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Psicología

Las frases que nunca debes decirle a tu hijo: le quitarás la confianza para siempre

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Educar a un hijo es una de las tareas más importantes y desafiantes que una persona puede asumir, y hay algunas frases que los expertos recomiendan evitar. Los padres, con las mejores intenciones, suelen pensar que sus palabras son simplemente formas de guiar o corregir, sin imaginar que algunas expresiones cotidianas pueden afectar negativamente a la autoestima de los niños.

Muchos adultos de hoy recuerdan frases de su infancia que aún les duelen. No se trata de caer en una culpa constante ni de dejar de corregir o educar, sino de ser conscientes del poder que tienen nuestras palabras en su autoestima. Ser padres no consiste simplemente en cuidar y proveer, sino también formar personas autónomas y seguras de sí mismas; es un arte que se aprende con la práctica, la paciencia y, sobre todo, con la conciencia de que nuestras palabras pueden convertirse en la voz interior de nuestros hijos.

Las frases que nunca debes decirle a tu hijo

Aunque los niños no siempre comprendan todos los matices de lo que se les dice, sí perciben el tono, la intención y sobre todo, la frecuencia con que se repiten ciertos mensajes. No se trata de ser perfectos como padres. Todos cometemos errores, y está bien reconocerlos. Lo importante es aprender a observarnos, a revisar nuestro lenguaje y a tratar de mejorar.

‘Deberías haberlo hecho mejor’

Aunque la intención pueda ser impulsar al niño a mejorar, esta frase muchas veces tiene el efecto contrario. Decirle a un hijo que «debería haberlo hecho mejor» puede provocar una gran frustración, ya que siente que el valor de su esfuerzo no importa si el resultado no es perfecto.

Desde pequeños, los niños necesitan entender que equivocarse forma parte del proceso de aprendizaje. La perfección no debería ser el objetivo, sino el progreso. Al recibir esta frase constantemente, tu hijo puede comenzar a asociar el amor o la aprobación con el rendimiento, no con el simple hecho de ser quien es.

Una forma más positiva de acompañarlo es reconocer lo que hizo bien: «Vi que te esforzaste mucho, ¿qué te parece si la próxima vez intentamos esto otro?»Así se fomenta una mentalidad de crecimiento y se transmite que cada intento merece la pena.

‘Mira cómo lo hace tu amigo’

Comparar a un niño con otro, especialmente con sus compañeros, hermanos o amigos, puede ser muy dañino. Frases como «mira qué bien lo hace tu primo» o «tu compañera es más ordenada que tú» no motivan, sino que crean sentimientos de inferioridad y envidia.

La comparación constante transmite la idea de que ser uno mismo no es suficiente. Puede generar inseguridad y el deseo de imitar a otros para ganarse el afecto o la aprobación de los adultos. A largo plazo, estos niños pueden crecer con la necesidad de complacer y buscar validación en el exterior, en lugar de desarrollar confianza en sus propias capacidades.

Cada niño tiene su ritmo, sus habilidades y su forma de ver el mundo. En lugar de poner como ejemplo a otro, es más constructivo decir algo como: «Estoy orgulloso de cómo lo estás intentando» o «me gusta mucho cómo hiciste esto». Esto refuerza la idea de que el valor está en su esfuerzo y no en la comparación con los demás.

‘Déjame hacerlo a mi’

Uno de los impulsos más naturales de cualquier padre o madre es proteger a sus hijos. Sin embargo, cuando esa protección se convierte en sobreprotección, puede perjudicar más que ayudar. Frases como «déjame hacerlo a mi» envían un mensaje implícito a tu hijo: «no eres capaz».

Cuando a un niño no se le permite intentar, equivocarse y volver a intentar, se le priva de una parte esencial del desarrollo: la confianza en su propia capacidad. Se siembra la duda interna de «yo no puedo» y, en el futuro, esa voz interior puede ser un obstáculo ante cada desafío.

En lugar de hacer todo por ellos, es mucho más enriquecedor decir: «¿Te gustaría intentarlo? Estoy aquí si necesitas ayuda». Esa simple frase abre la puerta a la autonomía y al mismo tiempo les ofrece el respaldo emocional que tanto necesitan.

‘Eres un torpe’

«Eres un desastre» o «no sirves para esto» son frases que salen casi sin pensar, pero que tienen un peso tremendo en la forma en que tu hijo construye su identidad. Un niño que escucha reiteradamente que es «torpe» empezará a actuar en consecuencia. No porque lo sea, sino porque ha aprendido que esa es la manera en que lo ven.

En lugar de etiquetar, es mejor describir lo que sucedió y ofrecer alternativas. Por ejemplo: «Hoy te costó concentrarte, ¿te gustaría que busquemos juntos una forma de mejorar eso?» Así el mensaje se enfoca en la conducta, no en la identidad, y se abre un camino de mejora sin dañar la autoestima.