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Cambio de hora

Curiosidades cambio de hora: por qué hay dos horarios y cuándo comenzó en España

El cambio de hora al horario de invierno se producirá en la madrugada del 28 al 29 de octubre

El cambio de hora es una medida que se aplica en muchos países del mundo para adaptar el horario a las variaciones de la luz solar a lo largo del año. Consiste en adelantar una hora el reloj en primavera y retrasarlo una hora en otoño, con el fin de aprovechar mejor la luz natural y ahorrar energía. Sin embargo, esta práctica tiene un origen curioso y también genera algunos efectos positivos y negativos en la economía, el medio ambiente y la salud. A continuación, te contamos algunas curiosidades sobre el cambio de hora que quizás no conocías y por qué hay horario de verano y de invierno.

Curiosidades sobre el cambio de hora

Como cada año, en España hay dos cambios de hora. El primero del año suele ser el último domingo del mes de marzo, es decir, en tan solo dos días y, que se conoce como el horario de verano. Mientras que el horario de invierno comienza el último domingo de octubre.

En la madrugada del próximo sábado 28 al domingo 29 de octubre, se cambiará la hora de 3 a 2 de la mañana en España, por lo que se puede decir que el cambio al horario de invierno servirá antes que nada, para dormir una hora más.

El tema del cambio de hora es una tendencia que siguen varios países del planeta, y que otros han descartado. Esto depende de factores como su ubicación geográfica, la dependencia de la luz solar e, incluso, también de las decisiones de los gobernantes, que pueden considerarla oportuna o no.

Es decir, en el territorio nacional realizamos dos modificaciones a los relojes, en otoño y primavera. Pero, ¿cuáles son las explicaciones concretas acerca de por qué en España tenemos esta costumbre, y desde cuándo la tenemos en cuenta?

El origen de los dos husos horarios

Fue el político, científico e inventor Benjamin Franklin, en 1784, el primero que abordó el tema. Durante sus funciones como embajador en París, recomendó a las autoridades locales que intervinieran los relojes para aprovechar más la luz solar, y no usar tanto las velas.

Curiosamente, pasaron casi dos siglos desde que los franceses desecharon esa idea, hasta que la misma fue reflotada por el constructor británico William Willett, que propuso breves transiciones de 20 minutos semanales, comenzando la mañana tan pronto saliera la luz del sol.

Aún así, sólo los Estados Unidos se lo tomaron en serio, en tiempos de las dos Guerras Mundiales. Los mandatos que obligaban a los estados a regirse por dos horarios rápidamente se desperdigaron alrededor del mundo, y no fueron pocas las naciones que consideraron seguir sus pasos.

Cuándo empezó el cambio de hora en España

A comienzos del siglo XX, España tenía la hora del Meridiano de Madrid, pero cada provincia poseía un huso horario específico, relacionado con la conveniencia de sus ciudadanos. Quiere decir esto que, en la práctica, ya se entendía que un huso único e inamovible podía ser perjudicial.

La Guerra Civil y el franquismo aplicaron nuevos cambios en el horario de los españoles, hasta que acabados aquellos años, España tomaría la misma hora que tiene en la actualidad, con margen para realizar ese cambio según la temporada del año, y aprovechamiento de la luz solar.

El primer país que adoptó el cambio de hora fue Alemania, durante la Primera Guerra Mundial, para ahorrar carbón. Después le siguieron otros países europeos, como Francia, Reino Unido y España1. En España, el cambio de hora se introdujo en 1918, pero se dejó de aplicar después de la Segunda Guerra Mundial. Se retomó en 1974, debido a la crisis del petróleo.

Otras curiosidades sobre el cambio de hora

¿Para qué sirve tener un horario de verano y uno de invierno?

El cambio de hora tiene algunos beneficios para la economía y el medio ambiente. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el cambio de hora permite ahorrar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, lo que equivale a unos 300 millones de euros al año.

Además, al reducir el consumo de energía, se disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.

La clave está en que si nos ponemos a trabajar inmediatamente amanece, y producimos con el sol en su máxima expresión, no hay que encender las luces sino hasta que estemos de nuevo en casa. Para entonces, el consumo es menor porque en los ratos libres gastamos menos.

Numerosos estudios indican que esto es así, aunque no faltan quienes consideran que la diferencia es tan pequeña, que realmente no tiene sentido continuar con esta conducta en el futuro, y que es imperante optar por decisiones de ahorro energético más fuertes.