¿Cómo enseñar a los niños a lavarse solos?
A partir de los 3 años los niños ya pueden comenzar a lavarse solos las mano, dientes o la cara.
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Enseñar a los niños a lavarse implica su iniciación en un proceso de crecimiento en la autonomía, permitiéndoles entrar en la perspectiva del cuidado personal y adquirir los principios de una actitud de decoro importante y socialmente útil: tener las manos, la cara bien limpia, los dientes, cuidar de la apariencia, estar limpio y fragante nos permite también sentirnos bien en sociedad. Descubramos ahora cómo enseñar a los niños a lavarse solos
Enseñar a los niños a lavarse solos
Desafortunadamente, los niños más pequeños casi nunca sienten la necesidad de lavarse: por el contrario, a menudo se rebelan y huyen de la hora de la ducha o el baño. Sin embargo, es importante acostumbrarlos a la importancia de mantenerse limpios y transmitir el valor del cuidado personal a su hijo. A los efectos del proceso de adquisición de autonomía, en este sentido, es importante hacerle comprender bien al niño que lavarse es necesario. Si les acostumbramos a ello como rutina diaria, acabarán entendiendo que implica una verdadera conducta social.
La correcta higiene diaria es un hábito que debe entrar en la rutina del niño lo antes posible: lavarse las manos, la cara y los dientes, tener una correcta y regular higiene íntima, los pies limpios y el cabello peinado son un conjunto de acciones que el niño puede inicialmente no reconocer y no saber de su importancia, pero de los que seguramente aprende los beneficios a medida que los percibe física y socialmente, experimentándolos en la familia y en la escuela, en contacto con otros niños pequeños y con nuevos adultos de referencia.
Dónde empezar
Es recomendable no sobrecargar al niño con nuevas actividades todos juntos, ya que solo sería contraproducente. La enseñanza de la higiene personal sólo puede comenzar con el uso del grifo: antes que nada, necesitas un taburete sobre el que el niño puede trepar para llegar al lavabo y ocuparse de los primeros pasos de la rutina de higiene personal: limpieza de manos, cara y dientes, algo que muchos niños ya pueden hacer a partir de los tres años.
Tan pronto como el niño esté en el taburete, es aconsejable explicarle el uso del agua caliente y fría, mostrándole cómo regularlo y los riesgos del contacto con agua demasiado caliente o demasiado fría.
Por último, también es útil enseñarle a tocar el chorro de agua para comprobar que la temperatura es la idónea, y que asimile este paso como un hábito. Después de eso, se dedica al niño todo el tiempo necesario para que aprenda a lavarse las manos, mostrándole cómo hacerlo varias veces. Para ello, tenemos que lavarnos las manos y dejar que él mismo repita nuestros movimientos: también es necesario hacerle entender al niño la importancia de lavarse las manos siempre en determinadas circunstancias, es decir, antes de comer, después de volver a casa de una salida al parque o de un paseo , después de usar el baño.
Enseñar al niño a lavarse la cara es igual de importante para completar la rutina de cuidado personal: enumerando cuidadosamente todas las partes que lavamos, también se le enseña la anatomía de la cara, para que el pequeño pueda asociar más fácilmente los nombres de las partes de su cara y también aprende a pronunciarlas bien. Finalmente, cepillarse los dientes será la actividad más difícil de enseñar y aprender: llevará tiempo que el niño aprenda a cepillarse bien los dientes, porque el acto requiere movimientos difíciles de reproducir y que requerirán una colaboración constante en el aprendizaje. fase. ; de hecho, es aconsejable cepillar los dientes del bebé por turnos: empezar solo, luego ayudarlo, guiar su mano, luego hacer que continúe solo, y así sucesivamente.
Después de eso, una vez que ha aprendido los conceptos básicos de higiene personal, puede continuar con el resto de la rutina, enseñándole a lavarse de forma independiente de pies a cabeza, peinarse y vestirse.
Acostumbrar a los niños a la autonomía
Acostumbrar a los niños a la autonomía tiene como objetivo permitirles adquirir las prácticas relacionadas con la realización de las actividades y situaciones típicas de estar con los demás, incluidas las relativas a la higiene personal: lavarse y oler bien y verse bien nos permite sentirnos bien con nosotros mismos y con los que nos rodean. Por ello es importante recalcar al niño lo apreciable que es su aspecto limpio y ordenado , premiándole con cumplidos el esfuerzo que ha realizado, y valorar este esfuerzo explicándole que lavarse solo le hace grande, porque es autónomo, y respetuoso hacia los demás y las normas sociales.
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