Bob Dylan no acudirá a recoger el Nobel de Literatura
El antidivo de la música popular Bob Dylan es famoso por sus desplantes al público en los conciertos. Nunca saluda, nunca se despide, jamás comenta nada entre canción y canción. Se sienta, canta y se va. Pero al menos va. A recoger el Nobel de Literatura ni eso. Pero lo acepta con su dinero incluido, por supuesto.
También tardó varias semanas en darse por enterado. La Academia sueca no localizaba al genio de la música folk estadounidense, iniciador de una corriente que se convirtió en ley: las letras tendrían a partir de él la misma importancia, si no más, que la composición melódica en la música popular.
Dylan se debió de entretener asistiendo a las llamadas públicas de los académicos del Nobel, que reclamaron durante días a los conocidos, casas discográficas, patrocinadores y proveedores del artista para que, ya que él no contestaba, le confirmaran que, al menos, era consciente del honor que le habían concedido. Finalmente, Bob Dylan llamó acabando el mes de octubre a la Academia sueca y habló con su secretaria, Sara Danius: «¿Que si acepto el premio? Por supuesto, es un honor»… Nada más trascendió de esa conversación, quizá no fue mucho más larga.
Ahora, ha sido nuevamente Dylan quien se ha puesto en contacto con Estocolmo, para avisar de que no irá a recoger su galardón el próximo 10 de diciembre, a causa de «compromisos previos», no especificados. Y la Academia sueca ha emitido un comunicado añadiendo que el músico estaba «deseoso de haber podido recoger el premio personalmente».
El caso es que Dylan nunca ha sido dado a los agasajos públicos. El 13 de octubre, el mundo supo que era merecedor del premio literario más prestigioso del mundo, ése que consagra definitivamente a un autor como un gigante de las letras. Y es indiscutible que en eso, en ‘las letras’, Dylan ha sido y es un maestro. La Academia sueca justificó la concesión en que el precursor del folk rock ha «creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense», algo fuera de toda duda.
Sí que resultó controvertido que Dylan jamás haya publicado una obra compositiva que no fuera musicada, más allá de que su trascendencia como autor que abanderó un cambio generacional a ambos lados del Atlántico influyó en otros músicos que, a partir de su inspiración, profundizaron en nuevos ámbitos de expresión. Entre otros, Dylan le afeó a The Beatles: «Sólo escribís canciones de amor, seguro que podéis hacer otras cosas». Y precisamente en aquel 1966, éstos le hicieron caso publicando ‘Revolver’.
Los volúmenes editados de los autores que ganan el Nobel son relanzados por las compañías con sus derechos, y alcanzan trascendencia universal. En el caso de Dylan lo que ha ocurrido es que, por primera vez, se han reunido sus versos negro sobre blanco y se han colocado en las tiendas de libros en los estantes no sólo de «novedades», sino también de «literatura».
Si la música popular empezó como un divertimento expansivo de los jóvenes de la segunda posguerra mundial, esas generaciones hallaron en sus letras trasfondo intelectual para tomar el poder de su mundo, cuando los tiempos, como cantaba –y escribía– Dylan, «estaban cambiando».
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