Deja de guardar así la mantequilla: los expertos advierten sobre las consecuencias
La mantequilla se puede mantener en el congelador hasta por seis meses sin perder su sabor ni textura
Mantener una correcta organización en la nevera es clave para asegurar la frescura de los alimentos. Cada nivel dentro del frigorífico tiene una determinada función, y algunos alimentos, como la mantequilla, hay que colocarlos en los estantes intermedios o superiores, donde la temperatura se mantiene estable. Sin embargo, pocas personas saben que hay ciertos errores de almacenamiento que pueden afectar la seguridad de alimentos como la mantequilla o los quesos para untar, incluso si están en el lugar correcto dentro de la nevera.
La ingeniera de alimentos Mariana Zapién, a través de su cuenta de Instagram, advierte sobre algo muy habitual: dejar la tapa de aluminio pegada por uno de los bordes y, cada vez que se consume, destapar y volver a tapar la mantequilla con ella. Sin embargo, la experta advierte que el aluminio a medio poner permite que la humedad entre en contacto con el producto, creando un ambiente donde pueden proliferar bacterias, hongos o levaduras, acelerando el deterioro de la mantequilla.
La forma correcta de guardar la mantequilla
Almacenar adecuadamente la mantequilla es clave para que la mantequilla conserve su sabor, textura y frescura el mayor tiempo posible. Si bien parece sencillo, existen algunos factores importantes a considerar para maximizar su vida útil y evitar problemas de seguridad alimentaria.
Para una adecuada conservación de la mantequilla en el frigorífico, es fundamental elegir el estante correcto y el envase adecuado. En general, los estantes intermedios o superiores son los más estables en cuanto a temperatura, a diferencia de las puertas, donde las fluctuaciones térmicas son mayores.
La mantequilla suele venir en envolturas de aluminio; sin embargo, una vez abierta, es recomendable trasladarla a un recipiente hermético. El aluminio se puede abrir con el tiempo, dejando la mantequilla expuesta al aire y la humedad, lo que acelera su oxidación y provoca cambios de sabor. Un recipiente hermético ayudará a proteger la mantequilla de los olores de otros alimentos, ya que tiende a absorber fácilmente aromas que pueden alterar su sabor original.
Uno de los errores más comunes es conservar la tapa de aluminio parcialmente puesta después de abrir el envase. Este hábito, aunque sencillo, puede tener un efecto negativo en la conservación de la mantequilla, ya que permite que el aire y la humedad entren en contacto con ella.
Esta exposición fomenta el crecimiento de microorganismos y bacterias que deterioran el producto más rápidamente. La ingeniera de alimentos Mariana Zapién destaca que dejar el aluminio a medio colocar también facilita que se desarrollen hongos y levaduras en la superficie de la mantequilla.
Aunque guardar la mantequilla en el frigorífico es lo más común, también se puede conservar a temperatura ambiente durante algunos días, siempre y cuando se mantenga en un lugar fresco y alejado de la luz solar directa.
Si has una gran cantidad de mantequilla y no vas a comerla en las próximas semanas, congelarla es una excelente opción. Ésta se puede mantener en el congelador hasta por seis meses sin perder su sabor ni textura. Para congelarla, lo ideal es dividirla en porciones y envolver cada una en papel film o en bolsas herméticas para evitar la formación de cristales de hielo en la superficie. Cuando sea momento de usarla, basta con colocarla en la nevera para que se descongele poco a poco.
Detectar si la mantequilla está en mal estado es sencillo. Si presenta un olor agrio o rancio, o si el color ha cambiado a tonos amarillentos o grisáceos, es una señal de que se ha deteriorado. Además, un sabor amargo o avinagrado es un claro indicio de que la mantequilla ya no es apta para su consumo. Si observas estos signos, lo mejor es desecharla para evitar problemas de salud.
Mantequilla y margarina
La mantequilla es un producto lácteo natural que se obtiene de la crema de la leche, con un alto contenido de grasa saturada, lo que le da su textura cremosa y sabor característico. Aporta vitaminas liposolubles como la A, D y E, pero su alto contenido de grasas saturadas puede estar relacionado con problemas cardiovasculares si se consume en exceso.
Por otro lado, la margarina es un producto procesado a base de aceites vegetales, que pasa por un proceso de hidrogenación para obtener una textura sólida o semisólida. Aunque la margarina contiene principalmente grasas insaturadas, algunas versiones pueden incluir grasas trans, que son perjudiciales para la salud. Sin embargo, muchas margarinas actuales han eliminado las grasas trans y están enriquecidas con vitaminas.
La mantequilla ofrece un sabor más cremoso, mientras que la margarina tiene un sabor más neutro. La elección entre ambas depende de las preferencias personales y necesidades alimentarias. Si quieres reducir la ingesta de grasas saturadas, la margarina con aceites vegetales insaturados es una opción más saludable. Sin embargo, ambas se deben consumir con moderación para evitar efectos negativos sobre la salud.
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