Salvador Benzema

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Los jugadores del Real Madrid celebran el 0-1. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Benzema neutralizó la Coentrada. La cabeza de Karim salvó al Real Madrid de la pifia en Lisboa y deja a los blancos con sus opciones de ser primero de grupo todavía intactas. En un primer tiempo eficaz Varane adelantó a los blancos, pero un penalti estúpido, idiota e innecesario de Coentrao dio el empate a los locales cuando estaban con diez. Menos mal que el Madrid nunca se rinde y Benzema se disfrazó de Sergio Ramos para obrar otro milagro en Lisboa.

Ramos por Nacho. Esa era la única novedad que presentaba el once de Zidane con respecto a los que golearon en el Calderón. Benzema, otra vez al banquillo y Lucas Vázquez, a jugar. Nada que objetar, señoría. Después de que en el derbi el Real Madrid estuviera más ordenado que los cajones de una farmacia, más solidario que Cáritas y con más pegada que el Loctite, Zizou tenía pocos motivos para cambiar.

Cuatro al medio con Kovacic y Modric de chicos para todo, Lucas y Bale para ocupar los costados. Arriba, Isco, verso suelto de fútbol poético, y Cristiano Ronaldo, martillo pilón y profeta en su tierra. Lo que viene siendo un equipazo, vamos.

Nació el partido con ritmo y mucho ímpetu, sobre todo por parte de los locales, exigidos por la necesidad imperiosa de ganar. Un cruce providencial de Ramos en el área evitó un susto a las primeras de cambio. El Sporting acortaba el campo como la minifalda de una tronista. La defensa adelantada provocaba un atasco de muchos futbolistas en muy poco espacio y la presión de los jugadores de Jorge Jesús asfixiaba el juego del Real Madrid, que no tenía ni huecos ni tiempo para crear.

Una incursión de Marcelo fue el primer aviso de que el equipo blanco –perdón, morao– no había ido a Lisboa de turismo. El riesgo del planteamiento de Jorge Jesús era que la adelantadísima línea de cuatro se comiera un desmarque a la espalda. O que los jugadores de talento del Real Madrid empezaran a encontrarse. Y empezaron. Creció Modric y cuando Modric crece el Madrid se agiganta. Y Bale también dijo: presente.

Bendito balón parado

A los 20 minutos ni Keylor Navas ni Rui Patricio se habían ensuciado las manos. El partido era más táctico que estético y eso casi nunca mola. El Madrid, no sin esfuerzo, iba inclinando el campo hacia la portería del Sporting, que había ido perdiendo gas en su presión. Pero era como levantar a Falete a pulso: una labor titánica.

Los de Zidane obtuvieron el premio a su constancia en una jugada… ¿adivinan? Sí, a balón parado. Fue una falta lateral que provocó Cristiano Ronaldo y botó Modric. La pelota, en un pandemónium de jugadores, cayó en los pies del luso, que tocó con la puntera para que Varane, emboscado entre camisetas blanquiverdes, hiciera el 0-1 al filo de la media hora. El equipo de Zidane saca más partido del balón parado que el Ayuntamiento de Madrid a la zona verde.

En la siguiente jugada Sergio Ramos sacó de cabeza un gol cantado de Bruno César, después de que el veloz y algo atolondrado Gelson le enseñara la matrícula a Marcelo. El regreso del capitán estaba dando a la defensa del Real Madrid la solidez que sólo aportan los más grandes. Sí, Nacho es un gran central, pero Sergio Ramos son palabras mayores.

Como grande era también el roto que Gelson le estaba haciendo a Marcelo, que no tuvo más remedio que derribarle y ver una amarilla en el 40. La falta la botó Bruno César y lamió el poste izquierdo de un Keylor que voló como Superman. Con alguna escaramuza más del Real Madrid en el área lisboeta, siempre con Cristiano con la caña y rodeado de rivales, concluyó la primera parte.

Caído Bale

La segunda no pudo empezar peor para el Real Madrid. Una galopada de Gelson provocó que Marcelo cayera al césped como si le hubieran disparado. El fantasma de la lesión muscular sobrevolaba el Alvalade, pero afortunadamente sólo fue un golpe y el brasileño pudo incorporarse al partido mientras Coentrao, para susto de muchos madridistas, comenzaba a calentar en la banda.

Volvía a dominar el Sporting de salida, igual que en el primer tiempo. El Real Madrid había salido frío e impreciso del vestuario. Bale también dio el susto al echarse al césped después de sufrir una entrada directa a su tobillo derecho. Zidane contenía la respiración. El galés volvía al campo, pero no podía apoyar el pie ni dejaba de mirar al banquillo. Se veía venir el cambio. Y vino. Marco Asensio entró por Bale en el 58.

Afortunadamente, Joao Pereira agredió a Kovacic en el 64. El árbitro le pilló y dejó al Sporting con diez. Al Real Madrid le venía Dios a ver cuando peor lo estaba pasando. Zidane volvía a mover el banquillo dos minutos después y metía a Benzema por un Isco que fue una sombra del que se exhibió en el Calderón.

La expulsión aculó al Sporting. Zidane respiraba. Volvía a dominar el Real Madrid. Sólo el velocista Gelson parecía amenazar a la zaga madridista. Bueno, y Coentrao, que suplía a un dolorido Marcelo en el 70. Obviamente, Coentrao tardó menos de diez minutos en liarla parda.

¡Vaya Coentrada!

Fue un penalti absurdo, cómico, propio de un jugador cuya vida es un perpetuo despiste. Resulta que Coentrao deambulaba por el área a sus cosas y se puso a protestar no sé qué con los brazos en alto, así que un jugador del Sporting de Lisboa centró y la pelota le dio en la mano. Penalti estúpido, innecesario, idiota. Penalti que convirtió Arien Silva. Penalti que le podía costar al Real Madrid la primera plaza del grupo y (esperemos que no) muy cara en la Champions.

Apretó el Real Madrid en busca del gol que resolviera la Coentrada. Y lo consiguió en el 86 después de otro susto del Sporting. Fue un centro desde tres cuartos de campo de Sergio Ramos y allí apareció la cabeza de Benzema para obrar el milagro. Fue otro gol a la épica, como en el partido del Bernabéu, otro gol salvador, otro gol con el ADN del Real Madrid. Los blancos, con sufrimiento y suspense, ya están en octavos y aún mantienen intactas sus opciones de ser primeros de grupo.

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