Adiós a poner la calefacción a 19º para ahorrar: los expertos confirman lo que tienes que hacer
Los expertos aconsejan calentar la casa dependiendo de la estancia y con ello, podremos ahorrar
El truco de la naranja en el radiador que están utilizando todos los españoles este invierno
Los expertos en energía dictan sentencia: «Si dejas la calefacción encendida todo el día…»
Cada año, cuando bajan las temperaturas y nos preparamos para la llegada del invierno, solemos preguntarnos, o consultar, cuál es la temperatura adecuada a la que poner la calefacción y que a la vez, podamos ahorrar. Generalmente, casi siempre se suele recomendar ponerla a 19 grados, como si fuese una regla fija que hay que seguir ya que se tiene la creencia de que así calentamos la casa pero a la vez, no gastamos demasiado. Y lo curioso es que muchos hogares siguen guiándose por ella sin saber que las condiciones de hoy poco tienen que ver con las de hace años.
Lo que están advirtiendo los expertos ahora es que esa recomendación se ha quedado corta. No solo por cómo han cambiado las viviendas, el aislamiento y los sistemas de calefacción, sino porque el nivel de confort actual que demanda la mayoría de personas no encaja con esa temperatura. Y aquí es donde llega el giro: la norma de los 19 grados empieza a perder vigencia, no porque gastar más sea una obligación, sino porque la eficiencia no depende ya de una cifra única. Dicho de otra manera: ahorrar no consiste en pasar frío. Y, según los especialistas en climatización y eficiencia energética, la clave está en ajustar la temperatura a las necesidades reales de cada espacio de la casa, algo que hoy podemos hacer con mucha más precisión. ¿El nuevo estándar? 20 grados, aunque acompañado de una gestión mucho más inteligente de cada estancia.
Los expertos confirman lo que tienes que hacer para ahorrar en calefacción
La recomendación de poner la calefacción a 19 grados para ahorrar, se estableció en la década de los 70 en plena crisis del petróleo. En aquel momento, las viviendas tenían un aislamiento muy básico y la preocupación principal era reducir el consumo. No se hablaba de confort, ni de temperaturas diferenciadas, ni de eficiencia real. Simplemente se buscaba gastar menos.
El experto en gestión energética Nick Barber lo resume bien: los 19 grados nunca fueron una temperatura de bienestar; fueron un compromiso económico. Y ese criterio, con viviendas modernas y mejor aisladas, ha dejado de tener sentido.
Además, numerosos estudios muestran que el cuerpo humano alcanza un estado de confort más estable a 20 grados cuando estamos en actividades sedentarias, como trabajar desde casa, leer o estar sentados en el salón. A 19, muchas personas sienten frío ligero, lo que lleva a compensaciones que sí aumentan el consumo: mantas, calefactores auxiliares, o incluso subir el termostato más adelante porque la casa no termina de estar agradable.
20 grados: el nuevo estándar de referencia para las zonas principales
Los expertos coinciden: la temperatura ideal para las estancias donde pasamos más tiempo, especialmente el salón y el área de trabajo, es 20 grados.
No es un capricho. Es la temperatura donde se equilibran:
- la sensación térmica,
- la eficiencia del sistema de calefacción,
- y la estabilidad del ambiente sin condensación ni humedad excesiva.
Como explica el especialista Brad Roberson, el confort térmico depende de mucho más que la temperatura: humedad, movimiento del aire, actividad física y ropa que llevemos. Por eso, 20 grados suele ser el punto en el que menos variables interfieren.
Además, mantener la casa demasiado fría, algo habitual cuando se insiste en los 19º, fomenta la aparición de moho y problemas de condensación, especialmente en viviendas antiguas. Ese frío constante termina siendo más caro.
Llega la calefacción inteligente
La gran novedad en eficiencia no es subir o bajar un grado, sino abandonar la idea de que toda la casa debe tener la misma temperatura. Los expertos lo llaman calentamiento inteligente: ajustar cada habitación según su función.
Las recomendaciones actuales son estas:
- Salón y espacios principales: 20º
- Dormitorios: entre 16 y 18º para mejorar el sueño
- Baño: alrededor de 22º para evitar el choque de frío tras la ducha
- Pasillos y zonas de paso: unos 17º
Esto no sólo aumenta la sensación de confort, sino que reduce la factura. Los termostatos inteligentes permiten programar horarios, zonas y temperaturas específicas, lo que puede suponer un ahorro de hasta el 15 % en la factura anual.
Y aunque es cierto que cada grado adicional aumenta el consumo en torno al 7 %, en la práctica una casa correctamente gestionada necesita menos tiempo de calefacción, sin esas subidas bruscas y sin compensaciones inútiles.
Cómo evitar fugas de calor y gastar menos sin renunciar al confort
La temperatura ideal no sirve de nada si el calor se escapa. Estas son las estrategias más recomendadas:
- Aislamiento de puertas y ventanas. Burletes adhesivos, toallas enrolladas en el suelo o cojines para tapar rendijas. Las ventanas antiguas suelen ser el principal punto de fuga.
- Uso inteligente de cortinas y persianas. Abrir durante el día para dejar pasar el sol.
- Cerrar bien al caer la tarde para conservar el calor. Si la ventana deja pasar mucho frío, una lámina térmica o incluso plástico de burbujas funciona sorprendentemente bien.
- Paneles reflectantes. Colocarlos detrás de los radiadores que dan a paredes exteriores ayuda a no perder calor hacia fuera.
- Alfombras en suelos fríos. La lana es un gran aislante. Perfecta para cerámica, mármol o suelos muy fríos.
- Cerrar habitaciones que no se usan. Cada puerta cerrada reduce el volumen de la casa que necesita calentarse.
- Muebles bien colocados. Evitar que los sofás o muebles grandes tapen radiadores o estén pegados a paredes muy frías.
- Cocinar en casa. El calor residual del horno (apagado) es un aliado perfecto —siempre con precaución y lejos de niños o mascotas—.
- Aislamiento personal. Ropa térmica, calcetines gruesos, mantas ligeras… todo suma sin coste energético.
El mensaje de los expertos es claro: adiós a los 19 grados como regla universal. La eficiencia ya no pasa por imponer frío, sino por ajustar la temperatura de forma más inteligente y adaptada a cada habitación. Y dentro de esto, los 20 grados se consolidan como el punto de equilibrio entre confort y ahorro en las zonas principales, siempre que el resto de la vivienda esté bien gestionada. Y con un plan adecuado, incluso ese grado extra puede salir más rentable que insistir en una temperatura demasiado baja que nos obliga a compensar después.
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