Deportes

Cardenal colocó a su secretaria como juez en el TAD

  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

La independencia del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) está en entredicho. Tras la imputación del presidente Enrique Arnaldo por amañar y falsear sus resoluciones, Miguel Cardenal está moviendo fichas para nombrar a un vicepresidente de su cuerda antes de que la justicia ordinaria obligue a su actual presidente a dimitir. Su deseo de controlar el TAD hasta 2020 cueste lo que cueste le genera un gran desgaste de cara a los presidentes de federaciones e incluso a los partidos políticos, que han pedido su comparecencia en el Congreso.

Cardenal creó el TAD en 2014 con sus colaboradores más allegados. No se cortó a la hora de elegir personas con las que de sobra se conocía que trabajaba. No guardó las apariencias para dar al Tribunal una identidad independiente como rezaba el Real Decreto y escogió a colaboradores que nunca le traicionarían, aunque con ello incumpliera cualquier reglamento ético.

El caso de Carmen Valverde es un alarde más de Cardenal dejando de ejercer su cargo con máximo rigor. Sin ser una jurista destacada ni abogada del Estado, entró en el organismo como secretaria, trabajando bajo las órdenes directas de la ex directora de Deportes Ana Muñoz e incrementó su poder hasta ser ella la mensajera de Cardenal a la hora de tomar alguna medida contra una Federación.

Muchas de las Federaciones llegaron a conocer por boca de Valverde los designios de Cardenal. Si estos no se cumplían, el presidente recurría al TAD donde paradigmáticamente una de las juezas es la propia Valverde. Resulta de dudosa profesionalidad que alguien pueda ejercer en el TAD y en el CSD al mismo tiempo.

No en vano, el presidente de la Federación Española de Caza, Andrés Gutiérrez, supo de primera mano que Cardenal se oponía a su gestión cuando Valverde envió un correo a su opositor, el presidente de la Federación Catalana Francisco Piera, en un tono muy cercano. El problema vino cuando se dieron cuenta de que el propio Gutiérrez estaba en copia de dicho mail.