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Es muy peligroso: el aviso urgente de los expertos por esto que hacemos en la ducha

Este hábito puede convertirse en una amenaza para la salud ocular

Ni se te ocurra meterte en la ducha si pasa esto en la calle: puede resultar mortal

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La ducha, un momento de relajación, puede convertirse en una amenaza para la salud ocular si se ignoran ciertos riesgos. Muchas personas subestiman las implicaciones de ducharse con lentes de contacto, un hábito que parece inofensivo pero puede tener consecuencias graves, como infecciones que, en los peores casos, podrían llevar a la pérdida de visión.

Y es que, este hábito expone los ojos a microorganismos dañinos presentes incluso en agua potable o tratada con cloro. El agua no es completamente estéril y puede contener organismos microscópicos, como la Acanthamoeba, una ameba peligrosa que utiliza las lentes de contacto como vía para infectar los ojos. Cuando entra en contacto con el ojo, puede causar queratitis por Acanthamoeba, una infección grave y difícil de tratar que inflama la córnea. En los casos más extremos, esta afección puede provocar daños irreversibles, incluyendo ceguera.

El peligro de ducharse con lentes de contacto

Uno de los errores más comunes es ducharse con las lentes de contacto puestas, lo que aumenta de forma notable la probabilidad de infecciones graves como la queratitis por Acanthamoeba. Este microorganismo utiliza las microlesiones de la córnea, provocadas por el uso prolongado o incorrecto de lentes, como vía de entrada al ojo. Estas lentes funcionan como esponjas, atrapando microorganismos que pueden causar serios daños oculares.

La queratitis por Acanthamoeba se presenta con síntomas como enrojecimiento ocular, dolor intenso, visión borrosa, sensibilidad a la luz y una sensación de cuerpo extraño en el ojo. Si no se trata rápidamente, puede causar cicatrices permanentes en la córnea, disminuyendo la calidad visual, e incluso requerir un trasplante de córnea en casos severos. Aunque menos frecuente, la ceguera es una complicación posible en etapas avanzadas de esta infección.

Además de la Acanthamoeba, el agua expone a los ojos a bacterias como Pseudomonas aeruginosa, igualmente peligrosas para la córnea. Las lentes de contacto blandas, al ser porosas, absorben agua y, con ella, posibles contaminantes. También se pueden hinchar al entrar en contacto con el agua, alterando su forma y generando incomodidad o lesiones oculares.

Para minimizar estos riesgos, es esencial adoptar buenos hábitos de higiene ocular. Una de las recomendaciones más importantes consiste en retirar las lentes de contacto antes de ducharse, nadar o exponerse al agua.  También es esencial utilizar únicamente soluciones específicas para lentes de contacto, nunca agua corriente ni soluciones caseras, ya que estas no son estériles y pueden contener microorganismos.

La higiene personal es clave: lavarse las manos con agua y jabón antes de manipular las lentes reduce significativamente la transferencia de gérmenes. Además, hay que cambiar las lentes con la frecuencia recomendada por el oftalmólogo para evitar la acumulación de contaminantes.

Adoptar estas prácticas no sólo protege los ojos de infecciones graves, sino que también garantiza una visión saludable a largo plazo, destacando la importancia de la prevención en el cuidado ocular.

Las esponjas son muy peligrosas

Aunque parezcan inofensivas, las esponjas pueden convertirse en un caldo de cultivo para bacterias y hongos, lo que puede resultar en infecciones cutáneas. Esto es especialmente cierto en las esponjas naturales, como las marinas o de loofa, que retienen agua y no se secan adecuadamente, creando un ambiente ideal para la proliferación de microorganismos patógenos.

Las bacterias, como Pseudomonas aeruginosa, y los hongos, como los que causan el pie de atleta, se pueden transferirse a la piel, especialmente en áreas con heridas abiertas o cortes. Por ello, es esencial enjuagar bien las esponjas y asegurarse de que se sequen completamente después de cada uso.

Otro peligro asociado con las esponjas es el desgaste de la piel. El uso excesivo, especialmente de esponjas ásperas, puede dañar la barrera cutánea, provocando irritaciones, enrojecimiento o incluso microlesiones. Además, la fricción constante puede eliminar los aceites naturales que protegen la piel, lo que puede llevar a la sequedad y deshidratación. Para evitar estos problemas, se recomienda usar la esponja con moderación y elegir opciones suaves, especialmente para personas con piel sensible o condiciones dermatológicas preexistentes.

Las esponjas también son propensas a causar contaminación cruzada. Este riesgo ocurre cuando una esponja usada en una parte del cuerpo se reutiliza en otra, transmitiendo gérmenes y bacterias de una zona a otra. Esto es más preocupante si se usa la misma esponja en zona con infecciones o heridas abiertas, y luego en zonas como la cara, lo que podría propagar infecciones o causar reacciones alérgicas. Para evitarlo, es recomendable usar esponjas separadas para diferentes partes del cuerpo y asegurarse de que se mantengan limpias y libres de contaminantes.

En resumen, aunque las esponjas de ducha resultan muy prácticas, son muy peligrosas para la salud si no se mantienen y usan adecuadamente. Desde infecciones por bacterias y hongos hasta irritaciones de la piel y contaminación cruzada, es crucial seguir buenas prácticas de higiene para prevenir estos problemas.