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Murió a los 61 años víctima del cáncer

Michael Robinson, el ‘guiri’ adoptado por la felicidad de Cádiz

La muerte de Michael Robinson ha golpeado con fuerza al mundo del deporte en España. Porque fue aquí, y no en su Irlanda natal, donde Michael pudo ser verdaderamente él, desde la adaptación a una vida en Cádiz que le permitió encontrar la felicidad

Muere Michael Robinson a los 61 años

  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

«No soy británico, soy gaditano, y estoy liado con el Carnaval». Esta frase, compartida con cierta ironía hace escasamente dos meses en un programa de humor de Movistar +, no es sino una representación de la esencia de Michael Robinson. Irlandés de nacimiento, su pasión por España y en concreto por la ciudad de Cádiz le otorgaron un extra de energía durante sus últimos años, en los que debió batallar contra el maldito cáncer, que a los 61 años ha acabado con la vida una de las figuras icónicas del deporte en la televisión española.

Conocido por su acento y por el análisis complementario de la narración de su inseparable Carlos Martínez, Robinson no quiso limitar al fútbol su talento comunicativo innato, que desarrolló al completo en España, de la mano de Canal + –después Movistar +– y la Cadena SER. Junto a un impresionante grupo de periodistas parió Informe Robinson, que fue, es y será referencia de la información deportiva reportajeada, combinando en sus episodios historias jamás contadas y las vivencias de algunos de los grandes personajes del deporte.

Sin embargo, la relación con el deporte de Robinson comenzó años atrás, y a pesar de que su figura se magnificó con su paso a los micrófonos y a la televisión, se puede asegurar que Michael cuajó una carrera notable como futbolista profesional, militando, entre otros, en Manchester City, Liverpool u Osasuna, con el que dio un salto a España que cambiaría su vida para siempre.

Goleador a la sombra de Dalglish y Rush en el mítico Liverpool de la 1983-84, Robinson no se conformó con ser suplente en un equipo campeón de Premier y Copa de Europa y buscó sin suerte un destino en el que erigirse en referencia. Su maltrecha rodilla le impedía jugar con continuidad, pero antes de una prematura retirada a los 30 años, pudo conocer en primera persona el fútbol español en Pamplona, dando un salto para el que entonces pocos se atrevían y comenzando a dibujar un vínculo que le iba a atar a España por el resto de sus días.

Cádiz en la vida de Michael

Volviendo al principio para escribir estas últimas líneas, cabe recalcar que el vínculo de Robinson con la ciudad de Cádiz era absolutamente veraz. Dueño de una residencia en la Tacita de Plata, la perfecta explicación de estas raíces importadas la brindó el propio Michael en declaraciones pasadas. «Mis raíces llegan hasta Cork, Irlanda. Soy moreno y sólo el 2% de los irlandeses son morenos, descendientes de los náufragos de la Armada Invencible. Y ellos eran de Finisterre o de Cádiz. Y de gallego yo no tengo mucho».

Robinson se jactaba del humor gaditano en primera persona, orgulloso de unas raíces que le llevaron a convertirse en hijo adoptivo de la ciudad de Cádiz, todo ello semanas después de conocer que sufría un cáncer con metástasis al que sería muy complicado vencer. Michael siguió disfrutando de la vida y trabajando en la tele, a la espera de un final tras dos años de lucha contra el bicho. Se despidió de la vida, y lo hizo dando ejemplo, dejando una lección que animará a muchos enfermos a seguir disfrutando de la vida como él lo hacía de su verdadero origen gaditano. «El cáncer puede matarte una vez pero no lo hará todos los días». Descanse en paz.