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EL ARGENTINO PEDIRÁ 30 MILLONES LIMPIOS

El Barça teme incumplir el ‘fair-play’ financiero por la renovación de Messi

  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

El Barcelona no se ha sentado todavía a negociar con Leo Messi su renovación. El argentino aguarda tranquilo a la espera de la llamada del club culé, consciente de que tiene la sartén por el mango. El cinco veces Balón de Oro acaba contrato el 30 de junio de 2018 y sabe que en los próximos dos meses se enfrentará a la negociación más complicada de su carrera.

Messi y su entorno han observado con interés y mucha atención los suculentos incrementos salariales de Sergio Busquets, Mascherano y Neymar. El argentino ha empezado este temporada a cobrar 26 millones limpios después de haber percibido 14 kilos en las dos anteriores.

El delantero aceptó este arreglo con el Barcelona para posibilitar la ingeniería financiera necesaria para el fichaje de Neymar, sin embargo, el club no ha escatimado a la hora de ingeniar un entramado que burla parcialmente el fair-play financiero de la FIFA con la creación de las primas de renovación –el año pasado se aprobó una partida de 64 millones de euros– que aparecen en la memoria del club en concepto de gastos de personal. Según ha podido saber OKDIARIO, dichos incentivos irán la mayor parte de ellos al contrato de Neymar –en torno a 50–.

La premisa fundamental del fair-play financiero es que un club no puede gastar más del 70% de sus ingresos en salarios de futbolistas. Con esa triquiñuela contada anteriormente, el Barcelona ha eludido pasarse del límite en los pasados presupuestos, pero el margen sigue siendo muy reducido.

Teniendo en cuenta que los culés comenzaron la temporada anterior consumiendo el 66,8% de sus ingresos para pagar nóminas de jugadores, ahora resulta evidente que la dificultad del Barcelona para alcanzar las pretensiones de sus jugadores, especialmente las que va a solicitar Messi y más si quieren evitar una nueva sanción FIFA. Las salidas de Alves, Adriano y los canteranos han permitido aligerar mínimamente el límite salarial, pero ni mucho menos son suficientes para alcanzar las cifras que pedirán los que quedan por renovar.

A los 30 millones de Messi más cinco en variables, se suman los 16 que va a pedir Luis Suárez y los 12 que considera Andrés Iniesta que debe cobrar. Los tres miran con mucho recelo las llamadas primas de renovación que ha firmado el club y que parecen tener como principal destinatario al padre de Neymar.

No hay que olvidar que el progenitor iba a recibir un buen pellizco por el frustrado pase de su hijo al PSG –se llegó a hablar de un traspaso por 430 millones– y, en este caso, la entidad culé tendrá que abonar una cantidad al padre por haber conseguido la renovación. El oscurantismo en este aspecto en el club no deja lugar a dudas con esos 64 millones de euros destinados a primas. Y todo sin contar lo que Hacienda tarde o temprano pasará por caja por los procesos judiciales abiertos con el jugador.

No convencerán a Messi para cobrar menos

Messi, mientras tanto, ha transmitido su postura inamovible de solicitar 30 millones limpios por temporada para renovar hasta 2022. La diferencia entre este contrato y el anterior reside también en la escasa predisposición del ’10’ en ceder a las peticiones del club, que ya le plantea nuevamente la posibilidad de cobrar menos al inicio de ese nuevo contrato y cobrar más en la parte final –como ocurre con su actual compromiso–.

Después de que Bartomeu reconociese que todavía no ha hablado con Messi de su renovación, la tensión en la Junta Directiva azulgrana es patente. No saben de dónde sacar el dinero para pagar al mejor jugador del mundo sin saltarse el fair-play financiero. La mejor sugerencia a estas alturas consiste en inventar un nuevo concepto especial como en los casos de las renovaciones de Neymar, Busquets y Mascherano, aunque parece bastante complicado que la FIFA vuelva a picar en este asunto. La otra opción pasa por incrementar los ingresos un 25% en un año, algo que parece una quimera.