EL FOCO DE MARÍA ZABAY

Carmen Posadas: «La mayor dificultad de este libro ha sido hacer convivir humor y profundidad»

La escritora publica nueva novela 'El misterioso caso del impostor del Titanic'

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La España de principios del s. XX, las tertulias literarias de aquel Madrid de abundante riqueza intelectual, Emilia Pardo Bazán, el Titanic, un ultracuerpo —quién sabe si real—, asesinatos e intrigas son la base de la nueva novela de Carmen Posadas, El misterioso caso del impostor del Titanic. En ella, la escritora entreteje, con el arte de una hilandera artesanal, humor con crítica social; profundidad. «Ése ha supuesto el mayor reto», nos confiesa.

Estamos ante una novela policiaca en la que la literata Emilia Pardo Bazán, saciando su pasión por la crónica negra, se entrega al oficio de detective junto a su Selvita con el afán de desentrañar el misterio de la aparición de uno de los tres españoles que perdieron la vida en el naufragio del Titanic, diez años después. Y en ese escenario de tretas y trampantojos, Carmen Posadas cincela las desigualdades sociales, la dureza de las emigraciones de los españoles que fueron a América en busca de fortuna, las explotaciones de las víctimas y sus sueños perdidos, y los primeros triunfos del feminismo en un país en el que las mujeres no podían ir a la universidad ni votar.

Como su protagonista Emilia Pardo Bazán, Carmen Posadas —premio Planeta en 1998, traducida a 30 idiomas—, maneja una prosa perspicaz, profunda y llena de hallazgos que hacen moverse al lector en ese complejo y fascinante terreno entre la risa y la reflexión.

Con ella hablamos de literatura y de sus escritores de biblioteca, como Borges, y de los dedicados al disfrute de vivir como Hemingway.

Afirma que le gustaría que hubiera un feminismo razonable y sensato que no fuera en contra de los hombres. Para ella, «los argumentos del feminismo de trinchera son ridículos». Mirando al populismo, asevera sin titubeos que su ola nos está licuando el cerebro. «La mayoría de los hombres se autocensuran para que no los tachen de machistas»

Ella, valiente y segura, reconoce, con una elegancia de esas que resquebrajan, que en sus inicios nadie la tomaba en serio por su físico. Prejuicios… escribe lo que se le pasa por la cabeza, aunque hacerlo suponga enfrentarse a los fusiles de la crítica. Lo ha hecho siempre. En sus artículos y en sus libros. Eso sí, pensando en los escritores. Y mucho. Fuera de postureos de «autor de escribo para mí», reconoce que ella lo hace para sus lectores. «Si escribiría para mí misma, haría un diario y lo guardaría en el cajón».

Cuando termina las novelas, lejos de convivir con sus personajes, le encanta librarse de ellos. Demasiadas horas y quebraderos. Ha descubierto el placer de releer. El libro que más veces ha leído es la Biblia porque en ella está todo. Y sobre su arte de escribir, con la humildad de pensar que todo tiene un fin, esta maestra de las letras confiesa «Trabajo siempre en el abismo y en la catástrofe porque no sé en qué momento me voy a caer».

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