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El impacto de la deforestación en la propagación de enfermedades zoonóticas

La deforestación no solo representa una amenaza para los ecosistemas naturales, sino también para la salud de las personas.

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  • Francisco María
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Casi la mitad de las enfermedades infecciosas actuales tienen un origen zoonótico. Esto incluye patologías como el COVID-19, el Ébola, la malaria y la enfermedad de Lyme.

La deforestación y la expansión de la frontera agrícola están estrechamente vinculadas con el surgimiento y la propagación de enfermedades zoonóticas. Estos son trastornos infecciosos que se transmiten de animales a humanos y viceversa.

La deforestación

La creciente demanda mundial de alimentos y recursos ha llevado a una expansión continua de la agricultura y la ganadería. La consecuencia de esto ha sido la conversión de extensas áreas de bosque en tierras de cultivo y pastoreo. Según la FAO, entre 2010 y 2020, la tasa global de deforestación fue de aproximadamente 4.7 millones de hectáreas por año.

La intervención humana en los bosques genera un efecto de “empuje y atracción”. Por un lado, la deforestación obliga a la vida silvestre a abandonar su hábitat natural. Por el otro, atrae a estas especies hacia las áreas cercanas a los asentamientos humanos.

Investigaciones científicas han demostrado que la deforestación desencadena una compleja cascada de eventos que favorece la transmisión de enfermedades. Muchas patologías, como la malaria y el Lassa, obedecen a esa lógica.

Enfermedades asociadas a la deforestación

Uno de los principales efectos de la deforestación en la salud humana es la aparición de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, la malaria y la fiebre amarilla. Estas enfermedades son transmitidas por mosquitos, garrapatas y otros insectos que encuentran en los bosques deforestados un ambiente propicio para reproducirse y multiplicarse. La eliminación de los árboles y la destrucción de los hábitats naturales de estos vectores aumenta el contacto entre los humanos y los animales portadores de enfermedades, lo que facilita la transmisión de los patógenos.

Además, la deforestación también favorece la aparición de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que se transmiten de los animales a los seres humanos. La pérdida de hábitats naturales obliga a los animales silvestres a desplazarse en busca de alimento y refugio, lo que les lleva a entrar en contacto con las poblaciones humanas y sus animales domésticos. Esto aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades como la fiebre del Nilo Occidental, el virus del Ébola y la gripe aviar, que pueden tener graves consecuencias para la salud de las personas.

Contaminación

Por otro lado, la deforestación también puede afectar la salud de las personas a través de la contaminación del aire y del agua. La quema de bosques para la expansión de la agricultura y la ganadería libera grandes cantidades de gases y partículas contaminantes, que pueden causar problemas respiratorios y cardiovasculares en las poblaciones cercanas. Además, la deforestación también puede provocar la contaminación de los ríos y arroyos, afectando el suministro de agua potable y aumentando el riesgo de enfermedades gastrointestinales.

Las zoonosis

En los bosques, muchos virus coexisten en armonía con sus huéspedes animales, sin causar enfermedades graves. Sin embargo, cuando los seres humanos interfieren en estos ecosistemas, pueden romper este equilibrio y convertirse en anfitriones involuntarios de patógenos peligrosos.

Por ejemplo, en Liberia, la deforestación para la plantación de aceite de palma ha atraído a grupos de ratones portadores del virus Lassa. Estos pueden transmitir la enfermedad a través de alimentos contaminados o fluidos corporales.

La transmisión de enfermedades

La transmisión de enfermedades desde la fauna silvestre hacia los seres humanos es un proceso complejo y difícil de predecir. Por ejemplo, no hay evidencia directa de transmisión de murciélagos a humanos, en la mayoría de los casos.

Sin embargo, existen virus como el Nipah, el cual fue transmitido por los murciélagos a los cerdos. Después, la enfermedad se contagió de los cerdos a los humanos.

Una vez dentro de un organismo, los virus pueden mutar y desarrollar nuevas formas de transmisión. Es así como muchas enfermedades virales evolucionan a partir de una línea común, como fue el caso del COVID-19.

El calentamiento global presenta una amenaza adicional para la propagación de enfermedades. El derretimiento de los polos amplía el nicho ecológico de muchos vectores de enfermedades y puede liberar virus y bacterias atrapados en el permafrost durante miles de años.

Enfermedades en aumento

Investigaciones a lo largo de 13 años en el Amazonas revelaron que un incremento del 10% en la deforestación estaba asociado a un aumento del 3,3% en las tasas de malaria. Específicamente, las etapas iniciales de la deforestación tienen un impacto significativo en la propagación de la malaria, especialmente en los bordes del bosque.

Los mosquitos no son los únicos portadores de enfermedades mortales para los seres humanos. Una amplia variedad de animales salvajes puede transmitir enfermedades infecciosas, muchas de las cuales tienen el potencial de causar graves epidemias.

El ébola, por ejemplo, es una enfermedad severa con una tasa de mortalidad del 50%. Se cree que los murciélagos frugívoros son los huéspedes naturales más probables del virus. Desde su identificación en 1976, el ébola ha causado más de 13.000 muertes, y todos los brotes han ocurrido en África.

Esta enfermedad genera brotes periódicos de contagios y se teme que en algún momento pueda expandirse en todo el mundo. Lo mismo ocurre, entre otros, con la enfermedad de Lyme, la infección bacteriana más reportada en los Estados Unidos.

Los ecologistas de enfermedades subrayan la importancia de reducir la deforestación para mitigar la propagación de enfermedades infecciosas. Cuanto más se degrade y despeje el hábitat forestal, mayor será el riesgo de epidemias y pandemias.

Medidas a tomar

Ante este panorama, es fundamental tomar medidas para frenar la deforestación y proteger los ecosistemas naturales. La conservación de los bosques y selvas tropicales no solo contribuye a la mitigación del cambio climático y la preservación de la biodiversidad, sino que también es fundamental para garantizar la salud de las personas. Promover prácticas sostenibles en la producción de alimentos, impulsar la reforestación y restauración de áreas degradadas, y fomentar el uso responsable de los recursos naturales son acciones clave para combatir la deforestación y sus consecuencias en la salud humana.

Lecturas recomendadas

Deforestaciones del mundo y su impacto en la salud

Los bosques para la salud y el bienestar de los seres humanos