El “All In” inevitable de Draghi para apaciguar a los halcones
Con solo dos manos por delante, la del 12 de septiembre y la del 24 de octubre, a Mario Draghi no le va a quedar más remedio que jugárselo todo si quiere convencer a los 25 miembros del consejo de gobierno del BCE de que tienen la necesidad imperiosa de poner encima de la mesa nuevos estímulos monetarios. Y eso que no va de farol. Es más, sus cartas difícilmente pueden ser superadas en esta partida.
Una economía que se desacelera a pasos agigantados, con Alemania constatando contracción en el Q2 y anticipando una posible entrada en recesión técnica. Una inflación que se desinfla, en el 1% en agosto, y que se aleja del objetivo del 2%, que tantos y tantos años de enormes estímulos monetarios había costado conseguir recuperar. Ya lo dijo el propio Draghi en la última reunión del organismo de finales del mes de julio en la que fue entonces su frase más repetida: “no nos gusta nada lo que vemos”.
Una situación que constataban ayer las lecturas de los PMI, con un sector manufacturero que sigue sin levantar cabeza especialmente en Alemania, y que podría ir sin duda a peor si finalmente Donald Trump opta por imponer los tan temidos aranceles sobre el sector automovilístico cuando en noviembre expire la prórroga que dio de 6 meses para decidirse. Algo muy posible finalmente si vemos la estrategia del palo y la zanahoria que está teniendo con China, imponiendo nuevos aranceles a la vez que dice públicamente que quiere volver a negociar y cerrar un acuerdo.
Una mano inmejorable sin duda para jugárselo todo si no fuese porque la jauría de halcones está también preparando sus cartas para tratar de frenar lo que parece inevitable y ya en buena parte descontado por el mercado. Tras los datos de las débiles fábricas europeas, los inversores otorgan un 60% de opciones a que haya una bajada de tipos de 20 pb, es decir hasta dejarlos en el -0,20%, en negativo por primera vez en la historia del organismo. Y con la mayoría de analistas anticipando además seguramente una vuelta al programa mensual de compras de activos, al conocido como Quantitive Easing, con un volúmen de compras de entre 20.000 y 40.000 millones de euros. El problema es que según se acerca la cita irrumpen las voces en contra de lo desconocido.
Los tipos negativos o el insólito hecho de pagar por prestar dinero y que genera enorme temor sobre todo en los países del norte a que Europa se esté japonizando. Empezó el líder de la manada, el alemán Jenns Weidmann, y siguieron otros como Nowotny, Knot, Lautenchslaeger o Holzmann. Draghi tiene buenas cartas para una gran mano, y no tener que pasarle el problema a Lagarde. Enfrente, toda una jauría de halcones buscando comerse a la paloma.
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