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De Oblak a Luis Suárez, pasando por Simeone, Llorente...

Todas las claves de la Liga ‘imposible’ del Atlético

El Atlético recogió el premio a una primera vuelta impecable, pero estuvo a punto de perderlo todo en una mala racha inacabable

Simeone recuperó a Lemar, sacó la mejor versión de Suárez, Carrasco y Llorente, pero volvió a fracasar con Joao Félix

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Los 21 goles de Luis Suárez, los penaltis parados por Oblak, los desbordes de Marcos Llorente… El Atlético ha basado su undécimo título de Liga en la brillantez individual de sus grandes estrellas tras una temporada extraña en la que superó una crisis de resultados que estuvo a punto de echar por tierra una renta que llegó a ser de once puntos.

Ésta es la historia de cómo pudo ser campeón un equipo que demostró hasta qué punto se cumple una de las máximas del fútbol profesional: aquel que domina las áreas, domina el partido. Ten un gran portero y un gran delantero centro y habrán recorrido gran parte del camino. Las manos que mecen la cuna. Y la Liga del Atlético.

El Atlético compareció en la Liga con dos semanas de retraso sobre la mayoría de equipos. Su participación en la última edición de la Champions, donde cayó a manos del Leipzig en un decepcionante partido, le hizo saltar directamente a la tercera jornada.

El 27 de septiembre debutó ante el Granada en el Metropolitano y sólo necesitó nueve minutos para llevarse su primera alegría. Diego Costa abrió el marcador de un partido en el que fueron suplentes tanto Marcos Llorente como Luis Suárez. Ambos se sumaron a la fiesta en la segunda parte y el uruguayo esculpió las dos primeras muescas a su colt de goleador. Todo un presagio.

La marcha de Thomas

Aquel 6-1 disparó la euforia. No sólo por el resultado, sino también por las magníficas sensaciones que dejaron algunos futbolistas. Por ejemplo Joao Félix, que se estrenó en la Liga con un gol y con detalles de crack que apenas había mostrado en cuentagotas en su primer año. En aquel Atlético primigenio no tenía entrada Lemar y Mario Hermoso también vio el partido desde el banquillo. Desde ahí apareció a los 70 minutos Thomas en su última alineación como rojiblanco.

Un par de días después se iría al Arsenal y dejaría temblando el medio campo. Una baja que parecía ser capital. El tiempo se encargaría pronto de convertirla sólo en una anécdota, pero en aquellas horas todos se la tomaron como un drama. Gil Marín, desesperado, la ofreció al Nápoles los 50 millones que había recibido del Arsenal a cambio de que dejara salir a Fabián, pero ya no había tiempo.

A la dolorosa baja de Thomas se unieron un par de resultados decepcionantes. El equipo no pudo pasar del empate a cero en Huesca y tampoco fue capaz de marcarle al Villarreal en el Metropolitano, en un partido en el que no disparó a puerta. Pau Torres y Albiol devoraron a Luis Suárez y los dos goles del uruguayo al Granada empezaron a sonar más a anécdota que a otra cosa.

Con cuatro puntos sobre nueve posibles y dos encuentros menos que la mayoría, el equipo se hundió en la zona de nadie. Para atenuar el golpe se sumó a la causa Kondogbia, pero estaba claro que cualquier parecido con Thomas era pura casualidad.

Un arranque dubitativo

En la sexta jornada el Atlético visitó Balaídos, el estadio en el que en la temporada anterior había sufrido la primera derrota del curso. Ganó 0-2, pero al Cholo no le gustó la actuación de Manu en el lateral izquierdo y, con Lodi lesionado, se sacó de la chistera un conejo inesperado. A los 49 minutos Felipe apareció desde el banquillo y Mario Hermoso abandonó el centro de la defensa para situarse en el carril del 3. Fue el movimiento táctico más decisivo de la temporada.

Primero sólo se trató de un apaño, pero no tardó en asentarse aunque para ello Simeone necesitó de la colaboración de Carrasco. El belga, que ese día en Vigo marcó el 0-2 en el minuto 95 saliendo también desde el banco, aceptó el reto de asumir un sacrificio solidario y formó con Mario Hermoso una banda izquierda desde la que se cimentaron las bases que convertirían en campeón al equipo. Acababa de nacer la defensa de cinco, el sistema que acabarían copiando tanto Madrid como Barcelona.

