Cristiano, una estatua, un lacito y ‘bella ciao, ciao, ciao’

El futuro de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid está en el aire.
El futuro de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid está en el aire.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Lo de Cristiano Ronaldo ya cansa. Su deseo de irse del Real Madrid, de tanto repetirlo, va a acabar haciéndose realidad, pero es como una de esas canciones odiosas de los anuncios que se te meten en la cabeza y no sabes cómo sacártelas. En este caso está claro lo que debe hacer el Real Madrid con CR7. Primero, una estatua en homenaje a sus eternos servicios prestados. Luego, un lacito para el que venga con una oferta de más de 130 kilos y después cantarle el Bella ciao, ciao, ciao. Para llorarle al Bernabéu lo que le sobra es tiempo.

Igual que una madre harta que dice aquello de «el día menos pensado cojo la puerta y me voy» Cristiano Ronaldo amenaza cada verano con irse del Real Madrid. Bueno, alguna vez también lo ha hecho en invierno o en primavera. Según le sople la tristeza. Pero esta vez parece que el lobo –qué gran turrón– viene de veras. Y quizá haya llegado la hora de escribir el punto y final de un cuento de hadas en el que CR7 ha sido a la vez Blancanieves y el Príncipe Azul.

Pero ha llegado la hora de partir. Cristiano Ronaldo no es eterno, aunque casi, y su ciclo en el Real Madrid está agotado. Pero por eso lo primero es la estatua. Se la merece más que nadie –bueno, con permiso de Sergio Ramos– y se la ha ganado en el campo. No encontrará el Real Madrid un jugador con su rendimiento, con sus goles y con su capacidad para cambiar el curso de la historia. Venirse al Real Madrid para mirarle a la cara a Messi cada fin de semana es algo para valientes. Y para elegidos. Y Cristiano es ambas cosas. Por eso la estatua es lo primero.

Luego vendrá el lacito. No el amarillo, sino el de envolver los regalos. Cristiano Ronaldo se ha ganado el derecho a decidir su futuro, así que si trae una cifra razonable de dinero –de 130 kilos para arriba– el Real Madrid debería facilitarle la salida con todos los honores.

Y al final, cantar el Bella ciao, ciao, ciao, una canción bipolar, triste o alegre según se entone. Adiós con el corazón a uno de los jugadores más importantes de la historia del Real Madrid, puede que el que más con Di Stéfano. No encontrará el Madrid otro jugador como Cristiano. Pero tampoco Cristiano otro club como el Real Madrid.

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