Cultura
EL FOCO DE MARÍA ZABAY

Luis Alberto de Cuenca: «Es una burla trágica que los propios occidentales estén dinamitando su cultura»

El académico reconoce que "existe una censura más fuerte que en el franquismo porque la del franquismo era política y la de ahora es en todos los órdenes de la vida"

«El poeta, nace. Está condenado cromosómicamente a serlo. Y puede escribir desde la euforia y la alegría», asevera Luis Alberto de Cuenca, helenista, borgiano, bibliófilo, académico de la Real Academia de la Historia y profesor de Investigación del CSIC. Este peso de la cultura, hombre elegante y sencillo, se aficionó a la lectura de niño con los cómics y, por esa pasión por la cultura y los libros, posee una importante obra como poeta, ensayista y traductor de los grandes clásicos, y obras en francés medieval, provenzal, inglés y alemán. La mayor parte de su obra poética está recogida en Los mundos y los días. Pero hay más; mucho más. Cátedra acaba de publicar El triunfo de estar vivo, una recopilación de la producción poética de Luis Alberto de Cuenca entre 1996 y 2012: Sin miedo ni esperanza (2002), La vida en llamas (2006), El reino blanco (2010) y Cuaderno de vacaciones (2012).

Él, que siempre ha escrito al dictado de la inspiración y de las musas, asegura que «el poeta, quiera o no, hace autobiografía». Él empezó haciéndola, con la visita del cuervo de Edgar Allan Poe, esa constatación de la muerte de la amada, del adiós definitivo; desgarro que él sufrió a los dieciocho años con la muerte de su novia, Rita. Por eso Poe es tan importante en su obra. A Rita le ha dedicado numerosos poemas a lo largo de su vida, recogidos en Poemas para Rita. Pero clave, sin duda, lo es también su mujer Alicia, musa de genialidades como en la que la imagina disfrazada de Leia Organa, princesa de Star Wars:

Si solo fuera porque a todas horas
tu cerebro se funde con el mío;
si solo fuera porque mi vacío
lo llenas con tus naves invasoras.
Si solo fuera porque me enamoras
a golpe de sonámbulo extravío;
si solo fuera porque en ti confío,
princesa de galácticas auroras.
Si solo fuera porque tú me quieres
y yo te quiero a ti, y en nada creo
que no sea el amor con que me hieres…

No se lo imagine usted revisando poemas o escribiéndolos a ratos o trompicones —rara vez sucede eso—. Esta genialidad la escribió de corrido, como Desayuno (poema que nos recita en la entrevista).

Es dueño de una biblioteca que evidencia su amor a los clásicos, la épica y los comics. La colección supera los 35.000 volúmenes. Entre las joyas que atesora: la primera edición del Drácula de Bram Stoker que conserva, fechada en 1897 (como «fanático» de la novela de terror) y la primera edición inglesa de El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr Hyde, de Robert Louis Stevenson. También posee las dos primeras series de los Episodios Nacionales, de Galdós, en una edición ilustrada; la edición póstuma de Bécquer de 1871, publicada meses después de su muerte, la primera edición de 1772 de El diablo enamorado de Jacques Cazotte (es la primera novela de literatura fantástica europea), las Obras Completas de Voltaire, editada en 1772 por Condorcet, con 125 grabados de los más bellos editados que existen. La primera edición ilustrada de El conde de Montecristo de Alejandro Dumas y otras varias primeras ediciones de Víctor Hugo, Chateaubriand, Valéry, Cocteau, Gustavo Adolfo Bécquer, Valle Inclán y otros grandes. Lo dicho, un tesoro.

Como estudiante, empezó Derecho pero terminó en Filología clásica con premio extraordinario y doctorado. Ha sido director de la Biblioteca Nacional y Secretario de Estado de Cultura. Ha obtenido el premio de la Crítica por La caja de plata, el Nacional de Traducción por su versión del Cantar de Valtario latino, el Premio de Literatura de la Comunidad de Madrid y el Gil de Biezma, entre otros muchos.

Como Secretario de Estado de Cultura, se dedicó a despolitizarla. Y, aunque no lo cuenta, él, el primer poeta que ha hablado en el lenguaje del rock, que no tuvo sesgos y lo mismo traduce el Libro de la Orden de Caballería de Ramón Llull que escribe una letra para Loquillo o La Orquesta Mondragón; él, que su nombre lleva décadas sonando para entrar en la RAE, ha sufrido las consecuencias de considerársele posicionado. Prejuicios y castigos.
Sí que habla, en cambio, de las represalias que sufrió Borges por su incorrección: «Decir lo que pensaba, le costó el Nobel».

Está convencido de que la tolerancia excesiva y el buenismo se han comido a la verdad y, mirando a nuestro hoy en España, afirma que «existe una censura más fuerte que en el franquismo porque la del franquismo era política y la de ahora es en todos los órdenes de la vida». Por lo que la verdad no existe ya. Y lo denuncia: «Ahora se lleva la posverdad, y eso no es la verdad».

Luis Alberto de Cuenca, hombre de cultura sin colores ni bandos, considera absurdo decir que la cultura le pertenece a la izquierda, mira con pesar su extinción y sostiene que «es una burla trágica que los propios occidentales estén dinamitando su cultura».

Recordando el cuento Barba Azul de Charles Perrault y la habitación con cadáveres de amadas a la que no le permitía a su mujer abrir la puerta, defiende con convicción que «hay que abrir todas las puertas, aunque se encuentre uno todo tipo de cadáveres».

Por si se lo pregunta, le cuento que si le pregunta por banderas, las suyas son la de España y la pirata.

Disfrútelo.