McLaren y Alonso se cuelan en la Q2 en el desfile de Lewis Hamilton
Hamilton se reivindica y Alonso se divierte más de lo esperado
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Una instantánea captó un momento inédito en los últimos tiempos: Ron Dennis sonreía. Era un esbozo sorpresivo junto con un ingeniero oscuro de McLaren tras la Q1. Lo que antes era un examen de selectividad para Fernando Alonso y Button, ahora es un parcial tipo test. La Q2 se ha de convertir en rutina y por un momento pareció que la Q3 era una realidad palpable para la legendaria alianza.
El extraño y caótico nuevo sistema de clasificación dejó KO a Alonso y Jenson que se bajaron de sus monoplazas con cara de Paquirrín tras una conversación con Punset: no entendían nada. Los dirigente oligárquicos del circo se han marcado una buena ‘payasada’ que, como la normativa actual, no enamora ni al más purista del deporte. Un estilo que sólo favorece a los que visten de Dolce Gabanna y no a los de Primark: Ferrari y Mercedes.
“Vamos a ser un equipo grande”, declaraba Fernando Alonso tras bajarse del monoplaza con un extraño gesto de felicidad difícil de narrar con palabras. El semblante de Alonso suscitaba la esperanza de que, realmente, en 2016 lo ‘medio’ mejor está por llegar. Lo que lleva instaurado dos años y un gran premio es el monopolio, dictadura, autarquía y sucesivos de Mercedes personificados en la figura del ‘ludópata’ Lewis Hamilton.
Pole de Lewis Hamilton en el esperpento
Las fichas que no le dejaron utilizar en el casino de Auckland se la reservó para una vuelta mágica, sin ases en la manga, al inicio de la Q3. La actividad en la pista desfalleció como una siesta en verano fruto de este diseño de clasificación que ya había acabado a 5 minutos del final. Todos bajados de los coches, miradas perdidas en los muros y ningún piloto atacando lo pianos. Solemne funeral de un esperpento anunciado como festival.
Julio Iglesias puso la banda sonora: pole para Lewis Hamilton, 5ª en Australia para él, acompañado de su némesis Nico Rosberg y amenazando, como siempre, Vettel en P3. La vida sigue igual. Carlos Sainz certificó que el Toro Rosso es una miscelánea impecable de motor y chasis: séptimo. Pudo ser más con otro sistema de clasificación… Soñando con repetir la salida mágica de 2015, Matador saldrá el domingo con la muleta en la mano para ir toreando monoplazas, en especial el toro de al otro lado del box: Max Verstappen (5º).
En medio de la vorágine plateada y el descafeinado show en el asfalto, una bandera japonesa ondeaba en Australia. Una imagen quizá tan sólo anecdótica; para los ilusos, tal vez premonitoria. Esto, que cantaría Jarabe de Palo, depende de como se mire. La Fórmula 1 ha llegado de aquella manera con leves aires de cambio en la zona más lúgubre. Quedan horas de café y duro trabajo en McLaren-Honda pero Alonso ya sonríe, y eso, también es noticia.
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