6 datos curiosos sobre la bailaria Isadora Duncan
Isadora Duncan fue una bailarina de origen estadounidense que se hizo famosa por su gran e innovadora técnica a la hora de ejecutar toda clase de movimientos libres, con gran fluidez y pasión. Con ella se puso fin a la rigidez que había en el ballet clásico y puso las bases para la danza contemporánea que vendría en el siglo XX.
Una bailarina nueva
El estilo en danza que tenía era totalmente nueva y rompía con la rigidez existente en el ballet clásico, usando además música de concierto que no había sido compuesta para bailarse. Toda una pionera de la que sus enseñanzas y gran personalidad han terminado por ser fundamentales en el desarrollo de la danza.
Comenzó en la danza a los 10 años
Su biografía dice que con solo 10 años dejó la escuela y comenzó a dar clases de danza, contribuyendo a los gastos familiares. Sus padres estaban divorciados y la madre de Duncan era algo estravagante, que se aferró a sus hijos y que no tenía fe en la religión. Esto quizá ayudó a que eligiera el feminismo ante la presión protestante y católica de la época.
Al llegar a la adolescencia, se mudó con su familia a Chicago, donde estudió danza clásica. En un incendio perdieron todo y marcharon a Nueva York, ingresando en la compañía del dramaturgo Augustin Daly y después estudió arte en el Museo Británico de Londres.
Un baile de lo más especial
Su baile estaba caracterizado por movimientos de gran libertad y fluidez con un gran protagonismo emocional. Para Duncan, no era su cuerpo el que bailaba, lo hacía su interior.
Amante de la antigua Grecia
Le atrajeron siempre los cánones de la antigua Grecia, algo que se pudo ver en sus actuaciones, pues vestía con túnica transparente, brazos, pies y piernas desnudos, así como con el cabello suelto. A los críticos el ver a una mujer bailando descalza no les agradaba, lo mismo que llevara túnica y que no estuviese maquillada, pero admitían que era una danza de lo más apasionada.
Poco afortunada en su vida personal
En la vida personal, Isadora Duncan no podemos decir que tuviese mucha suerte. Tuvo una hija con el escenógrafo británico Gordon Craig y un hijo con el magnate de las conocidas máquinas de coser Paris Singer. Los dos murieron en accidente de coche. En 1922 se casó con el poeta ruso Sergei Esenin, de quien separaría años más tarde.
Su muerte una tragedia
El final de sus días le llegó conduciendo su automóvil, pues el extremo del pañuelo que adornaba su cuello, se enredó en una de las llantas, quitándole la vida el 14 de septiembre en Niza, Francia.
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