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Antonio Orozco: «Si pudiera, quitaría el poder a quienes lo tienen»

El artista publica 'Inevitablemente yo', un libro sobre su "serio colapso": "Me dije 'si no paras, la vida o el cuerpo te pararán'"

"He antepuesto hacer lo que me gusta siempre y me ha costado todo, incluidas varias ruinas, también económicas"

"Hay 2 guerras tremendas y otras que se mencionan mucho menos, suficiente para la crispación"

 

La verdad de sus historias sobre el papel y la sacudida de emociones que provocan cuando las lleva al escenario han hecho que Antonio Orozco esté considerado como uno de los mejores letristas, músicos e intérpretes de la música en español. Esa es la magia de su trabajo: remover con cada canción. Siendo así, quién podría imaginar que era el artista el que había perdido la capacidad de emocionarse. Eso le obligó a «dar un paso hacia atrás para dar ahora uno de gigante», explica, tras relatar ese episodio de su vida en lo que define como «una canción más larga»: el libro Inevitablemente yo (Planeta).

Es difícil ver serio a Antonio Orozco y eso dificulta, a su vez, «que alguien pueda ayudarte» en algo que «ni ve ni sabe» por la «tendencia a tapar que tenemos», explica en una entrevista con OKDIARIO el artista. Cada fin de semana se entregaba a 20.000 personas en sus actuaciones y, sin darse cuenta, «normalizaba» una realidad que «iba tapando». Y pasó lo que tenía que pasar: «Un choque de energía súper poderoso que de repente te dice ‘o paras o tu cuerpo te parará, la vida te parará’». El colapso le hizo decidir algo impensable después de 25 años de carrera sin interrupción. Se plantó: «Lo dejo. No puedo seguir así, no me veo, no me entiendo, no me siento».

«Y me asusté», reconoce. Era una encrucijada lo que enfrentaba entonces. Afrontar una situación que desconocía y que no sabía gestionar al mismo tiempo que se apartaba del escaparate musical, con el riesgo que eso supone para un artista de su perseverancia profesional, uno que no nació de ningún golpe de suerte.

No tenía elección. «Llegué a un colapso súper serio de estrés. Un colapso absoluto en mi creatividad, en mi forma de vivir, en un montón de aspectos de los que no era consciente. Peté de estrés», narra.

Ahora, desde la distancia, puede decir que su prioridad ha sido «siempre» hacer lo que le gusta, y lo ha «antepuesto a todo en la vida», hasta el límite: «Me ha costado todo. Todo es todo, como varias ruinas, incluidas económicas. Lo antepuse y lo he conseguido [el éxito profesional], pero todo eso tiene un coste. Se puede llegar ahí, pero… ¿cómo se sale?».

«Me lo pasaba increíble en ‘La Voz’ y al salir me encerraba en el hotel, era sistemático»

Lo cierto es que Antonio Orozco no sabía ni cómo salir ni cómo había entrado en ese círculo vicioso. Únicamente tenía la certeza de que algo ocurría y no era nada bueno. Prueba de ello era, por ejemplo, su rutina en una de las ediciones de La Voz (Antena 3) en las que era coach. «Recuerdo una edición impresionante, me lo pasé increíble, la audiencia era espectacular, tenía un brillo especial… pero, cuando no estaba en el plató, no salía del hotel. Iba a grabar por la mañana y al salir me quedaba en la habitación, con un comportamiento sistemático», explica.

La incomodidad del cantante no se esfumaba mientras grababa, aunque disfrutara del momento. También en La Voz se podía apreciar un gesto en él que delataba cierto malestar: cubrir su cuerpo, tras alcanzar un peso al que no supo ni cómo había podido llegar, con la chaqueta. Sin embargo, no quiere dar pie a que se cometa el error habitual al «focalizar» la historia, porque el mensaje es otro: «El peso es un síntoma de que algo no está bien. El peso no es lo importante. Lo importante es el estrés del día a día de una persona que vive en un avión durante 25 años, que no recuerda cuándo fueron sus últimas vacaciones. El detonante es ese. El que yo me vea tan bien ahora no tiene que ver con que haya perdido peso; he perdido peso porque me siento mucho mejor, porque he sido capaz de entender las cosas, de darle tiempo al tiempo; porque ya no hago 90 conciertos al año, hago 25. He sabido priorizar las cosas», detalla.

«Nadie es obeso por elección, las circunstancias te llevan a ello»

Con esto pudo comprobar también que «en este mundo en el que vivimos, tienes que elegir: o vas a la moda o al psicólogo». «Si estás fuera del prototipo, la vida se complica. Muchas personas están metidas en un círculo vicioso que tiene que ver con cómo se ven, con cómo se sienten. No han decidido estar ahí. Vivimos en un mundo en el que todo se entiende como una decisión personal. Las personas no son obesas por elección, las circunstancias te llevan a ello. Si estás fuera de los parámetros normales, no tienes las mismas oportunidades de lucir; si no luces bien, no te gustas; si no te gustas, no te muestras y, si no te muestras, no sales de tu círculo», desarrolla.

No sabía que «tenía un problema» que era parte de su día a día, pero consiguió «lo importante»: «Localizarlo, entenderlo, asumirlo, aceptarlo e intentar corregirlo». Y no estuvo solo. «¿Pero sabes por qué me ayudaron? Porque hubo un momento de colapso en el que pedí ayuda (…) Supe que necesitaría terapia y que tenía un problema cuando alguien me lo dijo. Tenemos problemas que no sabemos que tenemos. Hay cosas que son inevitables, hasta que eres consciente y lo aceptas. Y cuando lo aceptas, vives con ello», subraya.

«Hoy puedo contar las consecuencias de una vida que te va atormentando»

Además, Antonio Orozco entiende como una «suerte» que le «diera por engordar y no por cosas muchísimo peores». Ahora puede «contar que todo esto son consecuencias de una vida que te va atormentando».

En ese camino ha «criado a un hijo por Skype», pero eso no le diferencia del resto. Es lo que le ocurre a «la mayoría de padres y madres de este país que tienen que pagar un piso, la luz, el agua, el gas, la cesta de la compra… Salen de casa por la mañana antes de que vayan al colegio y vuelven cuando se han acostado», reflexiona.

Por eso, cuando dice que «cada día es más caro» no se refiere al dinero, sino al tiempo: «El tiempo no tiene precio, una vez perdido, perdido está. La vida es eso, lo que no vivas hoy no lo vas a vivir nunca más».

Las críticas le afectan, sí, y lo hacen de la misma forma que antes, pero su sueño «siempre ha sido ser dueño» de su «tiempo», y eso puede celebrarlo y decir que está, «con mucha diferencia, en el mejor momento» de su carrera. «Todo ha cambiado» y le «faltan canciones para dar las gracias», especialmente al público fiel, el mismo que ha agotado las entradas del Movistar Arena de Madrid (WiZink Center) o de los dos conciertos consecutivos de Sant Jordi en Barcelona -17.000 personas cada día-.

Entretanto, la crispación social no le es ajena. «Estamos viviendo en un mundo donde, ahora mismo, hay dos guerras tremendas, las que están a la orden del día, porque hay muchas más de las que se habla mucho menos. Es suficiente para que la crispación esté en el ambiente», en todo el mundo y en España. Si en su mano estuviera, «le quitaría el poder a quienes lo tienen y se lo daría a quienes lo necesitan», comenta sin querer dar nombres. «Pero soy uno más y esto es así. La crispación existe», lamenta.