Un Neymar en huelga llega tarde a la fiesta de Riazor: marcó el octavo en su único tiro a puerta
Messi se enfada con Luis Enrique y éste con Neymar
Neymar también fue un macarra: botellazo a Barragán
Neymar está triste, enfurruñado con el Barcelona porque ni le suben el sueldo ni le dejan ir a los Juegos de Río a arrimar (el hombro) por Brasil, así que ha decidido ponerse en huelga. El partido de Riazor es sólo un botón más en la caja de muestras del crack brasileño, que ha cambiado la sonrisa con la que jugaba hace unos meses por ese rictus de estar enfadado con el mundo, así en plan Luis Enrique.
Treinta segundos tardó el brasileño en perder su primer balón sin ir siquiera a la disputa. Así era la actitud de Neymar al empezar el partido en Riazor: acostadito en la banda izquierda y a verlas venir. Escondido cuando el Barça tenía el balón y pasota cuando tocaba defender, el ’11’ de Luis Enrique languidecía por el campo, dormitaba de pie.
A los diez minutos una carrerita suya derivó en un pase a Luis Suárez, que se la cedió a Messi y su disparo acabó en el córner que supondría el primer gol ilegal del Barça. Casi ni lo celebró el brasileño, más pendiente de sus cuitas personales que del devenir de su equipo. El segundo del uruguayo –después de que los jugadores del Depor perdonaran lo que no está escrito– se lo guisaron entre Iniesta, Messi y Suárez. Neymar lo vio cómo espectador.
A los 25 minutos Neymar incluso se cayó en un intento de hacer una chilena que le quedó un poco ridículo. Cuatro minutos después Cani le metió una buena tarascada. El brasileño hizo tres tirabuzones, un mortal y medio y rodó por el suelo como un especialista de Hollywood. En el 36 Neymar asistió a Messi, pero el argentino se entretuvo y Fernando Navarro le tapó bien el disparo.
Neymar pasota y Luis Enrique, cobarde
Arrancó el segundo tiempo y Neymar seguía en huelga. Messi le puso un balón a huevo en boca de gol, pero el brasileño tardó en iniciar el desmarque y no llegó. Participó en el tercero, casi sin querer, porque su carrera atribulada acabó en los pies de Luis Suárez, que asistió maravillosamente a Rakitic.
Un tiro ridículo de Neymar, en el que se golpeó a sí mismo en el pie de apoyo, desató la risotada de Riazor. Desde luego, el Barça estaba jugando con diez porque el brasileño estaba más como espectador que como futbolista. Confirmó su desastroso partido el brasileño al dormirse después de un pase que le dejaba solo ante el meta deportivista. Y repetía la misma acción un minuto después. Si Luis Enrique no le quitaba, era porque le faltaba valor y eso que es asturiano. Don Pelayo se habría avergonzado de él.
A los 18 minutos ni siquiera quiso marcar Neymar cuando estaba sólo ante Manu. Prefirió esperar a que llegara Luis Suárez para darle el pase de la muerte. En circunstancias diferentes, metido en el partido y a gusto en el Barcelona, el brasileño habría marcado ese gol. Pero tanto le daba.
Y al octavo, Neymar apareció
Pasaban los minutos, Messi marcaba el sexto y Luis Enrique, con los tres cambios realizados, condenaba a Neymar a seguir sobre el césped de Riazor en lugar de mandarle al vestuario a jugar al Instagram. Hasta Bartra metió un gol en plan Beckenbauer, mientras el brasileño seguía a lo suyo. En el banquillo del Barça lo celebraban como si fuera el gol de la Champions que este año no ganarán.
Pero Neymar iba a marcar el octavo casi sin querer. A la contra y después de un pase de Luis Suárez que le dejó solo ante el portero. El brasileño regateó a Manu y marcó casi cayéndose. Fue el epílogo a su triste partido.
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