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Los científicos no dan crédito: este continente se está partiendo en dos y las consecuencias pueden ser fatales

Una grieta geológica podría crear un nuevo océano en África según los científicos

La ciencia ha descubierto algo en África que puede hacer que el curso de la historia para nuestro planeta cambie para siempre. Este continente es inmenso, pero parece que también es frágil en su interior si tenemos en cuenta, un reciente hallazgo que ha demostrado que se está moviendo por dentro provocando una grieta que a medida que avance, es evidente que haría cambiar este continente para siempre.

Según se ha descubierto, en el Valle del Rift, al este del continente africano, la corteza terrestre ha comenzado a estirarse, y en consecuencia, a agrietarse. Lo curioso es que, aunque nosotros no lo notemos, la fractura ya ha comenzado. Y lo más impactante de todo es la posibilidad de que, dentro de millones de años, ese estiramiento desemboque en un océano nuevo en pleno corazón de África. La región de Afar, en Etiopía, es según los científicos, el punto más sensible. Allí los temblores y las erupciones volcánicas son frecuentes, y no es casualidad. Bajo el suelo se encuentra una enorme columna de magma que empuja con fuerza desde las profundidades, debilitando la corteza y marcando el compás de esta más que posible ruptura continental.

Este continente se está partiendo en dos

La idea de un continente partiéndose puede sonar alarmante, pero no es algo que vayamos a ver en esta era. Según los cálculos más aceptados, la fractura completa tardará entre uno y veinte millones de años. Y es que la clave está en entender la escala. De este modo, lo que para una persona puede parecer inmóvil, para el planeta es movimiento constante.

Los geólogos explican que el Rift avanza unos milímetros cada año. No es nada si lo pensamos en nuestra vida cotidiana, pero suficiente para que en el futuro se abra un océano entero, aunque sí, sea de aquí a millones de años. Algo similar ocurrió con el Atlántico: empezó con pequeñas grietas y hoy es la gran masa de agua que separa América de Europa y África. Entonces, ¿por qué este lugar es tan especial? Porque nos permite estudiar en directo cómo se forman los océanos. La mayoría de procesos de este tipo sucedieron en épocas muy antiguas, imposibles de observar. En África Oriental, sin embargo, la fractura sigue activa y los investigadores pueden medir sus avances con sismógrafos, satélites y análisis de roca.

Afar la región en la que la corteza se abre paso al magma

Afar no es un lugar cualquiera. Allí confluyen tres grandes sistemas de rift (el del Mar Rojo, el del Golfo de Adén y el de Etiopía), lo que convierte a la zona en un rompecabezas geológico en continuo movimiento. A medida que las placas se separan, la corteza se adelgaza y deja escapar el magma, creando nuevas fracturas.

Un equipo de investigadores analizó más de un centenar de rocas volcánicas recogidas en la zona y descubrió algo llamativo: huellas químicas que se repiten como un patrón. Ese detalle confirma que la columna de magma no es estática, sino pulsante. Los expertos lo comparan con un flujo que se acelera allí donde la corteza es más delgada, del mismo modo que la sangre corre más rápido en una arteria estrecha. Esa dinámica explica por qué Afar es tan activa y por qué sus volcanes parecen no descansar nunca.

Las consecuencias para el continente

Si el proceso sigue avanzando, África Oriental se separará de la masa principal del continente. Países como Etiopía, Somalia, Kenia y Tanzania puede que acaben convertidos en un bloque independiente que estaría rodeado por el océano Índico. Un cambio significativo y no sólo porque redibuje los mapas, también sería algo que alteraría el clima regional, las corrientes marinas y la biodiversidad.

El impacto sería enorme en la vida de la región. Podemos pensar en las rutas migratorias de los animales, así como los cambios en los ciclos de lluvias, la distribución de especies… todo se vería obligado a sufrir un reajuste. Incluso la economía futura podría girar en torno a ese nuevo mar interior, con puertos y rutas comerciales que hoy ni imaginamos. Lo mismo ocurrió cuando se formó el Mediterráneo: primero fue un fenómeno geológico, después pasó a ser un espacio clave para el desarrollo de civilizaciones enteras.

Ahora bien, parece que no todo quedaría bajo el agua. Algunas zonas como la depresión de Danakil sí que podrían elevarse formando mesetas volcánicas, parecidas a lo que ocurre en Islandia. Y en lugar de desaparecer, algunas áreas podrían acabar convirtiéndose en grandes islas volcánicas en medio del nuevo océano, recordando que allí una vez existió un continente unido y que acabará dividido en dos.

En definitiva, lo que ya ocurre en África puede hacer que este continente cambie por completo. No lo veremos , aunque sin duda alguna, marcará el mundo del futuro en unos millones de años y quienes vivan en ese futuro, sin duda conocerán un continente que seguramente será completamente distinto a que nosotros hemos conocido.