Una tras otra fueron cayendo las victorias. Aunque el Atlético dejaba muchas dudas en la Champions tras ser humillado por el Bayern en la primera jornada, lo cierto es que en el Campeonato doméstico se mostraba intratable. Era un verdadero rodillo: 0-2 al Celta, 2-0 al Betis, 1-3 a Osasuna  4-0 al Cádiz.

Líder en la jornada 9

El 7 de noviembre se convirtió por primera vez en líder tras haber sumado de una tacada los doce últimos puntos en juego. Luis Suárez volvía a marcar goles, Llorente ya era indiscutible y Joao parecía tocado por el hada madrina. En la décima jornada llegó la confirmación.

El Barcelona hincó la rodilla en campo rojiblanco en partido de Liga por primera vez desde que Simeone dirige al Atlético. Nunca había podido ganar a Messi en el torneo doméstico, pero esta vez sumó tres puntos de prestigio gracias a una treta de Carrasco, que superó a Ter Stegen con un gol de pillo. Lamentablemente Luis Suárez se perdió el partido que seguramente más ganas tenía de jugar. Contrajo covid en una concentración con la selección uruguaya y tuvo que quedarse al margen. Por suerte sus compañeros funcionaron tan sincronizados que él no fue necesario.

Un 0-1 al Valencia, con gol en propia puerta de Gayà, y un 2-0 al Valladolid, en un partido en el que Lemar se sumó sorprendentemente a la causa, dispararon las acciones rojiblancas. Mientras en Europa seguían los titubeos, en España dominaba el Campeonato con mano de hierro tras una racha increíble: siete victorias consecutivas con un solo gol encajado. En diez jornadas Oblak sólo había recogido dos veces el balón de su portería. Ninguna defensa en todo el continente era tan eficaz.

El Madrid, su bestia negra

Sin embargo el 12 de diciembre el líder visitó Valdebebas y se le aparecieron todos sus fantasmas. Sometido por su bestia negra particular, el Real Madrid, fue sólo una burda imitación del equipo que parecía intratable y no tuvo más remedio que hincar la rodilla por primera vez en el Campeonato. 2-0 con goles de Casemiro y Oblak en propia puerta, tras un disparo de Carvajal. Esa fue la tarde en la que Luis Suárez y Joao Félix no se tomaron demasiado bien su sustitución. Esa fue la tarde en la que Llorente no pudo superar ni una sola vez a Mendy. Esa fue la tarde en la que muchos atléticos despertaron de un sueño perfecto.

Simeone reunió al día siguiente a la plantilla en el vestuario y no les dejó ni siquiera lamerse la herida. El equipo no sólo superó la derrota, sino que fue capaz de mejorar sus registros y de volver a escaparse en la lucha por la Liga. Fue el gran momento de Luis Suárez en el Campeonato. Elche, Real Sociedad, Getafe, Alavés, Eibar, Valencia, Cádiz y Sevilla cayeron ante el líder y el uruguayo sumó nueve goles casi consecutivos, muchos de ellos decisivos. Fue el autor del 1-0 al Getafe, marcó el 1-2 en Mendizorroza en tiempo de descuento y en Ipurúa, cuando el reloj superaba ya el minuto 90, se sacó de la nada un penalty que él mismo transformó.

Diego Costa también se va

Aupado en lo más alto del pichichi, su condición de indiscutible acabó con la paciencia de Diego Costa, que no quiso designarse a su nuevo papel de comparsa. El brasileño pidió la baja y el club no puso demasiados problemas. En el mercado de invierno llegó Dembelé por si en algún momento sufría un constipado Suárez. Mientras, el 6 de enero, día de Reyes, llegó la primera gran decepción del curso. El Atlético cayó eliminado de la Copa en el campo de un Segunda B, el Cornellà.

Muchos jugadores quedaron marcados, en especial Joao Félix, que en la Liga ya había sido superado por Lemar, y que era sólo una sombra del futbolista que había deslumbrado en la primera vuelta. Su sustitución a los 74 minutos de un partido que iba perdiendo su equipo le dejó a los pies de los caballos. Ya nunca más iba a poder recuperarse.

El lunes 8 de febrero Luis Suárez le marcó dos nuevos goles al Celta, pero ese día algo inesperado sucedió. Los gallegos, que se habían adelantado en el marcador, lograron restablecer de nuevo el empate en tiempo de descuento. Era la primera vez que el Atlético sufría un castigo similar. En esa misma jornada el Barça ganó sobre la bocina al Betis en Sevilla y el Real Madrid le remontó al Huesca con dos goles de Varane, el último en el 84. La Liga pasó de haber quedado definitivamente sentenciada a ofrecerle un pequeñito resquicio de esperanza a los dos grandes. 

