Los alemanes hacen esto para no pasar calor y sólo necesitas una botella de agua: el truco infalible para el verano
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La llegada del verano representa para muchas personas un momento de desconexión, disfrute y descanso. Las ansiadas vacaciones, las escapadas a la playa o las cenas al aire libre forman parte del imaginario estival de buena parte de la población. Sin embargo, junto a los placeres propios de esta estación también llegan las altas temperaturas, que pueden convertir la vida cotidiana en una auténtica prueba de resistencia. En países como España, donde las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas, mantenerse fresco sin recurrir continuamente al aire acondicionado se convierte en todo un reto.
Las denominadas «noches tropicales», con mínimas superiores a los 20 grados, o incluso las «tórridas», que no bajan de los 25, pueden hacer casi imposible conciliar el sueño si no se dispone de un sistema de climatización. Y aunque los ventiladores ofrecen una alternativa más económica y accesible, no todos los usuarios toleran bien el flujo constante de aire durante horas. En este contexto, surgen soluciones ingeniosas, sencillas y asequibles que permiten refrescar el ambiente de manera natural.
El mejor truco para el verano
Ante el aumento de las temperaturas estivales y el elevado coste energético asociado al uso continuo del aire acondicionado, muchas personas optan por métodos más sostenibles para mantener sus hogares frescos. En este sentido, se ha hecho viral una propuesta tan simple como efectiva: el uso de una botella congelada como sistema de enfriamiento casero.
Esta técnica, difundida por medios alemanes como Bayern Shop, se basa en un principio muy simple: utilizar una botella de plástico llena de agua congelada. Una vez que el líquido se ha transformado completamente en hielo, la botella se coloca en un punto elevado de la habitación. Este método funciona aprovechando el principio físico de que el aire frío, al ser más denso, tiende a descender, creando una corriente natural que ayuda a disminuir la temperatura al instante. Es fundamental poner debajo de la botella un recipiente que recoja el agua que se condensa en el exterior del envase o el posible goteo que se produzca cuando el hielo comience a derretirse.
- El primer paso consiste en elegir una botella de plástico resistente, preferentemente de gran capacidad. Las botellas de 1,5 o 2 litros son ideales, ya que cuanto mayor sea el volumen de agua congelada, más tiempo se mantendrá el efecto refrigerante. Es importante no utilizar botellas de vidrio, ya que el agua al congelarse se expande, y esto podría provocar que se rompa.
- Una vez que tengas la botella, llénala con agua del grifo, dejando un pequeño espacio sin llenar en la parte superior, de unos dos o tres centímetros. Este espacio es fundamental para que el agua tenga margen de expansión al convertirse en hielo.
- Mete la botella llena en el congelador y déjala allí al menos entre seis y ocho horas horas, o hasta que el contenido esté completamente congelado. Lo más práctico suele ser hacerlo durante la noche, para tenerla lista por la mañana. Si deseas un efecto más duradero o piensas usar el truco varias veces al día, puedes preparar varias botellas e ir rotándolas a medida que se derritan.
- Cuando el agua esté congelada por completo, coloca la botella en una zona alta de la habitación que quieras refrescar.
- Una vez colocada la botella, es recomendable mantener la habitación cerrada para retener el aire fresco. También es útil bajar las persianas o cerrar las cortinas durante el día para evitar que el calor del sol eleve nuevamente la temperatura.
- Cuando el hielo se haya derretido por completo, puedes volver a congelar la misma botella para reutilizarla. Si tienes varias botellas preparadas, puedes ir alternándolas para mantener la habitación fresca a lo largo del día o durante la noche.
Aunque este método no sirve para enfriar toda la casa, funciona muy bien en habitaciones pequeñas o medianas, especialmente si por la noche. La clave está en la sensación térmica generada en torno al foco de frío, que puede aliviar notablemente el ambiente en las noches más cálidas.
Aunque pueda parecer un descubrimiento reciente, lo cierto es que este tipo de técnicas tienen una larga tradición en muchas culturas. El uso del hielo o del agua fría como forma de refrigeración es anterior a la invención de los sistemas eléctricos modernos. La diferencia está en que ahora, gracias a la difusión a través de medios digitales y redes sociales, estas prácticas sencillas están recuperando protagonismo como alternativas viables y eficientes frente al uso intensivo de dispositivos eléctricos.
En definitiva, este truco con una simple botella de agua congelada demuestra que, con un poco de ingenio y creatividad, es posible hacer frente al calor estival de manera inteligente. Porque, al final, el bienestar durante el verano no sólo depende de la tecnología más avanzada, sino también de la capacidad de encontrar soluciones simples, eficaces y sostenibles.