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Así es el desarrollo psicomotor del bebé en los primeros 6 meses

De los 0 a los seis meses, el desarrollo psicomotor del bebé se caracteriza por enfocar bien la vista, aguantar la cabeza o emitir sus primeros sonidos.

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En los primeros ocho meses de vida el recién nacido adquirirá un patrón motor que le permitirá desarrollarse prácticamente por completo o al menos conseguir grandes proezas como el control antigravitatorio de la cabeza, la autonomía para sentarse y gatear así como a sostener y agarrar objetos. Veamos entonces con detalle cómo es el desarrollo psicomotor del bebé en los primeros 6 meses.

Así es el desarrollo psicomotor del bebé en los primeros 6 meses

La primera necesidad del recién nacido de 0 a 3 meses es que lo cojan y estar estabilizado durante todas sus actividades diarias hasta que sea capaz de controlar sus posiciones por sí mismo. Es necesario cuidar sus posiciones cuando lo tenemos brazos, dando un apoyo particular a la alineación y estabilidad no solo de la cabeza sino también de todo el eje del cuerpo. El portabebés es una excelente manera de sostener y transportar al niño pequeño.

Desarrollo de los 3 a los 6 meses

En la fase de 3-6 meses , los aspectos significativos del desarrollo psicomotor incluyen el creciente interés por el entorno externo y la capacidad de relacionarse con personas y objetos y, por tanto, el inicio de la separación del cuidador principal.

La capacidad de prestar atención visual y auditiva madura en esta dirección. El niño tolera mejor los estreses ambientales cinestésicos y perceptivos, madura el control postural antigravedad de la cabeza y la parte superior del tronco, mejora el equilibrio en posiciones horizontales (prono, supino y lateral) y el apoyo en los brazos.

Está listo para organizar los primeros movimientos autónomos en el espacio (rodar, pivotar en posición prona). Emerge el interés por tocar lo que ve que lo llevará a coordinar ojo-mano-objeto-boca y se entrenará en extender su brazo hacia el objeto con control visual, para agarrarlo y llevárselo a la boca para explorarlo ( está listo para sus primeros juguetes, todos aptos para agarrar con manos pequeñas).

Es la edad en la que más se usa el hamaca ya que el niño está más feliz de estar semisentado para mirar, vocalizar y retozar, y observar lo que sucede a su alrededor . Es más hábil en la posición «boca abajo» y en este punto es muy útil insertar regularmente en sus hábitos diarios actividades de juego y relación en la posición prona junto con las otras posiciones (supino, semisentado en la silla y en los brazos) como parte del cuidado dependiente del adulto.

A partir de los 5 meses está listo para comenzar con actividades en el suelo, sobre una manta, donde el niño asumirá posiciones de juego sobre su espalda para descubrir sus pies y mantener el equilibrio con las piernas en el aire), girará sobre sus caderas para aprender a rodar y conocer el significado del espacio que se explorará en la siguiente fase. Desde un punto de vista estrictamente motor no necesita que lo cojamos como antes ya que se controla mejor en el espacio, sin embargo siempre necesita apoyo para la parte inferior del tronco en posiciones verticales y semi-verticales (en el brazo y en la hamaca / silla de paseo. )

Fase de 6-9 meses

A partir de los seis meses y hasta los nueve meses, tienen lugar importantes logros motores : la posición de asiento autónomo, las transiciones de una posición a otra, la construcción de un movimiento horizontal funcional (gatear, moverse en el asiento en una posición sentada, marcha cuadrúpeda con las rodillas extendidas). El desplazamiento horizontal es muy significativo ya que representa la primera exploración autónoma en el espacio. La nueva disponibilidad de las manos, ahora liberada del compromiso de apoyo en la posición sentada, permite una mayor maduración de la manipulación y de la motricidad fina distal. Se enriquece el aprendizaje sensorial y cognitivo, aumenta la producción de sonidos y la comprensión de gestos simples y el lenguaje verbal y la maduración de querer hacerlo todo durante las comidas, el movimiento en el suelo, el juego y la organización del sueño.

Dadas las importantes habilidades motoras es fundamental ofrecer al niño la oportunidad de experimentar el movimiento en libertad y seguridad, colocándolo en el suelo acostado sobre una manta o sobre la alfombra durante su tiempo libre en casa. Ya no está indicado el uso del gimnasio de bebé con juguetes colgantes, el parque (demasiado pequeño para permitir que el niño se mueva, además lo aísla del entorno y el adulto no puede entrar al parque para jugar con él), el andador (herramienta peligrosa que induce movimientos falsos y puede retrasar la marcha autónoma) y no es aconsejable ponerlo de pie (hasta que no se levante por sí solo no está listo para estar de pie).

En esta fase, el papel de los padres es importante para comprender el valor de moverse en el suelo. El niño que sabe moverse en el entorno antes de caminar se conoce mejor a sí mismo y el espacio en el que luego caminará, prepara las bases del equilibrio que luego hacen la caminata más segura (reduciendo los riesgos de caídas graves) y madura la seguridad en sí mismo y autoestima (la gratificación natural de hacerlo uno mismo). El niño aprende a afrontar mejor las pequeñas dificultades y frustraciones, encontrando soluciones por sí mismo . Cuando un juguete se aleja o un cajón no se abre, también aprende más desde un punto de vista intelectual que un niño que siempre está quieto.