Empiezan los pinchazos

Cinco días más tarde el Atlético ganó en Los Cármenes al Granada, pero por cuarto partido consecutivo Oblak no pudo dejar la portería a cero. No tardó en hacerse evidente que se había perdido la firmeza defensiva de la primera vuelta y fue en ese momento, cuando tocaba recuperar el encuentro aplazado de la segunda jornada ante el Levante, cuando empezaron los problemas, agravados además por una mala racha de resultados positivos en las pruebas covid. Hasta seis jugadores quedaron fuera de combate, entre ellos piezas tan importantes como Hermoso, Carrasco, Joao Félix o Lemar.

El líder no pudo pasar del empate en el Ciutat de Valencia y el siguiente fin de semana, de nuevo ante el Levante, sufrió la primera y única derrota de la temporada en el Metropolitano. Luis Suárez estrelló una falta en el poste, Joao falló goles cantados ante el portero suplente levantino y en la última jugada el VAR dejó sin sanción un penalty sobre Oblak, que había acudido a rematar un córner, y en el contragolpe De Frutos marcó el 0-2. Para acabar de sembrar dudas, el Chelsea ganó en Bucarest el primer partido de los octavos de final de la Champions

La gran ventaja que llevaba el Atlético empezó a reducirse progresivamente, pero aún parecía suficiente. Además, el equipo no sólo solucionó con solvencia su difícil compromiso en Villarreal, sino que consiguió por fin su propósito de volver a dejar la portería a cero. En El Madrigal marcó su último gol de la temporada Joao Félix, que dejó para el recuerdo un gesto de rabia que según él iba dirigido a Lodi. Muy pocos le creyeron.

El 7 de marzo el Real Madrid visitó el Metropolitano y el Atlético jugó uno de los mejores partidos de la temporada. Luis Suárez batió a Courtois en la segunda parte y el equipo creó suficientes ocasiones como para dejar resuelto el marcador. Sin embargo no estuvo acertado ante el portero belga y en los últimos instantes Benzema estableció un empate que dejaba el golaverage particular en manos madridistas. El Barcelona, que parecía lanzado, fue el gran beneficiado de ese resultado. La diferencia con los azulgrana quedó reducida a seis puntos.

Aprieta el Barcelona

Tres días más tarde el líder recuperó el partido que el temporal Filomena había aplazado ante el Athletic correspondiente a la décimoctava jornada. Muniain adelantó a los leones, pero en el último suspiro de la primera parte Llorente empató y en el arranque de la segunda Luis Suárez transformó un polémico penalty. Aquellos tres puntos fueron oro puro, sobre todo porque al domingo siguiente no se pudo pasar del empate a cero en Getafe. Al final de la jornada 27, con 11 encuentros aún por delante, la distancia era de sólo cuatro puntos con el Barcelona y seis con el Madrid.

El 17 de marzo el Atlético consumó en Londres su eliminación de la Champions tras un triste partido en el que no pudo ni disparar a puerta y ese fin de semana sufrió horrores para ganar al Alavés en el Metropolitano. El equipo se agarró como una lapa al gol de Suárez, pero estuvo a punto de pagar muy caro su conformismo. En el minuto 87 Savic cometió un penalty sobre Luis Rioja, pero Oblak obró el primero de sus milagros en esta recta final de temporada y adivinó la intención de Joselu, reteniendo tres puntos decisivos. Con el Real Madrid ganando con autoridad en Vigo y el Barcelona aplastando 1-6 a la Real Sociedad en Anoeta parecía imposible que el líder pudiera mantener por mucho tiempo su ventaja, que seguía siendo de cuatro puntos.

En el Sánchez Pizjuán sufrió el Atlético otro indignante arbitraje de Gil Manzano, que concedió el gol del Sevilla previa falta muy clara de Ocampos. El argentino había sido antes beneficiado con un penalty que le detuvo Oblak. Acuña marcó muy al final y para colmo de males Luis Suárez no sólo vio su quinta tarjeta, sino que se lesionó. Al final de la jornada la diferencia era inexistente: un punto sobre el Barcelona y tres sobre el Madrid, que tenían que enfrentarse en la siguiente jornada en Valdebebas.

