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Economía
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Adiós para siempre a las tarjetas y al dinero en efectivo: la nueva forma de pagar que lo va a cambiar todo

Durante mucho tiempo, pagar ha sido sinónimo de sacar la cartera, buscar el billete o la tarjeta correcta y esperar turno en la caja. Hace relativamente poco llegaron los pagos sin contacto (contactless) y, con ellos, la costumbre de pasar el móvil o el reloj por el datáfono. Parecía que ahí se acababa la innovación, pero lo cierto es que una nueva forma de pagar podría llegar en breve y supondría toda una revolución.

Cada vez usamos menos dinero en efectivo. No hace falta mirar las estadísticas: basta con observar a nuestro alrededor. En cafeterías, supermercados o en el transporte público, lo habitual es pagar con el móvil. Sin embargo, la tecnología da un paso más y plantea una pregunta inquietante: ¿qué pasará cuando ni siquiera necesitemos dispositivos? La respuesta de la nueva forma de pagar que se prepara la tenemos en la palma de la mano. Literalmente. Varias compañías ya están trabajando en un sistema que convierte las venas de la mano en una especie de llave maestra para pagar. No hablamos de ciencia ficción, sino de un proyecto real que ya se ha probado en Brasil y que apunta directamente a convertirse en el sustituto definitivo de tarjetas y billetes.

La nueva forma de pagar con la palma de la mano

El experimento tuvo lugar en São Paulo, en una cafetería. Un grupo de clientes se ofreció a probar el invento: en lugar de sacar la cartera, extendieron la mano y esperaron unos segundos. El sensor reconoció el patrón de sus venas y validó la compra. Así de simple. El proceso estaba supervisado por un laboratorio de innovación, pero lo que más llamó la atención fue lo natural que resultaba. Como si pagar con la palma fuese algo que hubiéramos hecho toda la vida.

Así funciona el sistema

El método no tiene demasiado misterio. Primero, el usuario registra su palma y la vincula a una tarjeta bancaria. A partir de ahí, el procedimiento es rutinario: acercar la mano al sensor y esperar que se apruebe la operación. En cuestión de segundos, el pago queda confirmado. Lo curioso es que ni hace falta móvil, ni tarjeta, ni PIN. Una nueva forma de pagar mucho más cómoda y que te libera incluso de tener que llevar la cartera encima o para esos momentos en los que se te olvida.

La seguridad como argumento clave

Uno de los puntos fuertes de esta tecnología es la seguridad. El sistema utiliza infrarrojos para leer el mapa de venas de la palma, un patrón único e imposible de copiar, incluso en el caso de aquellas personas que son gemelas. Esa información se convierte en un código cifrado que se guarda bajo protocolos estrictos. ¿Qué significa esto? Que falsificar la identidad es prácticamente imposible. Y eso, en un mundo en el que los fraudes digitales son cada vez más comunes, se traduce en una mayor confianza. Tanto para el consumidor como para el empresario.

Más ventajas de las que parece

Aunque no deje de ser un invento que va a suscitar cierta polémica o comentarios que dudarán del sistema, pagar con con la mano no sólo es cuestión de comodidad. Elimina contraseñas, reduce colas y agiliza el día a día en lugares con mucha afluencia. También tiene un punto higiénico: no hay contacto con billetes, monedas ni datáfonos, algo que en los últimos años (especialmente desde la pandemia) ha cobrado importancia. Además, al no depender de un dispositivo físico, desaparece la posibilidad de que alguien robe o pueda duplicar la tarjeta. En otras palabras, aunque suene a un sistema de ciencia ficción, pagar con la palma podría hacernos ganar tiempo, seguridad y tranquilidad en un solo gesto.

Del ensayo local al salto internacional

Aunque la demostración en Brasil ha sido la más llamativa, no es la única. Ingenico ya había hecho pruebas en Francia, Canadá y Estados Unidos, perfeccionando el sistema antes de presentarlo a consumidores reales. Mientras tanto, en Asia (sobre todo en China) el pago con la palma de la mano ya es algo cotidiano a través del sistema que se conoce como Palm Pay. Allí los usuarios lo han integrado sin grandes resistencias, lo que demuestra que la barrera no es la tecnología, sino la costumbre y que el sistema podría estar más cerca de lo que parece.

¿Adiós al dinero físico?

La gran duda es si esto supondrá el final definitivo del efectivo y de las tarjetas. Quizá no sea inmediato, porque todavía hay quienes confían en el billete o la moneda para controlar mejor sus gastos. Pero lo cierto es que todo apunta a que nos dirigimos hacia un modelo en el que la cartera será cada vez menos necesaria. Al fin y al cabo, ya nos acostumbramos a pagar con el móvil cuando hace una década parecía extraño. Ahora la palma de la mano puede ser el siguiente paso.