comisiones, y eso tiene un nombre. Y es que no rendir cuentas para con los accionistas tiene infinitos riesgos, por más que algunas formaciones políticas moradas crean y divulguen lo contrario.
Todos deberíamos recordar cada vez que veamos la asombrosa obra arquitectónica de plaza Castilla, que la Torres Kio es lo que la codicia fue capaz de crear. Bankia supuso la gran farsa contra los mercados, la regulación y el saber estar, en la por cierto absolutamente todos sus intervinientes fueron parte y culpa. Dicho lo cual, no se crean que todo quedara entre bastidores, a nuestro querido Estado no le importó en absoluto a posteriori soltar lastre al deshacerse de su participación en el mercado, aunque ello implicara un claro conflicto de interés tipificado y prohibido por la Ley del Mercado de Valores, si entendemos por conflicto de interés el hecho de “colocar” entre sus clientes acciones propias en la OPV.
Algo parecido a lo que en esta misma tribuna, el equipo de Blackbird Bank supo desmantelar sobre el timo pretendido en la última ampliación de capital del Banco Popular. Dar préstamos a sus clientes para comprar acciones propias, no solamente es una irresponsabilidad moral, sino un claro delito. Otro conflicto de interés, que también tambaleará la memoria de aquellos que seguimos pensando que el intervencionismo es veneno. Y es que la única resolución ética para dar solución a un fallo sistémico, ¡es la quiebra!
La burbuja nos trajo los excesos, y la crisis el miedo. Me quedo con que como sociedad supimos reflexionar, prevalecer y adaptarnos a un nuevo enfoque más sostenible. Sin embargo, al parecer el Estado sigue preso de sus propios y viejos vicios compuestos por déficit y deuda. Algo que si me permiten es bastante obvio, pues al fin y al cabo, el Estado español, como fuera Bankia antaño; no tiene que rendir cuentas con sus accionistas.
Más si cabe, si lo único que parece prevalecer es seguir engañando a la población con tal de permanecer en un corrompido poder empoderado a través del miedo, apuesto a que les encantaría ganar cuota sobre el mismo… En definitiva, ¿están de acuerdo en que más vale ser vencidos por la verdad, que triunfar por la mentira? Yo sí, y ya no sólo por la clara vocación que tiene la verdad de sobreponerse con el paso del preciado tiempo, sino más bien porque no comulgo con la bajeza de aquellos que alejándose de toda realidad emplean cualquier excusa para apartarnos de aquello que hace imperturbablemente firmes nuestros valores; la verdad.
Gisela Turazzini, Founder CEO de Blackbird Bank
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