El Madrid gana el Clásico

El triunfo madridista sobre el Barcelona, combinado con el insuficiente empate del Atlético en el Villamarín, permitieron al equipo de Simeone seguir manteniendo su ventaja al final de la jornada 30, pero de nuevo por un solo punto. Con Suárez de baja, Correa fallando un gol tras otro y Joao Félix intrascendente, la cotización de las acciones rojiblancas tocó suelo. Sin embargo, lo más increíble estaba a punto de suceder.

Agotado por el tremendo esfuerzo físico al que había tenido que someterse para eliminar al Liverpool en Anfield, el Real Madrid se presentó bajo mínimos en Getafe y no pudo pasar del empate a cero. El Atlético, en cambio, tuvo un partido fácil en el Metropolitano ante el Eibar y se benefició del aplazamiento del Barcelona-Granada por la final de Copa. Su ventaja aumentó a tres puntos y así siguió en la siguiente jornada, en la que aprovechó su segundo choque consecutivo en casa para sumar tres puntos ante el Huesca.

El 25 de abril el Atlético pareció llegar al final de su resistencia. Derrotado en San Mamés por el Athletic tras un lamentable partido, no fue superado por el Real Madrid porque los de Zidane no pasaron del empate a cero ante el Betis, pero quedaron a merced del Barcelona. Si los azulgrana ganaban cuatro días más tarde al Granada en el Camp Nou se convertían en nuevos líderes del Campeonato. Y nadie tenía ni la menor duda de que eso iba a ser lo que sucedería porque la hoja de ruta barcelonista en la segunda vuelta era impresionante.

Pero esa fue la noche en la que el destino obsequió al Atlético con una oportunidad inesperada. Messi adelantó al Barcelona, que durante media hora fue líder de la Liga, pero en la recta final del partido el venezolano Darwin Machís y el veterano Jorge Molina le dieron la vuelta al marcador y vulneraron el Camp Nou consumando el resultado más sorprendente de toda la Liga y manteniendo a los de Simeone en la primera posición con cinco jornadas por delante y dos puntos más que Real Madrid y Barcelona.

En la semana previa al decisivo Barcelona-Atlético tocó visitar el Martínez Valero de Elche para pelear por tres puntos que bajo ningún concepto podían dejar de sumarse. Llorente adelantó a los rojiblancos en la primera parte y el VAR le anuló dos goles a Luis Suárez, pero tal y como había sucedido ante el Eibar los de Simeone se echaron atrás y en el descuento Llorente cometió penalty. Lo lanzó Fidel, que suele ser muy fiable desde los once metros, pero Oblak volvió a hacerse gigante bajo los palos y le cerró los espacios al zurdo extremo ilicitano, que estrelló su disparo en el poste. Un nuevo match ball salvado.

Así se llegó a la decisiva jornada 35, con los cuatro primeros clasificados enfrentándose entre sí y con el Sevilla, que se había incorporado a la lucha por el título, tocado de muerte por una inesperada derrota en el Sánchez Pizjuán ante el Athletic. El sábado ocho de mayo el Atlético visitó el Camp Nou y esta vez Suárez sí formó parte del once inicial, pero su papel en el partido fue testimonial. En cambio sí brilló con luz propia Carrasco, que llevó al límite a la defensa azulgrana. No se movió el marcador, un resultado muy poco frecuente en los Barça-Atleti, y eso le sirvió la Liga en bandeja al Real Madrid, que pasó a depender de sí mismo por primera vez en la temporada.

Sin embargo no pudo con el Sevilla en Valdebebas, en un partido que quedó marcado por el polémico penalty señalado sobre Militao con 1-1 en el marcador, y  falta de tres jornadas la clasificación no experimentó ningún cambio. 77 puntos para el Atlético y 75 para Real Madrid y Barcelona.

El Barça fue el primero que se cayó de la lucha por el título tras empatar a tres en el campo del Levante. El Madrid, en cambio, le aguantó el pulso al Atlético y le obligó a ganar los tres partidos que quedaban, resueltos por los rojiblancos con el máximo nivel de sufrimiento para acabar celebrando ayer en Valladolid su undécimo Campeonato. Las lágrimas de Suárez, sentado sobre el césped de Zorrilla, simbolizan la tensión y la angustia de un final de temporada en el que fue necesario soportar la mayor de las presiones, pero que acabó en un final feliz. Ahora es el momento de soltarse. Ahora es el momento de celebrar que el Atleti es, de nuevo, campeón de Primera División.