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Mito o realidad: la ciencia se pronuncia sobre la evolución humana y no tener muelas del juicio

El proceso evolutivo lleva a que nazcan cada vez más bebés sin muelas del juicio

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Las muelas del juicio son los últimos molares que aparecen en la boca, normalmente entre los 17 y los 25 años de edad. Sin embargo, cada vez hay más personas que nacen sin estas piezas dentales o que solo tienen algunas de ellas. ¿Es esto una señal de que los humanos seguimos evolucionando rápidamente? ¿Qué otras partes del cuerpo podríamos perder en el futuro? Toma nota, porque la ciencia se ha pronunciado sobre la evolución humana y no tener muelas del juicio.

La ciencia se pronuncia sobre no tener muelas del juicio

Un artículo publicado en el Journal of Anatomy reveló que las caras de los humanos son cada vez más pequeñas, lo que hace que la boca también se reduzca y tenga menos espacio para alojar los dientes y de ahí que sea cada vez mayor el número de bebés que nacen sin tener muelas del juicio. Esto se debe a que nuestra alimentación ha cambiado y ahora podemos masticar mejor los alimentos con menos esfuerzo.

Pero este no es el único cambio que está ocurriendo en nuestro cuerpo. El estudio también descubrió que hay una arteria en el antebrazo que lleva sangre a la mano, llamada arteria mediana, que se ha vuelto más común en los recién nacidos desde el siglo XIX. Esta arteria suele desaparecer durante el desarrollo embrionario, pero cada vez más personas la conservan hasta la edad adulta.

Los autores del estudio, investigadores australianos, afirmaron que estos hallazgos demuestran que los humanos estamos evolucionando más rápido de lo que lo hemos hecho en cualquier momento de los últimos 250 años.

¿Qué otras partes del cuerpo podríamos perder?

Pero las muelas del juicio no son las únicas partes del cuerpo que podrían desaparecer en el futuro. Otras estructuras que han perdido su función original y de las que podríamos prescindir a medida que evolucionemos serían:

Estos son algunos ejemplos de cómo la evolución humana sigue su curso, aunque para nosotros sea casi imperceptible. La ciencia nos permite conocer estos cambios y entender mejor nuestra historia y nuestro futuro como especie.