SPORTING 2-3 REAL MADRID: JORNADA 32 DE LIGA

Isco del Gran Poder

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Isco celebra el 2-3 en El Molinón. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Isco del Gran Poder. El genio malagueño salió de la lámpara para iluminar al Real Madrid en procesión a una victoria que puede valer una Liga. El malagueño manejó el partido. Templó y mandó. Regateó y asistió. Sencillamente se salió. Isco hizo un gol de Maradona para igualar el tanto inicial de Cop. En el segundo tiempo Morata hizo lo propio con el tanto de Vesga. Y al final, con el partido casi empatado para el líder, de nuevo Isco emergió para resucitar al Madrid de entre los muertos con un gol salvador.

Como en los tiempos de la autarquía Zidane apostaba por el producto nacional. Que manda narices que sea un entrenador francés el que valore más que nadie lo buenos que son sus futbolistas españoles. Hasta siete jugaban en el once de El Molinón, lo que con Zizou de por medio ni es novedoso ni es sorprendente.

Recito: Kiko Casilla (¡aleluya!) bajo los palos, defensa formada por Danilo en la derecha, Ramos y Nacho en el centro y Coentrao en la izquierda. Sí, no es una errata. Jugaba Coentrao, que no estaba muerto, no, no, que no estaba muerto, no, no, estaba tomando cañas. O de parranda. El caso es que jugaba quizá porque la elección de Zidane era entre el portugués, el canterano Tejero o Chendo a banda cambiada. Y en la elección, aunque a duras penas, ganó Coentrao.

Por delante ninguno de los seis del once de gala. Kovacic hacía de Casemiro, Isco de Kroos y James de Modric. Tres jugones para gobernar la pelota. Arriba, una delantera que podría ser perfectamente la de la selección española: Lucas Vázquez, Morata y Asensio. El once, con nueve cambios con respecto al Allianz, seguía sonando con la potencia de los tambores de Calanda. Sí, vale, menos Coentrao.

De salida dominaba el Real Madrid, con el Sporting replegadísimo atrás. A los diez minutos de juego Lucas Vázquez tuvo en su cabeza el 0-1 tras un buen centro de Danilo, pero su remate lamió el travesaño de la portería de Cuéllar. Tanto el brasileño como Asensio percutían bien por las bandas.

Campanada de Cop, genialidad de Isco

Pero en el 13 el Sporting dio la campanada. Fue en un pase maravilloso de Vesga, que bombeó la pelota por encima de la defensa del Real Madrid. Kovacic se comió el desmarque de ruptura de Cop y tampoco Nacho estuvo rápido al vigilar su espalda. El croata batió de primeras a Kiko Casilla, que se había quedado a media salida.

Pero Isco sólo tardó tres minutos responder con un gol maradoniano. Fue una obra de arte en movimiento. Recibió en la frontal, amagó, regateó a cuanto sportinguista le salió al paso, enhebró la pelota por debajo del cuerpo, fue caminando y esquivando minas dentro del área y la puso en la escuadra. Fue un gol bello, emocionante y conmovedor.

Al Sporting y al Real Madrid, como a Garci en la película, les tocaba volver a empezar. Los de Rubi intentaban incomodar al Real Madrid con sus faltas y su repliegue intensivo, pero el líder había tomado los mandos del duelo. Isco, inspiradísimo, empezó a jugar a sus anchas rodeado de rivales y su equipo lo notó.

Las llegadas del Real Madrid eran bombas de racimo para la zaga del Sporting. Los blancos atacaban los costados, pero fallaban en el remate final. Una conducción soberbia de Kovacic supuso la ocasión más clara del líder en el minuto 36, pero se les volvió a apagar la luz en el área. Y entre dominio, toques y centros al área al Madrid se le echó encima el descanso con el 1-1 en el marcador y la sensación de no saber muy bien cómo meterle mano a la defensa del Sporting.

Se repite la misma historia

En la reanudación el Real Madrid salió a apretar. Un cabezazo a bocajarro de Nacho a la salida de una falta lo despejó a córner Cuéllar. A Ramos, igual que en otra melé en la primera mitad, le habían hecho penalti, pero Borbalán se hizo el Aytekin.

Pero en el 49 el Sporting volvió a repetir sorpresa. Fue en una falta lejana botada al área. Allí Babin la puso al centro desde el segundo palo y Vesga cabeceó bombeado a la red. Casilla voló para intentar desviar el remate, pero el testarazo era tan poco ortodoxo que se le coló al meta del Real Madrid. Los de Rubi volvían a ponerse por delante. El líder tonteaba con la pifia.

Zidane tenía un globo enorme y decidió jugar con once. Sacó del campo a Coentrao y metió a Marcelo en el 56, porque no era cuestión de tirar la Liga en el campo de uno de los equipos más débiles de la Liga. Y fue quitar a Coentrao y sacarse el Madrid el gafe de encima. En el 58 ya había empatado Morata. Fue un buen centro al área de Danilo, el delantero le robó la cartera a Babin y marcó para dar un respiro a Zidane y al madridismo.

El Real Madrid decidió tomarse en serio la última media hora de partido y empezó a atacar con todo. La presencia de Marcelo evitaba que jugara con una banda ciega, coja y sordomuda. Isco y Asensio las pedían todas, pero les sobraba un puntito de precipitación. En el área Morata iba a todas.

Isco frota la lámpara

Zidane metió a Mariano por Lucas Vázquez en el 70 para buscar más remate. Otra jugada inolvidable de Isco, que se regateó a tres procesiones, murió en un remate de Marcelo que se marchó fuera por poco. El Real Madrid llamaba a las puertas del tercero. Era un asedio total.

Un cabezazo de Mariano a punto estuvo de ser gol en el 81. El líder seguía sumando ocasiones y falta de acierto. El Sporting ya sólo pegaba cornadas. Zidane quemaba las naves en los últimos minutos: metía a Casemiro de central y a Ramos de delantero centro. Y no fue Sergio Ramos esta vez el héroe, pero sí Isco, que sellaba su partidazo con un gol que puede valer una Liga.

El malagueño recibió el pase de Marcelo en la frontal del área, se giró como si fuera Bisbal, y se sacó un disparo seco que se coló junto al palo derecho del Pichu Cuéllar. Esta vez Isco se disfrazó de Sergio Ramos, frotó la lámpara y obró el milagro.

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