EUROLIGA: REAL MADRID 89 - PANATHINAIKOS 82

Paliza, sufrimiento y billete a la Final Four

REAL MADRID
Felipe Reyes celebra con la afición el pase a la Final Four. (EFE)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Ni el madridista más optimista hubiese pensado que el Real Madrid acabaría pasando por encima del Panathinaikos en los cuartos de final de la Euroliga. Los griegos ganaron de más de 30 puntos el primer partido de la serie, pero desde entonces el equipo de Pablo Laso ha sabido lamerse las heridas, recuperar efectivos y firmar en la noche del viernes su mejor partido de la temporada para entrar por la puerta grande en la Final Four por quinta ocasión en seis años.

Los blancos superaron a unos griegos que inicialmente intentaron imponer su estilo de juego enfangado, físico y defensivo para finalmente verse arrasados por un huracán liderado por un Sergio Llull que empieza a aproximarse a la versión que todo el mundo conoce. El menorquín fue el que dirigió la orquesta, pero nada se hubiese desencadenado sin la complicidad de un tremendo Gustavo Ayón. Los griegos pusieron el miedo en los últimos minutos con una tremenda remontada de Singleton y Calathes, que fue neutralizada por Felipe Reyes y un increíble triple de Luka Doncic.

El pívot mexicano, también mermado por las lesiones durante la mayoría de la temporada, fue la piedra angular en la arrancada de rabia blanca que encendió a un Palacio furioso. Anotó ocho puntos prácticamente consecutivos para dar la vuelta a un 5-9 tras seis minutos de juego. El Madrid arrancó la moto y no pararía hasta el descanso.

Al esfuerzo de Ayón, le dieron continuidad dos triples de un Sergio Llull que vive en comunión con la grada. El menorquín se guía por la misma pasión que la afición corea su nombre a cada mínimo estímulo y así el jugador detectó un conato de reacción griega en forma de un parcial de 0-7 en el segundo cuarto. El 23 respondió con dos triples seguidos –los primeros del Madrid en el encuentro– para liderar un parcial de 10-0 para unos blancos que anotaron 32 puntos en un periodo, una cifra de locos en el basket europeo.

Dentro de la esta tormenta perfecta, apareció el hombre que no necesita estar en cancha muchos minutos para dejar su impronta. Felipe Reyes marcó la diferencia con siete puntos consecutivos antes del descanso para dejar a Panathinaikos tiritando con un 51-35 en el marcador y sintiendo el abismo más cerca que nunca. Su dueño no tenía excusa, les estaban pasando por encima sin contemplaciones.

Y el que faltaba por apuntarse a la fiesta apareció nada más arrancar el tercer cuarto. Luka Doncic se quitó el sinsabor de una serie donde ha estado lejos de sus mejores prestaciones anotando un tríptico de triples –a cada cual más difícil– haciendo el gesto clásico de Michael Jordan con las manos en la final de la NBA contra los Blazers en el 92.

El esloveno, pese a su inspiración en ataque, recibió un tirón de orejas de Pablo Laso por su escasez implicación defensiva que permitió a Panathinaikos seguir vivo a más de 15 puntos durante el tercer periodo. Los griegos se agarraban a un bajón de juego blanco que tarde o temprano tendría que llegar por la intensidad empleada.

Panathinaikos pone el miedo

Chris Singleton entró en una racha impresionante de tiro con 11 puntos en los primeros cinco minutos del periodo final. Los griegos se ponían a cinco puntos de un Madrid que sufría un bloqueo mental evidente. A Doncic no le gustaban las barricadas que Xavi Pascual se había inventado para sacarle del partido, pero sí que fueron efectivas a tenor de varias pérdidas de balón fundamentales.

Cuando el balón más quemaba, allí estaba Felipe Reyes deseando que cayera en sus manos. El capitán blanco anotó cinco puntos consecutivos para sostener al Real Madrid cuando el miedo se apoderó de todos en un duelo épico con un Calathes que aguantaba el envite. Los griegos se llegaron a poner a tres puntos tras un triple del base y fue entonces cuando la suerte y el talento se juntaron para hacer la jugada del partido.

Doncic se metió en un embolao amasando en exceso una posesión y viéndose obligado a tirar un triple a una pierna que inversímilmente entró contra tablero. El Palacio entró en éxtasis y Panathinaikos entregó la cuchara viéndose completamente sobrepasado por las circunstancias. El Madrid vuelve a la Final Four. Con confianza y sin nada que perder les espera el CSKA de Moscú, el mejor equipo de la temporada regular.

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